EL MUNDO › UN NUEVO ATENTADO REFUERZA LA POSICION DEL PRIMER MINISTRO

Cuando Hamas ayuda a Ariel Sharon

Un atentado que mató a ocho israelíes cerca de Haifa ayer amplió el margen de maniobra del primer ministro israelí, quien dijo en dos oportunidades que no retirará sus fuerzas de Cisjordania hasta que la operación haya terminado. También rechazó presiones de EE.UU.

 Por Eduardo Febbro

El horror con rostro humano volvió a golpear a Israel. Los cuerpos despedazados apenas cubiertos por una lona verde yacen alrededor de los restos de un micro calcinado. Parece un animal carcomido por una enfermedad interior. Son apenas las siete y media de la madrugada y el conflicto de Medio Oriente acaba de tragarse nueve vidas humanas en la ruta entre Haifa y Jerusalén. Un kamikaze del movimiento islamista Hamas se instaló en los asientos delanteros de un micro repleto e hizo explotar la carga que llevaba encima. Este fue el primer atentado que se produce desde el pasado 31 de marzo, cuando 15 personas perdieron la vida en el atentado suicida perpetrado por un palestino en un restaurante de Haifa. El portavoz del gobierno israelí, Raanan Gissan, afirmó que no se trataba “de un atentado más. Esto prueba dos cosas: que la Autoridad Palestina no hace nada para detener el terrorismo y que debemos ir hasta el final y erradicar el terrorismo”.
En el curso del decimotercer día de la operación “Muro defensivo” el ejército israelí acentuó sus acciones militares, particularmente contra el campo de refugiados de Al-Ain, enNablus. Las fuerzas israelíes emplearon artillería, ametralladoras pesadas y hasta misiles lanzados desde los helicópteros para vencer la resistencia del campo. Un operativo similar se llevó a cabo en uno de los campos de refugiados de Jenin, donde los combatientes palestinos que aún ofrecen una férrea resistencia prometieron morir antes que rendirse. Los soldados emplearon grandes calibres a fin de obtener la capitulación de uno de los sectores donde los combates fueron más duros. Estimaciones extraoficiales calculan en más de 100 el número de palestinos muertos en Jenin. Por su parte, el principal negociador palestino, Saeb Erekat, acusó ayer al ejército israelí de haber matado 500 palestinos desde el inicio de su ofensiva.
El atentado de Haifa reforzó los argumentos del primer ministro israelí que, en dos oportunidades, reiteró que las acciones proseguirían. Ayer, Ariel Sharon se unió con sus hombres. El jefe de gobierno visitó una base del ejército israelí situada no lejos del campo de refugiados palestinos de la localidad de Jenin y repitió su discurso de la víspera: la ofensiva militar continuará hasta el desmantelamiento completo de las milicias palestinas. Visiblemente molesto ante la posición norteamericana, Sharon reveló que había “informado” al presidente norteamericano George W. Bush que el Estado hebreo no estaba en condiciones de retirar sus tropas inmediatamente. Evocando el dramático caso de la ciudad cisjordana de Jenin, Sharon puntualizó:”Nos iremos cuando hayamos terminado. Acá, en Jenin, estamos en el medio de una batalla. Si nos vamos ahora, tendremos que regresar”. Antes de estas declaraciones, al cabo de la reunión del gabinete de seguridad restringido, esta instancia decidió continuar con la ofensiva en curso “allí donde sea necesario”. El gabinete determinó también mantener el sitio de la Basílica de la Natividad, cercada en Belén por tanques israelíes y con 200 palestinos armados encerrados adentro de uno de los lugares más emblemáticos de la tierra. En Belén, un monje armenio resultó herido por un disparo de origen indeterminado. El padre Maroun Lahham, rector del seminario latino de Beit Jala, afirmó a la prensa que el disparo era de origen israelí pero el ejército desmintió la afirmación. Mientras tanto, Israel negó salvoconductos a los palestinos refugiados en la Basílica, como lo había propuesto una gestión diplomática del Vaticano que había previsto la salida de los militantes hacia Gaza. En la jornada de ayer, Sharon cambió el tono de sus declaraciones y se dirigió directamente a Estados Unidos:”Espero -.dijo-. que nuestro gran amigo norteamericano comprenda que se trata de una guerra por nuestra supervivencia. (...) No debe haber presiones que nos impidanrealizar nuestra misión”. En vísperas de la llegada del secretario de Estado norteamericano Colin Powell, el panorama diplomático y la disposición del gabinete israelí distan de ser óptimos. Un alto responsable de la Presidencia del Consejo reveló que Ariel Sharon juzgaba que el encuentro previsto entre Colin Powell y Yaser Arafat era “un error trágico”. Con el atentado de Haifa como telón de fondo, la opinión pública israelí no parece dispuesta a aceptar que los norteamericanos vuelvan a hacer entrar a Arafat en el juego. La terrible amenaza de los kamikazes que pesa sobre el conjunto de la sociedad ha terminado por convencer a la población que la estrategia de Sharon es un “paraguas de seguridad necesario”. La emoción suscitada tras el atentado de Haifa fue visible a lo largo de todo el día. El terror, el duelo por los muertos y la guerra no evitan con todo el oprobio de las palabras. Los palestinos y la clase política israelí han llegado en las últimas horas a las bajezas más impensables en una guerra. Israel acusa a estos últimos de abandonar los cadáveres de sus víctimas para crear “adrede un desastre humanitario”. Kamil Abu Rokan, coordinador del ejército en los territorios palestinos, llegó a acusar al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) de rehusar “evacuar los muertos y los heridos por razones políticas”. El mismo discurso se escuchaba el miércoles en boca de los portavoces militares israelíes del centro de prensa de Jerusalén. Las organizaciones humanitarias juzgan “escandalosos” estos argumentos, tanto más cuanto que el número de conductores de ambulancias muertos por los disparos israelíes (cuatro), la cantidad de ambulancias destruidas (80) y los miembros de las ONG heridos (134) bastan para desacreditar la tesis oficial. Tanto el CICR como la agencia de la ONU (UNRWA) encargada de los palestinos desmintieron esas acusaciones.
A estas tensiones se le suma la delicada situación que impera en la frontera israelo-libanesa. Hezbolá lanzó ayer uno de los ataques más vastos desde que Israel se retiró del sur del Líbano hace dos anos. La guerrilla fundamentalista disparó más de 20 proyectiles contra las posiciones israelíes estacionadas en la zona de Shebaá, en el Golán. A su vez, Israel respondió lanzando un impresionante operativo aéreo que llegó incluso hasta la planicie de la Bekáa, en pleno Líbano. Hezbolá publicó en Beirut un detallado parte militar de sus acciones y ello induce a creer que este grupo radical acentuará su presión militar en el norte de Israel en el curso de las próximas semanas. El Hezbolá ofreció anoche intercambiar un soldado prisionero contra la vida de los combatientes palestinos que resisten en Jenin.
Colin Powell llega hoy a un país extenuado. O tal vez a dos. Si los palestinos tienen un país, también corren una suerte peor.

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Cadáveres en el pavimento al lado del ómnibus dinamitado en la mañana de ayer en Haifa.
 
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