EL MUNDO › UNOS 30 MIL BOLIVIANOS RESIDENTES EN ARGENTINA FUERON A SUFRAGAR CON LA CONSIGNA “TODOS CON EVO”

Fiebre masista en el Bajo Flores

Largas filas en los alrededores de la cancha de San Lorenzo, uno de los puntos de votación de ayer, forzaron a extender el plazo de la votación que en paralelo se dio en Argentina. Sin embargo, hubo gente que se fue sin poder votar.

Los niños no descansaban acunados por los coloridos aguayos de sus madres sino que andaban en cochecitos comprados en la ciudad de Buenos Aires, pero el olor del mote (maíz) con queso, del chicarrón (cerdo frito) y de las habas tostadas hicieron que el Bajo Flores fuera un pedacito de Bolivia, desde las 8 de ayer cuando 30 mil bolivianos, residentes en Argentina, se acercaron con una consigna en común: “Todos con Evo”. Es que si en Bolivia la reelección del presidente Evo Morales no despertaba dudas, un boca de urna en los alrededores de la cancha de San Lorenzo –uno de los siete puntos de votación habilitados en Buenos Aires para la comunidad boliviana– hubiera lanzado una victoria rotunda. La desorganización de las primeras elecciones bolivianas en suelo argentino fue el único traspié de la fiebre masista y hasta provocó que muchas personas se retiraran sin votar, a pesar de que las autoridades bolivianas extendieron el plazo de votación hasta la noche. Para entonces, la Plaza Murillo ya era una fiesta.

Tony y Alicia llegaron desde La Paz y Oruro a Argentina cuando tenían veinte años; Alejandro, su hijo, tiene tres y ya no es compatriota de ninguno de los candidatos a presidente que sus padres pudieron elegir dentro del cuarto oscuro. Ubicada en la fila, Alicia recordó el campo de su familia y cómo ahora llegaron la luz y las carreteras. Tony rememoró su barrio de Oruro y resaltó que Evo fue el único candidato en cumplir con las obras que prometió en campaña. Por esos datos de la realidad boliviana aseguraron: “Daremos nuestro apoyo desde aquí”.

Las filas avanzaron de a poco, pero a las 14 cuando faltaban dos horas para el cierre de las urnas, según se había informado desde el consulado boliviano, la hilera se extendía unos 300 metros sobre la Avenida Fernández de la Cruz y hasta llegar a la única puerta de entrada, para las 30 mil personas que debían votar, había que rodear el predio a lo largo de 10 cuadras. “¿Vamos a llegar a votar?”, era una pregunta que empezaba a inquietar a la gente. Mientras, Mario aprovechaba el gentío y junto a su familia ofrecía “mote y queso. Mote y queso”, según gritaba su mujer. También tenía refresco de maní, coco rallado, habas tostadas y, claro, un voto más para Evo.

Unas 500 personas más cerca de la urna, otra Alicia –que como su compatriota también gana 40 centavos por pieza como costurera– esperaba sentada, mientras su esposo hacia la fila, una vez en la entrada iba a poder saltear posiciones porque cargaba con su bebito. Ella llegó de Cochabamba hace varios años y allí quedó parte de su familia trabajando el campo, pero el ex prefecto de ese departamento Manfred Reyes Villar –el candidato opositor con más intención de votos– podría haberse sentado a su lado que ella ni lo hubiese reconocido. “Aquí estamos todos por Evo. El tiene pena por la gente pobre del campo y comenzó a dar atención a los niños”, relató antes de adelantar que desea regresar a su tierra natal.

El plazo de votación tuvo su primera extensión de la tarde, pero la fila todavía cargaba a miles de bolivianos que se comenzaban a impacientar. Susy iba de un lado a otro intentando averiguar qué pasaba con tanta demora. Con su andar dejaba que todos observasen la leyenda de su remera: “Santa Cruz. Viva mi tierra”. Ella podría ser la esperanza del candidato opositor, aliado de todos los prefectos autonomistas que intentaron dar un golpe al gobierno de Morales. El cronista la consultó a la espera de escuchar la primera voz en contra de Evo: “Los prefectos se dedicaron a privatizar todo y se manejan con su camarilla, como lo son los ‘chupetes’ de la Juventud Cruceña que les van detrás. Creo que con el cambio que propone Evo se van a tener que ir”. Manfred estaba destinado a no recibir ayuda desde Argentina para su segunda intentona presidenciable.

La hora de cierre de votación ya no se podía calcular, las autoridades aseguraron que todos iban a votar y extendieron el plazo hasta entonces. Después de una fila de miles de metros, las personas entraban amontanadas por la puerta que da sobre la calle Perito Moreno, frente a la villa 11-14. Muchos intentaron colarse para realizar su sufragio, otros comenzaban a irse al enterarse de que el voto en el exterior no es obligatorio. “Igual gana el Evo”, sentenciaban. Quienes esperaron su momento, corrían por miedo a que les cerrasen las urnas y se encontraban con cientos de personas en la difícil tarea de averiguar en qué mesa sufragar y la única ayuda de 20 computadoras y unos pocos voluntarios de la Corte Nacional Electoral (CEN) para ordenar 155 mesas.

Pasadas las 18, en la mesa 29 todavía faltaban por votar 60 personas. Afuera del predio, Gabriel Flores era uno de los que decidieron no votar y explicó que “todos buscamos un cambio. Colarse, no respetarnos, no es la manera”. A 20 metros, media centena de votantes frustrados escuchaban a Alfredo Amoraga, presidente de la Asociación Civil Federativa Boliviana, que pedía a sus compatriotas denunciar lo ocurrido porque “es un fraude encubierto contra Evo por parte de la derecha que controla la corte electoral”. La bronca no les robó la risa, confiaban en que en su tierra natal hay Evo hasta 2015.

Informe: Nahuel Lag.

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Las primeras elecciones bolivianas en suelo argentino fueron desorganizadas.
Imagen: Rolando Andrade
 
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