EL MUNDO › EL ASALTO FINAL DEL EJERCITO PROVOCO DECENAS DE MUERTES

Cayó la Mezquita Roja en Pakistán

Entre las bajas se encuentra el clérigo radical islamista que encabezaba la rebelión, Abdul Rashid Ghazi, quien cumplió con su promesa de luchar hasta el final. Se habla de hasta 800 muertos. Musharraf dijo que el asalto fue para liberar a niños y mujeres rehenes.

El ejército paquistaní tomó ayer la Mezquita Roja en Islamabad, que se encontraba en poder de islamistas radicales hace una semana, tras fuertes combates en los que fue abatido Abdul Rashid Ghazi, el clérigo que encabezaba la rebelión que dejó centenares de muertos. El asalto final –que comenzó cerca de las 4 de la mañana, hora local– se decidió luego de que fracasaran todos los intentos de negociación y de que los ocupantes de la mezquita se negaran a liberar a las mujeres y niños que mantenían como rehenes dentro del edificio.

El líder de los radicales, el clérigo Rashid Ghazi, que estaba al frente de la resistencia, fue abatido durante los combates. El ministro de Interior paquistaní, Aftab Sherpao, confirmó la muerte de Ghazi y afirmó que fuerzas especiales del ejército lo hallaron herido de bala en la pierna en un bunker de la madrasa femenina de la mezquita. La muerte del líder religioso no detuvo la resistencia de los integristas, que continuó en el recinto de la Jamia Hafsa, la escuela de niñas contigua a la madrasa. La operación, que requirió soldados de refuerzo para la feroz batalla planteada por los radicales islámicos, comenzó la noche del lunes tras fracasar un último intento de negociación con Ghazi.

Los enfrentamientos más duros se registraron en el inmueble de la madrasa, más grande y sólido que el de la mezquita, en el que los islamistas encontraron refugio en sus múltiples sótanos y habitaciones. Se produjo una “encarnizada resistencia”, dijo el portavoz militar Waheed Arshad pocas horas después de iniciada la operación, tras enfatizar que los insurgentes estaban “bien entrenados” y lucharon con armas ligeras y con bombas incendiarias, además de lanzacohetes, metralletas y granadas.

El número de bajas en la Operación Silencio seguía sin determinarse, aunque versiones periodísticas afirman que las autoridades locales solicitaron bolsas para 800 cadáveres. Si bien, el Ministerio del Interior sostiene oficialmente que murieron 59 personas –ocho de ellas soldados–, la especulación sobre el intento oficial de ocultar el número real de víctimas creció al constatarse que los soldados rodearon los hospitales donde fueron llevados los muertos y heridos.

Las circunstancias de la muerte de Ghazi aún permanecen oscuras: informaciones periodísticas no confirmadas aseguran que el religioso fue primero alcanzado por una bala en una pierna y luego alcanzado por un tiro de sus propios hombres al querer rendirse. Ayer a la mañana, en su última entrevista, Ghazi declaró desafiante: “Esta es mi última posibilidad de decir algo y quisiera decir que luchamos con valor. Nos pidieron que nos rindiéramos, pero nos negamos. Nosotros moriremos, pero el pueblo se vengará de los gobernantes”, concluyó.

Por su parte, el presidente del país, Pervez Musharraf, dijo que ordenó tomar el complejo tras varias horas de negociaciones entre Ghazi y una delegación de clérigos y ministros del gobierno, conversaciones que se cerraron sin acuerdo. “Mostramos máxima paciencia y contención en el tema de Lal Masjid (Mezquita Roja), pero no quedó otra opción. De todos modos, procedimos de manera que se pudieran salvar las vidas de mujeres y niños”, afirmó.

La Mezquita Roja de Islamabad, situada en un barrio comercial en el corazón de la capital paquistaní, se convirtió hace más de cuatro meses en un foco integrista, con su clérigo principal, Abdul Aziz, amenazando en sus sermones del viernes con atentados suicidas si Musharraf no imponía totalmente la ley islámica (sharía) en el país. Los estudiantes de sus dos madrasas secuestraron a prostitutas, policías y, más recientemente, a siete ciudadanos chinos, lo que creó un conflicto para Musharraf con uno de sus principales aliados.

El presidente paquistaní ordenó hace doce días el despliegue de tropas y paramilitares alrededor de la mezquita, donde el pasado martes comenzaron unos enfrentamientos que han degenerado en el asalto de hoy, pese a los diversos intentos de negociación. Aziz fue detenido el pasado miércoles cuando salía del templo camuflado bajo un burka con un grupo de mujeres que se rendía y pidió a sus seguidores que abandonaran su particular Jihad.

La Mezquita Roja es una institución pública, financiada con fondos del Estado paquistaní, en la que se forman jóvenes procedentes de las zonas tribales. Por ello, la toma de la mezquita constituyó un importante reto para Musharraf cuya situación no es la mejor desde que destituyó, en marzo pasado, al presidente del Tribunal Supremo, Iftikar Chaudhry, quien hoy se yergue como símbolo opositor y una esperanza para la oposición laica.

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Médicos paquistaníes atienden a un soldado herido en el asalto a la Mezquita Roja ayer.
 
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