EL MUNDO › LA CONVENCION DEMOCRATA ABORDA UNIDA LA CAMPAÑA

Los Clinton arropan a Kerry

Por José Manuel Calvo *
Desde Boston

El firmamento completo de las estrellas del Partido Demócrata desfila en la Convención de Boston para lanzar al senador John Kerry hacia la Casa Blanca. Bill y Hillary Clinton –el glorioso pasado inmediato y quizás el futuro del partido– se unieron ayer para tratar de traspasar algo de su carisma y de su energía a un candidato que no acaba de llegar al corazón de sus compatriotas. Kerry, que tiene todo lo necesario para ganar –el partido, unido; dinero y un adversario tocado en varios frentes–, necesita que Boston sea su trampolín hacia el reconocimiento popular que le permita ganar en noviembre.
Nadie mejor que Bill Clinton para abrir la Convención. El ex presidente recuerda a los suyos y al país los años dorados de los ‘90. A pesar del escándalo de Monica Lewinsky, Clinton mantiene una popularidad superior al 60 por ciento. El hecho de que su mujer, la senadora Hillary Rodham Clinton, lo presentara anoche en la tribuna envía también el mensaje de reconciliación a los electores, y de que los Clinton trabajan juntos. Hillary, que tiene su propio programa –es un secreto a voces que acaricia la idea de ser candidata presidencial, con lo que la derrota de Kerry acercaría en cuatro años sus planes y podría presentarse en el 2008–, ha sido una incorporación obligada: la dirección del partido no contaba con ella entre los oradores, pero su marido se movilizó y el propio Kerry le pidió que hablara y que introdujera al ex presidente.
Pero Clinton debe tener cuidado de no desbordar a Kerry, de que el rígido y farragoso senador que carece de su magia camaleónica y de su elocuencia no sufra con la comparación. Consciente del peligro, ha limitado su presencia en Boston: el domingo llegó, firmó mil ejemplares de su libro de memorias, lanzó toda clase de piropos al candidato –“me gusta la forma en la que se relaciona con los votantes”– y anoche se deshizo en elogios en su discurso, que electrizó a los 5 mil delegados presentes en el Fleet Center de Boston. Después de su triunfal reaparición, Clinton planeaba abandonar Boston hoy. También para huir de las comparaciones, Kerry no llegará a la Convención hasta mañana y no pronunciará su discurso de aceptación hasta la clausura, el jueves por la noche.
El mensaje de Clinton trató de dar el tono dominante que los demócratas quieren: aprovechar la furia contra Bush que sacude al partido –aún dolido por la muy particular derrota del 2000– y a buena parte del país, pero no convertir estos cuatro días en un rosario de críticas contra el ocupante de la Casa Blanca sino en una exhibición de unidad, de optimismo y de alternativas políticas, económicas e internacionales que hagan atractivo y optimista el voto a favor de Kerry. Clinton, un demócrata al que algunos republicanos y todos los demócratas conservadores votaron, fue anoche la mejor baza para empujar ese mensaje. ¿Qué quieren hacer los demócratas con su candidato en Boston? Quitarle de encima la imagen de político frío y aburrido, disipar el cliché que sus adversarios pintan–” un liberal de Massachusetts que cambia de opinión según de donde viene el viento”– y conseguir que transmita algo de energía, algo de pasión. El presidente de la Convención, el hispano Bill Richardson, gobernador de Nuevo México, lo sintetizó en televisión: “Nuestro objetivo es mostrar el aspecto personal de Kerry: su carácter, su servicio en Vietnam, sus dotes de liderazgo”.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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