EL MUNDO › ENTREVISTA A RODRIGUEZ ZAPATERO

“La democracia ha ganado hace tiempo la batalla contra ETA”

El jefe de Gobierno español afirmó que si no hubiese intentado el proceso de paz con la organización separatista vasca “sería un presidente sin alma”. Al mismo tiempo, el dirigente socialista subrayó que combatirá la violencia terrorista.

 Por Javier Moreno *

La entrevista se celebra en La Moncloa el viernes por la tarde, a lo largo de casi tres horas. El presidente aparece con aspecto relajado y bronceado tras las vacaciones. Accede a todas las peticiones del fotógrafo en los jardines del palacio antes de comenzar la conversación. Rodríguez Zapatero afronta el nuevo curso, que se va a convertir, en realidad, en una inusual y larga campaña electoral, en uno de los mejores momentos políticos de los últimos meses, después del atentado de ETA en la T4, en diciembre pasado, y la ruptura oficial del alto el fuego, en junio.

–¿Podemos considerar esta entrevista ya como el balance de la legislatura?

–Si el balance es también proyecto de futuro, adelante.

–En realidad, la campaña electoral comienza hoy, con la vuelta al curso político. ¿Las elecciones son en marzo, como estaba previsto?

–En marzo, serán en marzo. Quedan más de treinta leyes en el Parlamento, queremos aprobar la mayoría de ellas, algunas muy importantes en el área social. Hay que aprovechar la legislatura hasta el último minuto.

–Hay un sector del electorado socialista que se ha sentido desorientado con algunas decisiones, sobre todo con las reformas de los Estatutos.

–Es difícil aventurar un análisis de esta naturaleza, pero España debe ser gobernada con una vocación integradora. La España moderna, la España integral, exige el reconocimiento de su diversidad y el reconocimiento del autogobierno como algo positivo. No hay incompatibilidad entre más autonomía política y un Estado más integrador. Yo he hecho las reformas territoriales pensando en una España del 2007, del 2010, del 2012, donde las comunidades autónomas tienen que participar en la inmigración, en la investigación y el desarrollo, en la innovación; donde las comunidades autónomas gestionan mejor directamente la preservación de sus ríos, de sus espacios naturales, de sus costas; y el Estado, en un mundo globalizado, tiene otras tareas, de identidad, de igualdad, de derechos de cohesión y sobre todo de proyección de España en el mundo.

–¿Y cree que va a poder poner todo esto en valor de cara a las elecciones? Porque durante la legislatura hemos visto que en los momentos de debate más crispado las encuestas mostraban un acercamiento del PP al PSOE en intención de voto.

–Sin duda. Además, los hechos son muy contundentes. Y lo que es importante es que la ciudadanía sepa que tenemos un sistema de organización entre el poder central y los poderes territoriales de los mejores del mundo, que nos permite crecer económicamente, tener superávit público, extender los derechos sociales, aumentar las prestaciones y no olvidar a ninguna comunidad autónoma.

–El otro gran punto es la negociación con ETA. Es obvio que eso también ha supuesto un factor de desgaste.

–La obligación de un gobierno es combatir, prevenir y luchar por acabar con la violencia terrorista. Eso es lo que he hecho desde el primer día. Y uno asume la responsabilidad del gobierno para afrontar no sólo los problemas fáciles, sino también los difíciles. Es mi obligación y mi responsabilidad. Y por supuesto que la democracia ha ganado ya la partida a los violentos. El terrorismo es una lacra inasumible desde cualquier punto de vista y una expresión de vil cobardía. Con la misma firmeza con que he defendido la posibilidad de un diálogo, voy a prevenir y a perseguir a aquellos que intentan con las bombas hacernos daño. Insisto: la democracia ha ganado hace tiempo la batalla contra ETA. En torno de ETA sólo cabe pensar cuánto va a durar, nunca lo que pueda conseguir, porque no va a conseguir nada.

–¿Cuál es su objetivo político para las próximas elecciones?

–Que España esté en lo más alto en cohesión social y en sus políticas sociales. Podemos hacer en pocos años lo que en otras situaciones podría haber costado décadas.

–¿En qué se diferencia su modelo de sociedad del que ofrece el PP?

–Hay cosas tan evidentes como que el PP, en ocho años de gobierno, aumentó menos las pensiones que nosotros en tres. El PP congeló el salario mínimo interprofesional y nosotros lo hemos aumentado un 25% en tres años, más que en los ocho anteriores. El año 2006 fue el año con mayor vivienda protegida, después de una caída de la vivienda pública en los años de gobierno del PP. Este es el gobierno que, igual que en su día hizo la ley educativa, que estableció la gratuidad hasta los 16 años, ha hecho la ley que garantizó el sistema público de sanidad universal para todos los ciudadanos, o las pensiones no contributivas. Y es evidente que en materia de derechos y de convivencia al PP no se le habría pasado por la cabeza la ley para reconocer el matrimonio a personas homosexuales.

–De Juana Chaos está en la cárcel. Otegi también. No hay diálogo con los terroristas. ETA ha intentado un gran atentado repetidas veces este verano. Ha logrado hacer estallar este coche bomba con dos guardias civiles heridos. ¿Qué perspectivas tiene sobre la política antiterrorista para los próximos meses, o años, si logra la segunda legislatura?

