EL PAíS › ALBERTO FERNáNDEZ TRANQUILIZó A SUS SEGUIDORES

Un almuerzo sedativo

El ex jefe de Gabinete ratificó su fe kirchnerista. También confirmó que mantendrá la conducción política del distrito. Buscó aplacar así la incertidumbre que provocó su renuncia.

 Por Santiago Rodríguez

Alberto Fernández dedicó ayer dos horas de la tarde a tranquilizar a los dirigentes que encolumnó detrás suyo en los cinco años y dos meses que estuvo en la Jefatura de Gabinete: les dijo que sigue reconociendo a Néstor Kirchner como su jefe, que no tiene planes de saltar a otro espacio y que trabajará activamente en su rol de conductor político del distrito –es el titular del PJ Capital– para apuntalar desde ese lugar la gestión de Cristina Fernández. “La duda que no pudo disipar es qué destino político nos espera si el Gobierno no sale del círculo autista en el que está metido”, explicó a PáginaI12 uno de los K que se sentó a la mesa del restaurante donde Fernández los juntó.

Según explicó a su gente, Fernández se propone justamente trabajar en el plano político para revertir esa situación. Por eso aconsejó empezar a “salir por los barrios” para “no perder contacto con la gente” y señaló que el malestar era señal de que “algo había pasado”.

En la mesa del restaurante del Club Español no sólo había dirigentes de la ciudad de Buenos Aires. El almuerzo lo organizó el titular de la Superintendencia de Servicios de Salud, Héctor Capaccioli, e invitó también a los intendentes bonaerenses Aldo San Pedro (Bragado), Graciela Rosso (Luján) y Joaquín De la Torre (San Miguel), quienes tienen a Fernández como referente. Entre los porteños sobresalían los legisladores Diego Kravetz (titular del bloque K), Silvia La Ruffa, Juan Manuel Olmos, Alicia Bello y Christian Asinelli; el sindicalista Víctor Santa María, Claudio Ferreño y Kelly Olmos.

Fernández llegó al lugar poco después de las dos. La sobremesa terminó cuando el reloj estaba por dar las cuatro y media. Comieron todos lo mismo: una entrada de fiambre con tortilla de papa, un plato principal de carne con salsa de champignones y almendrado de postre. Durante el almuerzo casi no se habló de otra cosa que no tuviera que ver con la política y el futuro de los K.

“Se lo notaba con ánimo, con ganas y convencido de la decisión que tomó”, reseñó a este diario La Ruffa y agregó que “está convencido de que puede aportar mucho más colaborando con la militancia y en el armado no sólo en la Capital Federal, sino también en todo el país”. En la mesa se habló de la posibilidad de que Fernández haga en los próximos días algunas visitas al conurbano.

Una vez que todos estuvieron sentados, Fernández fue el primero en hablar. En su introducción planteó su visión de la coyuntura política. No ocultó entonces su “preocupación”, pero afirmó estar con ganas de “ayudar” al Gobierno y “ordenar” el espacio político K. Fue en ese momento que afirmó que no piensa abandonar el barco kirchnerista.

“Dijo que Kirchner sigue siendo su jefe y que no está en duda su pertenencia al proyecto del Gobierno”, relató Kravetz, quien la semana próxima juntará a Fernández con los doce miembros del bloque de legisladores porteños en un restaurante de Puerto Madero. “Ha sido nuestro referente desde 2004, cuando en la Legislatura éramos sólo seis, y lo va a seguir siendo”, subrayó La Ruffa y añadió que “este almuerzo de hoy (por ayer) termina con la incertidumbre que podía haber tras su renuncia”.

Además de aclarar que su alejamiento de la Jefatura de Gabinete no fue el paso previo a un salto a otro espacio político, Fernández dijo algo que seguramente repetirá en su próximo encuentro con los legisladores: “Hay que volver a enamorar a los vecinos de la ciudad.”

La plataforma de trabajo político de Fernández será el PJ. El ex jefe de Gabinete acompaña a Kirchner en la conducción partidaria nacional y preside el partido en la Capital Federal.

Ninguno de los que estuvo sentado a la mesa en el Club Español pone en duda su condición de conductor político del espacio en el distrito. Las críticas que Santa María le había hecho por su manejo del partido quedaron en el olvido el mismo día del alejamiento de Fernández del Gobierno, cuando el sindicalista salió a respaldarlo públicamente al frente del partido. Según contó Santa María, lo apoyó porque ambos conversaron y Fernández le aseguró que “más que nunca quería ser presidente del PJ”.

En el PJ porteño no hay voces contrarias a los Kirchner porque los disidentes abandonaron en su momento el partido para sumarse al macrismo. Fernández piensa mantener la articulación del partido con otras expresiones de centroizquierda bajo el paraguas del Frente para la Victoria, pero ni así le resultará sencillo conciliar a los porteños con el kirchnerismo. “Siempre tuvimos dificultades en la ciudad y en estos meses caímos por debajo de ese veintipico por ciento que durante estos años habíamos logrado consolidar”, resumió ayer mismo uno de sus hombres a la hora de la sobremesa.

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