EL MUNDO › OPINION

A dónde va Sharon

 Por Claudio Uriarte

La dirección de la “Operación Muralla” ya es clara: se trata de ocupar todas las ciudades palestinas en Cisjordania y Gaza, lo que debería completarse sin dificultades antes de que termine esta semana. Después empezará la parte más violenta del conflicto: la extirpación de las redes de guerrilla urbana que organizan los atentados dentro de Israel, así como la inutilización de la policía palestina, el decomiso de los depósitos y la destrucción de las fábricas de armas. Es en este período que viene que el gobierno de Ariel Sharon va a enfrentar el mayor nivel de presión internacional: todo lo que ganó en estos días en términos de extensión territorial va a tener que volcarlo hacia abajo en términos de profundidad, y el verdadero núcleo de la resistencia no estará en edificios vacíos sino en organizaciones que abarcan desde las guerrillas hasta las mezquitas. Entonces será el período de la guerra sucia.
Esta ocupación no va a ser episódica, como sí lo fueron las irrupciones israelíes en territorios palestinos hasta la operación iniciada la semana pasada. En las anteriores irrupciones, en ciudades y campos de refugiados, los militantes podían huir rápidamente a la primera vista de los tanques, razón por la cual esta vez Sharon necesita reocupar la totalidad de los territorios palestinos para que nada entre o salga o se desplace en ellos sin su control. Eso implica un cierre muy estricto de las fronteras con Siria, Jordania y Egipto y una vigilancia tenaz en las costas del Mar Mediterráneo, que son los lugares de que proviene el contrabando de armas para los palestinos.
¿Hay una vía de retorno a las negociaciones? Sí, pero está cada día más lejos, y es probable que haya un largo período de guerra israelí recrudecida contra los palestinos antes de que se pueda hablar otra vez. Las misiones de la Unión Europea o del Vaticano y las negociaciones en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no van a llevar a ninguna parte por la simple razón de que ninguno de esos actores tiene una influencia decisiva en la zona. Estados Unidos es el único que podría actuar, pero no tiene razones para hacerlo después de tres misiones de mediación por parte del general Anthony Zinni que terminaron en nueve ceses del fuego rotos por los atentados palestinos. Y la posibilidad de derrame del conflicto a la región es baja: ninguno de los Estados árabes está dispuesto a ir a la guerra con Israel por los palestinos y sí en controlar a sus poblaciones; incluso Saddam Hussein sabe que no sobreviviría un ataque químico o biológico.

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