–Hay una determinación y una realidad. La determinación es que ETA, habiendo optado por la violencia, nuevamente se va a enfrentar a un gobierno con toda la firmeza, con toda la autoridad del Estado de derecho, como demuestran las detenciones de las últimas horas. Y la realidad es que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado vienen realizando una extraordinaria labor. Hay que ser siempre muy prudentes. Hacer un vaticinio en torno de la evolución de lo que puede ser la actividad de ETA exige, entre otras cosas, discreción por mi parte. Lo que sí puedo decir es que la unidad de los demócratas y el aislamiento absoluto –social, político, internacional– de quienes quieren mantener la violencia nos llevará a estar en disposición de ver el final del terrorismo.

–¿No es ésa exactamente la posición en la que estábamos hace cuatro años?

–Yo no haría una valoración de cómo estábamos hace cuatro años y cómo estamos ahora. Entre otras cosas, porque afecta a la propia lucha contra ETA, ¿no? Y hay que tener mucha prudencia. Puedo asegurar que no estamos peor. Ni la democracia, ni el Estado. Simplemente, no estamos peor.

–¿Y mejor?

–No estamos peor. Y en todo caso, necesitamos un poco de tiempo para verlo con perspectiva.

–Si no estamos mejor, ¿no han superado los costes del proceso de negociación con ETA (ruptura con el PP, crispación, división de la sociedad) a los beneficios?

–Lo más interesante de la experiencia del proceso de paz es lo que no se debe hacer desde un partido democrático en la lucha contra el terrorismo. Es decir, lo que ha hecho el Partido Popular. Eso es lo más claro, lo más claro. Que nadie vuelva a hacer eso desde un partido democrático: utilizar, crispar el intento de acabar con la violencia. Eso ha sido para mí lo más definitivo.

–¿Sigue pensando entonces que, pese a los costos que ha tenido, valió la pena todo ese esfuerzo?

–Intentar salvar vidas vale la pena, aunque uno se deje jirones. No es que sólo valga la pena, es que no me lo perdonaría a mí mismo. Intentar salvar vidas desde los principios democráticos. Sería un presidente sin alma, sin entrañas.

–¿El resultado de las municipales encendió alguna luz roja de alarma de lo que puede suceder en las generales?

–Me resulta simpático, porque el partido en Madrid ha perdido, con contundencia, y ha tomado decisiones. Ha habido responsabilidades y cambio. El Partido Popular lleva perdiendo en Andalucía 25 años y presentan otra vez a Arenas. El señor Rajoy perdió unas elecciones desde la mayoría absoluta de su partido. También invirtiéndose el voto de tres millones. El Partido Socialista subió prácticamente tres millones de votos. Y nadie asumió ninguna responsabilidad. Esto es sorprendente.

–¿Qué cree que está pasando en el PP?

–Una de las cosas más extraordinarias que uno ha visto. Es el primer partido en el que hay más codazos por ir de número dos que por ir de número uno. Es insólito. Es un fenómeno que yo creo que tiene su interés desde el punto de vista de los analistas políticos. Toda la pelea es quién va a ir de dos.

–¿A quién preferiría como contrincante: a Rajoy, a Rato o a Ruiz Gallardón?

–Tengo un respeto democrático por todos. Espero que esta etapa en la que, en efecto, se ha abusado de la crispación, de la descalificación, sirva también para que tengamos una etapa de después de las siguientes elecciones en la que se cambie el estilo.

–Su apuesta inicial en política exterior fue por el eje francoalemán en la Unión Europea como alternativa al respaldo de Aznar a Bush y la guerra de Irak. ¿Qué queda de aquel planteamiento después de la elección de Merkel y Sarkozy?

–Nuestra política exterior ha tenido unos vectores y unas líneas definidas y exitosas. Uno: europeístas, activos y constructivos. Hoy tenemos el Tratado constitucional, que espero que en la cumbre de Lisboa se apruebe definitivamente. Europa ha relanzado objetivos en materia energética, en materia migratoria, que es muy importante para nosotros. Y con Francia y Alemania, tanto con Schröder como con Merkel, tanto con Chirac como con Sarkozy, una colaboración muy intensa y una relación fluida. Por tanto, en Europa... Hoy no hay división en Europa, hay una unión bastante intensa y España aparece como un actor constructivo siempre. Dos, segunda línea: la relación preferente con nuestros vecinos. Es un principio de política exterior muy conveniente. Marruecos, Argelia, Portugal y Francia. Una relación preferente. Tres: hemos fortalecido nuestra presencia latinoamericana en términos políticos.

–¿Cree que España corre algún riesgo especial por el boom de la vivienda a raíz de la crisis hipotecaria en EE.UU.?

–Los problemas que han surgido en el sector inmobiliario norteamericano son por un exceso de riesgo a la hora de concesión de créditos hipotecarios. No han originado una crisis de liquidez en los mercados financieros, espero que no sea una crisis de crédito. No hay ninguna repercusión directa en el mercado inmobiliario y en el sistema financiero español.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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