EL MUNDO › PRIMER QUIEBRE EN EL FRENTE CONTRA LA CONSTITUCION EN IRAK

El sunnita que no dice “no”

Con un 20 por ciento de la población iraquí, los árabes sunnitas eran hasta ayer el obstáculo principal a la aprobación este sábado de la Carta Magna favorecida por chiítas, kurdos y EE.UU. Pero ese frente se quebró ayer con el apoyo de uno de sus grandes partidos.

 Por Kim Sengupta*
Desde Basora

Las perspectivas de que la nueva Constitución iraquí sea aprobada en el inminente referéndum del sábado aumentaron ayer luego de que uno de los principales partidos sunnitas declaró que es muy probable que la apoye. Según un acuerdo propuesto, la nueva Asamblea Nacional formada después de las elecciones en diciembre considerará enmiendas adicionales, incluso si la votación da como resultado aceptar la Constitución. El acuerdo incluye además cuatro agregados al borrador de la Constitución y señala cómo serán hechas las futuras enmiendas. Cualquier cambio deberá ser aprobado por la Asamblea y deberá pasar inclusive otro referéndum. La noticia se dio a conocer al tiempo que un atacante suicida se inmoló frente a un centro de reclutamiento militar en la ciudad de Tal Afar, dejando al menos 30 muertos y 35 heridos.
Las concesiones fueron suficientes para conseguir el apoyo del Partido Islámico Iraquí, cuyo negociador principal, Ayad Al Samarraie, dijo que “la medida nos habilita a parar la campaña de rechazo a la Constitución y llamaremos a los árabes sunnitas a votar por el ‘Sí’”. Ridha Jawad Taqi, del Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Irak (Sciri, por sus siglas en inglés), el principal partido chiíta, declaró: “El principio importante aquí es que esto provee una garantía a los sunnitas de que esta Constitución no es el fin de la historia, sino que está sujeta a enmiendas”. El acuerdo fue logrado luego de tres días de negociaciones entre los partidos opositores en la residencia de Jalal Talabani, el presidente kurdo de Irak. Funcionarios estadounidenses, que orquestaron la reunión, presionaron a las facciones chiíta y kurda para hacer concesiones a los líderes sunnitas, que se habían quejado de que estaban siendo dejados de lado en el Irak concebido por la Constitución. Sobre todo, los sunnitas sostenían que la estructura federal propuesta, que permite a los chiítas el control de los campos de petróleo en el sur mientras los kurdos mantienen los del norte, llevaría a la desintegración del país.
Otros partidos sunnitas importantes no estuvieron presentes en las negociaciones y algunos líderes de esos partidos sostuvieron que las “concesiones” eran ilusorias, ya que la mayoría chiíta y kurda construida de facto en la Asamblea Nacional aseguraría que el statu quo no sea alterado de forma significativa. Un importante político sunnita, Saleh Al Mutlaq, declaró que no estaba convencido de las condiciones. “El Partido Islámico estaba participando sólo en estas negociaciones y tomando sus propias decisiones. Esto es extraño porque el Partido Islámico Iraquí no representa a todos los árabes sunnitas, sino sólo a un pequeño porcentaje de ellos”, dijo.
El cambio de postura del Partido Islámico representa, sin embargo, el primer quiebre en el hasta ahora frente unido presentado por los partidos sunnitas más grandes. Pero millones de copias de la Constitución ya han sido distribuidas como preparación para la votación del sábado y no pueden ser devueltas. En lugar de eso, las nuevas cláusulas serán anunciadas por el gobierno iraquí a través de los medios de comunicación. Cualquier cambio propuesto posterior al referendo será sugerido por una comisión interpartidaria y deberá ser aprobado por toda la Asamblea Nacional. Un nuevo referéndum tendrá lugar dos meses después. Una de las concesiones hechas por los chiítas y sunnitas es garantizar la primacía del árabe como el idioma oficial y una garantía de que miembros del Partido Baas sólo serán procesados si cometieron actos criminales.
En las calles de Irak pocas personas dicen haber leído la Constitución y las opiniones acerca de la misma aparecían divididas a lo largo de líneas sectarias, con los chiítas ampliamente a favor del documento y los sunnitas en su contra. “Por supuesto que votaré por el ‘No’ –dijo Abu Mustafa, un guardia de seguridad sunnita en Bagdad que se negó a dar su nombre completo–. La Asociación de Académicos Musulmanes (un importante grupo de predicadores sunnitas) nos dijo que es terrible para Irak.” Del otro lado, las opiniones eran igualmente terminantes. “No conozco los detalles, pero la situación definitivamente mejorará”, dijo Hassan Ghazal, chiíta, que maneja un comercio de provisiones del gobierno en Bagdad. “A los sunnitas no les gusta; por lo tanto, si se aprueba, los debilitará y aislará. Y eso haría las cosas más pacíficas.”
“Todavía no he podido siquiera ver la Constitución; el gobierno la está ocultando de manera deliberada para engañarnos –dijo Abu Mustafa–. Pero no necesito leerla para saber cuán mala es. Está diseñada para dividir el país. Incluso si los votantes la rechazan, los iraníes y los norteamericanos, que son los que más ganarían con esta Constitución, manipularán los resultados.” En Mosul, Ibrahim Al Rashidi, un maestro kurdo, dijo: “Ya tenemos una región autónoma y la Constitución sólo fortalece esto. No veo necesidad para el compromiso”.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Virginia Scardamaglia.

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Fuerte vigilancia de los sitios de votación a dos días del referéndum.
 
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