EL MUNDO › RECOBRARON LA LIBERTAD JUNTO AL MEDICO PALESTINO TRAS OCHO AÑOS DE CARCEL

Final feliz para las enfermeras búlgaras

Tras la gestión de la Unión Europea y particularmente de Francia, la Justicia de Libia decidió liberar a los seis sanitaristas que habían sido acusados de contagiar a casi 500 niños con sida. Hay muchas dudas sobre el costo económico y las concesiones políticas hechas por el bloque europeo.

 Por Eduardo Febbro
desde París

Las cinco enfermeras búlgaras y el médico palestino detenidos en Libia desde hace ocho años bajo la acusación de haber contagiado a casi 500 niños con el virus del sida recobraron ayer la libertad gracias al trabajo de la Unión Europea y a la implicación personal del presidente Nicolas Sarkozy. A último momento, Francia se llevó los laureles de un operativo pacientemente montado desde hace tres años. El día de su elección a la presidencia, Sarkozy había prometido que Francia no olvidaría a las enfermeras búlgaras ni al médico palestino, ni a la franco-colombiana Ingrid Betancourt, secuestrada desde hace cinco años por las FARC, Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. En condiciones por demás controvertidas, las enfermeras y el doctor palestino recobraron la libertad al cabo de un martirio de ocho años. Las enfermeras y el médico llegaron a Sofía 48 horas después de que la esposa de Nicolas Sarkozy, Cecilia Sarkozy, viajara por segunda vez a Libia a fin de mediar, junto con la comisaria europea de Relaciones Exteriores, Benita Ferrero-Waldner, para obtener la liberación. Subsisten hoy numerosos interrogantes sobre el costo económico y las concesiones políticas hechas por la Unión Europea para convencer a quien fuera la oveja negra de la comunidad internacional, el coronel libio Muamar Kadafi.

Las seis personas habían sido condenadas a muerte en 2004 por haber inoculado el virus del sida a 436 niños del hospital de Benghazi, la segunda ciudad de Libia. Cincuenta y seis de los 436 infectados ya murieron. Los acusados siempre clamaron su inocencia y, a pesar de una confesión en la que se apoyó la sentencia, el médico y las enfermeras alegaron que ésta había sido obtenida mediante la tortura. Expertos internacionales, médicos, comisiones mixtas, todos los intentos para probar la inocencia de los inculpados fueron inútiles. El profesor francés Luc Montagner, codescubridor del virus del sida, sostuvo que la propagación de la infección se debió a las pésimas condiciones sanitarias del hospital de Benghazi. En respuesta a ello, Kadafi acusó a la CIA y al Mossad de haber provocado el drama. Pese a la movilización internacional, en diciembre de 2006 la sentencia fue confirmada y ratificada en julio de este año por la Corte Suprema de Libia.

A partir de 2004 se entabló una cerrada negociación, esencialmente bajo la presidencia de la Unión Europea ejercidas por Gran Bretaña y Alemania. En ese entonces, Libia estaba bajo el peso de sanciones internacionales a causa de su implicación en dos atentados: contra el avión de la compañía norteamericana Pan Am, que estalló sobre la localidad escocesa de Lockerbie en 1988, y contra el vuelo de UTA que explotó en el cielo de Níger en 1989. Luego de innumerables contactos, Libia y los países europeos llegaron a un preacuerdo cuya meta final era la liberación de los seis acusados a cambio de la indemnización de las familias de las víctimas y otros detalles aún secretos. Así se constituyó el llamado fondo de ayuda a los niños víctimas del sida en Libia (fondo de Benghazi creado en 2005). Por este canal transitaron los millones de dólares desembolsados a 460 familias libias para que renunciaran a solicitar la pena de muerte contra los inculpados. Pero este fondo consta de muchos contribuyentes. Nicolas Sarkozy aseguró ayer que “ni Europa ni Francia” habían “desembolsado la menor contribución financiera a Libia (...) en el marco de esta negociación más allá del protocolo de acuerdo que estaba sobre la mesa”. Declaración desmentida luego por el jefe de la diplomacia Libia, Abdelrahman Chalgham, quien afirmó en Trípoli que la UE y Francia habían contribuido a las compensaciones financieras pagadas por el Fondo a las familias.

La Comisión Europea, países miembros de la UE, Estados Unidos y otros organismos aportaron, de una u otra manera, su contribución. En esta trama también intervino la fundación caritativa Kadafi, dirigida por el hijo mayor del líder libio, Seif al Islam, quien negoció con las familias de las víctimas el monto de las compensaciones. Lo cierto es que el pasado 17 de julio las seis condenas a muerte fueron conmutadas en cadena perpetua y ello terminó por abrir dos puertas: la de los acusados y la de la escena internacional, adonde el coronel Kadafi vuelve después de haber pasado años en el purgatorio. Emmanuel Altit, uno de los abogados franceses de las enfermeras, consideró que el desenlace fue “un triunfo” para Kadafi y Libia. Se puede medir ese triunfo en la posición oficial de la UE. Bruselas habló de una “nueva era” en las relaciones con Libia. Ello se traducirá en un impulso a las importaciones libias y la flexibilización de los visados para ciudadanos de ese país. Media, desde luego, el pago de 461 millones de dólares para reembolsar las compensaciones entregadas a las familias de los niños infectados con el virus del sida. El memorando de dos páginas firmado por Ferrero Waldner y el secretario libio de Asuntos Europeos, Abdelati al Obeidi, propone a los 27 miembros de la UE “facilitar el acceso lo más amplio posible de las exportaciones libias al mercado europeo, en particular para los productos agrícolas y la pesca”. También ofrece aportar ayudas técnicas y financieras en el área de la arqueología y la restauración, al igual que becas y plazas en universidades para estudiantes libios.

¿Cuánto costó ese triunfo? Además del dinero quedan otros interrogantes. ¿Cuál ha sido la concesión política hecha al líder libio? Con esta operación, Kadafi normaliza sus relaciones internacionales. Todo conduce a pensar que la oferta bajo la mesa es superior a la oferta pública. Entre otras cosas, Trípoli reclamó la normalización completa de sus relaciones con la Unión Europea –en todos los campos–, la construcción de un tren entre los puertos libios y las ciudades africanas, una autopista a través del territorio, entre Túnez y Egipto (este-oeste), la rehabilitación de sus monumentos arqueológicos y, desde luego, fondos y ayuda para la restauración de los hospitales y para los niños enfermos de sida. Ayer, la red Salir de lo nuclear acusó al presidente francés de haber organizado “un trueque nuclear injustificable”. La red sospecha que Francia ofreció cooperación nuclear a cambio de las enfermeras y el médico. Sarkozy, que hoy viaja a Libia, negó las acusaciones. El jefe del Estado francés volvió a desplazar del centro de la escena a los protagonistas de la historia. Las enfermeras llegaron a Bulgaria a bordo de un avión francés y fue la esposa de Nicolas Sarkozy, Cecilia Sarkozy, quien asumió el último tramo de la transacción. Paradoja inédita: es la primera vez que la esposa de un presidente asume una misión diplomática oficial. La prensa nacional destacaba ayer las idas y vueltas de la vida. Cecilia Sarkozy, la esposa rebelde que no votó por su marido en las presidenciales de abril y mayo pasados, fue nombrada “emisaria personal”. Kadafi y Sarkozy podrán celebrar hoy su triunfo personal.

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La enfermera búlgara Valentina Manolova Siropulo se abraza a su hermana y otro familiar.
 
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