EL MUNDO

Cómo es tratar de conquistar el apoyo de Dios, de Jehová y de Alá

Página/12
en EE.UU.

Por E. F.
Desde Miami, Florida

“¿Por quien votaría Dios si fuera norteamericano? ¡Chico, por Bush! ¿Por quién piensas tú?”, dice Javier, un cubano-estadounidense de Miami que recorre “puerta por puerta” los barrios de la ciudad buscando el voto religioso. 52 por ciento de protestantes, 25 por ciento de católicos, 2 por ciento de musulmanes y 1,7 por ciento de judíos, el abanico de confesiones presentes en el territorio norteamericano será determinante para el próximo dos de noviembre. Republicanos y demócratas se han lanzado en una operación de conquista del electorado con fuertes inclinaciones religiosas cuyas proporciones nunca habían llegado a los niveles de hoy.
Daniel Alvarez, teólogo de la Universidad Internacional de Florida, señala que, “como pocas veces en el pasado, los valores familiares y religiosos tendrán una influencia tanto más notable cuanto que el resultado se anuncia muy cerrado. En una elección donde cada voto cuenta, los republicanos llegaron incluso a lanzar una campaña en el seno de la tradicional comunidad demócrata judía de Florida, la tercera más grande del mundo detrás de la de Israel, Nueva York y Buenos Aires. En el 2000, sólo el 19 por ciento de la comunidad judía de Florida –medio millón de personas– votó por Bush. Ahora, los republicanos salieron a buscar mayores porcentajes invocando la política de George W. Bush hacia Israel y, desde luego, la guerra contra el terrorismo. Lance Haven Smith, un experto en cuestiones electorales de la Universidad del Estado de Florida, argumenta que, si bien la comunidad es “históricamente demócrata, la política exterior puede imponerse a otros temas. Para este grupo electoral, la política de Estados Unidos en Medio Oriente, en especial frente a Israel, es el tema predominante. Y hay que reconocer que nunca habíamos tenido un presidente tan favorable a Israel como George Bush”.
Este detalle revela hasta qué punto la actitud del electorado religioso puede resultar determinante. Primer candidato católico a la presidencia después de John Kennedy, el demócrata John Kerry no ha cesado de multiplicar sus declaraciones sobre la fe. Frente a él, George Bush, protestante metodista, ya tiene una larga tradición de campaña religiosa. Su encuentro con el papa Juan Pablo II fue una de las mejores operaciones realizadas por el candidato presidente. Al mismo tiempo, su discurso contra el aborto y en contra del matrimonio homosexual no puede sino consolidar y hasta atraer al electorado más confeso y conservador. “El Estado nunca puede ser la Iglesia y la Iglesia nunca puede ocupar el lugar del Estado. Sin embargo, el Estado nunca debería temer las buenas influencias de la Iglesia”, dijo Bush. Una encuesta reciente reveló que el 64 por ciento de los votantes confesó que la fe será un elemento preponderante a la hora de decidir por quién votarán. Otros estudios adelantaron que quienes asisten con más frecuencia a los distintos oficios religiosos votarán por el candidato republicano. Los especialistas acotan que la brecha no se produce tanto entre católicos y protestantes, sino entre los “practicantes fervorosos” y quienes lo son menos.
Los grupos conservadores católicos le han puesto precio electoral a la cabeza de John Kerry. Sus posiciones a favor del aborto le han valido hasta un pedido de excomulgación remitido al Vaticano por un grupo conservador católico, De FIDE (La Fe). El director de esta organización, Marc Balestriri, presentó incluso una demanda criminal contra Kerry en la que lo acusaba de cinco cargos: “Escándalo diabólico que desemboca en la herejía, al asesinato, al daño de la moral política, a la fe y a la autoridad eclesiástica”. Este detalle puede hacer sonreír, pero no está exento de influencias electorales. Las distintas iglesias norteamericanasse han convertido también en “entes proselitistas” a gran escala. George Chaput, el arzobispo de Denver, sostiene que “votar por Kerry sería cooperar con el mal”. Por ello, el arzobispo, sin nombrarlo explícitamente, invita a sus 370.000 parroquianos a decir “categóricamente que no a los candidatos que estén a favor del aborto”.
Chaput no es el único que se lanzó en campaña contra Kerry: los arzobispos de Saint Louis, de Colorado Springs, de Newark –New Jersey– siguieron los mismos pasos. El papel que desempeñará la religión a la hora del voto puede incidir notablemente en el resultado final. Kerry y Bush le dieron un lugar destacado al voto religioso, en particular con operaciones dirigidas a las comunidades más importantes, los católicos y los protestantes evangelistas. Si bien los republicanos tienen el voto cautivo de los evangelistas –el 70 por ciento apoya su reelección– aún les queda por “seducir” a los cuatro millones de votantes religiosos que, a pesar de tener un perfil conservador, no votaron por él en el 2000. Según varios analistas locales, la clave de la reelección o de la victoria de Kerry hay que buscarla en ese porcentaje. Todo está en manos del Señor.

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