EL MUNDO › BUSH DESCARTO UNA FECHA LIMITE DE REPLIEGUE DE IRAK
Misión incumplida para las tropas
Frente al cada vez mayor escepticismo de la opinión pública norteamericana, el presidente George W. Bush dio un mensaje televisado a la nación. Descartó un calendario de regreso de las tropas en pos de completar la labor “liberadora” emprendida en 2003.
Por Mercedes López San Miguel
Cuando el halcón jefe del Pentágono y arquitecto de la guerra de Irak, Donald Rumsfeld, dijo el pasado domingo que el combate a la insurgencia iraquí podría durar 12 años no estaba exagerando. George W. Bush, en su mensaje a la nación de 30 minutos –una ofensiva mediática en el horario central de las 20, hora Washington–, confirmó ayer que las fuerzas militares norteamericanas se quedan en Irak por tiempo indefinido. “Hasta tanto se complete la misión: lograr un Irak democrático/estable”, dijo Bush en tono solemne. El mandatario republicano se encuentra con un grave y creciente problema de credibilidad, a un año del traspaso de poder político al gobierno provisional iraquí.
El presidente pidió “sacrificio” y ensalzó el coraje de los norteamericanos que están en Irak “por una nación más segura” –una vez más vinculó el terrorismo del 11 de septiembre con Irak, en una forzada cadena de sentido–. Es decir, hacer creer que la invasión a Irak es parte de la guerra preventiva contra el terrorismo global, todo en un mismo saco: Bin Laden, Sa- ddam Hussein, los talibanes. En el cuadro de “la lucha contra los terroristas iraquíes” –señaló a Al Qaida y los remanentes saddamistas– trató de resignificar el estado de inseguridad del país ocupado. “Hay progresos significativos”, fraseó varias veces. Pero se hace evidente que la seguridad es mínima y la violencia es parte del cotidiano de los iraquíes (coches bomba, atentados suicidas, secuestros de trabajadores de empresas de seguridad, periodistas, etc.). A pesar de que hubo elecciones en enero y hay un proceso de “democratización” en marcha, los 1740 soldados muertos y 12.000 heridos han calado en la opinión pública estadounidense, ahora crítica sobre Irak y sobre casi todo lo que hace Bush en la segunda administración. El mandatario llamó “una estrategia para el éxito” y explicó los pasos para “completar la misión” y que Bagdad tenga “libertad de expresión, ante la ley y redacte (y vote) una Constitución”.
“La clave del éxito es que los iraquíes sean capaces de defenderse contra el terrorismo” –para eso, se “necesita” de las tropas de la coalición, para “entrenar a las unidades iraquíes”–. “Nos quedaremos tanto como sea necesario para terminar el trabajo empezado”, dijo Bush ante el auditorio. Su puesta en escena fue, como tantas otras veces, rodeado de militares: eligió la base de Fort Bragg, en Carolina del Norte, donde se asienta la potente 82 División Aerotransportada, una unidad de despliegue inmediato conocida como “la Guardia de Honor de América”. Logró un único aplauso hacia el final de su oratoria, incapaz de difuminar el impacto de los militares muertos y heridos y el desencanto que revelan las encuestas. Una detrás de otra, desde hace dos meses, muestran que el pesimismo respecto de Irak se ha instalado entre los estadounidenses: el 53 por ciento cree que fue un error enviar las tropas, el mismo porcentaje (según Gallup) que desaprueba de manera global al presidente. En el mismo sondeo, el 61 por ciento cree que el presidente no tiene un plan claro para salir del lío de Irak.
En la encuesta de ABC y The Washington Post más de la mitad de los ciudadanos no comulga con la idea de que la insurgencia se está debilitando. El presidente republicano pronosticó anoche más “momentos duros” para sus soldados porque “el enemigo (terrorista) no usa uniforme, no respeta los códigos de guerra, comete atrocidades”. Con recordar las torturas de los militares norteamericanos a los presos iraquíes en la cárcel de Abu
Ghraib basta para quitarle su máscara de liberador.