EL PAíS › EL CONGRESO DEL PJ REFORZO LA HEGEMONIA DEL DUHALDISMO

Todos los hombres del Presidente

El cónclave peronista funcionó como un violín. Hubo aún más congresales que la semana pasada. Se aprobaron todas las mociones del oficialismo: fecha de internas, inclusión de la elección de autoridades partidarias y nueva junta electoral. Se habló de unidad pero fue una fiesta duhaldista.

 Por Martín Piqué

Eduardo Duhalde se habrá ido a dormir con una sonrisa. El congreso del PJ que se reunió ayer en Obras Sanitarias cumplió con todos sus deseos: ratificó las internas para el 19 de enero, confirmó que las nuevas autoridades partidarias se elegirán el mismo día y creó una nueva junta electoral que ya fue aceptada, con resignación, por el menemismo. Pero el encuentro también le ofreció a Duhalde un escenario para poner en escena todo el poder que cree haber acumulado: 612 congresales de todo el país, siete gobernadores que se ubicaron en el escenario y se sumaron a la Comisión de Acción Política y, por sobre todo, un clima de euforia duhaldista más propio de un lanzamiento de campaña.
Todo comenzó con lentitud y mucho cuidado por los detalles. Los organizadores sabían que la jueza María Servini de Cubría había enviado veedores para inspeccionar el encuentro y que Carlos Menem estaba a la caza de algún argumento que le permitiera impugnar el acto. Por eso, mientras se trató el temario, los asistentes cuidaron el lenguaje y los modales. El entrerriano Jorge Busti, por ejemplo, abrió la sesión instando a que comenzara “un congreso de la unidad peronista” que “respetara la diversidad”. Pero una vez que se terminó de aprobar lo que estaba pautado en la convocatoria, la formalidad derivó en una fiesta. Duhaldista, claro.
El congreso de ayer funcionó casi como una repetición del de la semana pasada: como aquel encuentro (convocado como la continuación de uno previo realizado en Lanús) había sido impugnado por Servini, los organizadores tuvieron que convocar a otro para refrendar lo votado hace siete días. Esta vez, en carácter “extraordinario” y con el “paraguas legal” de que ese tipo de encuentro puede ser convocado si lo pide la tercera parte de los congresales. Por eso, apenas comenzó la sesión, el apoderado del PJ bonaerense, Jorge Landau, aclaró que “para evitar impugnaciones” el congreso había cumplido con lo que dispone la carta orgánica.
Pero para reforzar la legitimidad del encuentro, Landau acudió a la “comisión de poderes”, un grupo de dirigentes que supervisó las credenciales de los participantes y que dictaminó que la sesión podía comenzar porque se encontraban presentes “626 congresales”. Esa cifra no coincidió con la que más tarde notificaron los 30 veedores judiciales que envió la figura más odiada de la tarde: Servini de Cubría. “A la señora jueza le pedimos 20 veedores y nos mandó 30”, protestó el diputado Lorenzo Pepe, cuando terminó la sesión, en medio de chiflidos. Según los delegados de la jueza, habían 612 asistentes. Unos cuantos más que los 585 que se habían asistido al congreso anterior, el 30 de octubre.
El quórum estaba asegurado. Y la sesión comenzó con Busti –que la semana pasada estuvo ausente y ayer asistió con varios congresales– reclamando moderación. “No rompamos todos los puentes, dejemos las manos extendidas para mantener la unidad del peronismo”, pidió desde el palco. Ese pedido, dirigido a los que querían aprovechar el marco para embestir contra Menem, era compartido por casi varios gobernadores que se encontraban en el estadio. Por ese tema se habían reunido, antes del congreso, en la casa de la provincia de Formosa. Y además, para evitar una ruptura, se recreó la Comisión de Acción Política, que estará compuesta por todos los gobernadores y el nuevo titular del congreso del PJ, Eduardo Camaño, que fue nombrado ayer.
Después de los llamados a la conciliación, los congresales aceptaron las renuncias de Duhalde, Carlos Reutemann y José Manuel de la Sota a la mesa de conducción del máximo órgano partidario. Cuando leyeron la carta que escribió Duhalde –y también cuando su esposa Chiche rompió el silencio para pedir que no se votara una moción que podía causar impugnaciones– la audiencia reaccionó con aplausos y algunos vítores. Era una muestra de lo que vendría después, e indicaba quién era la estrella de la tarde. No lo era De la Sota, ni tampoco Néstor Kirchner, los dos candidatos que quieren representar al antimenemismo. Era el propio Duhalde, aún ausente.
La sesión continuó con la designación de las nuevas autoridades. Camaño quedó a cargo de la presidencia del Congreso, y el resto de la mesa quedó integrada por el reutemista Jorge Hammerly, Cristina Fernández de Kirchner, el formoseño Gildo Insfrán, Ramón Puerta y el bonaerense Hugo Curto. Todos ocuparon el estrado, y a su lado se sentaron los gobernadores que estaban presentes: el propio Insfrán, Felipe Solá (Buenos Aires), Carlos Díaz (Santiago del Estero), Julio Miranda (Tucumán), Daniel Gallo (vice de Tierra del Fuego), el cordobés De la Sota –que es candidato pero quiere terminar con su licencia en la gobernación– y Carlos Rovira (Misiones). Una señal de fuerza que el duhaldismo se encargó de subrayar.
Con esas caras en el escenario, que representaban a un amplio arco del peronismo y a varias provincias gobernadas por el PJ, Camaño comenzó con lo más urgente, la aprobación del nuevo cronograma electoral que había quedado pendiente luego de que Servini impugnara el congreso anterior. Entonces, se aprobó por segunda vez la suspensión de las fechas que había fijado el menemismo y se fijó la interna para el “domingo 19 de enero de 2003”. También se extendió la presentación de listas para el 19 de diciembre, y se decidió que los candidatos ya oficializados (Menem, Adolfo Rodríguez Saá y Juan José Mussa) queden habilitados para competir.
Una de las votaciones más relevantes se produjo cuando Camaño recordó una moción de Lorenzo Pepe. El diputado duhaldista había pedido que se fijara el 19 de enero –en simultáneo con la interna presidencial del PJ– la elección de “las autoridades del Consejo Nacional Justicialista”, el ámbito partidario que hasta ahora controla Menem. Se levantaron casi todos los brazos, se aprobó la propuesta y una indisimulada ovación recorrió el estadio. El entusiasmo tenía su explicación: en voz baja, varios congresales reconocían que Duhalde aspira a ser el próximo presidente del Consejo. Y que el 19 de enero, su apellido figurará en las boletas para cargos partidarios, provocando –de paso– un “efecto arrastre” que ayudaría a los candidatos aliados.
La exhibición de fuerza del duhaldismo continuó cuando los congresales crearon una nueva junta electoral, compuesta por 14 miembros. Ocho fueron designados ayer, y los otros seis serán nombrados por los precandidatos. Con esos cambios, el menemismo ya no controlará el órgano clave que supervisa los comicios internos. Sin embargo, ayer a la tarde, los presentes parecían más convencidos de otra posibilidad: que la Cámara Electoral devuelva a la Justicia el manejo de las internas, haciéndolas abiertas y simultáneas como quería Duhalde. Si se produce ese fallo, las fechas se podrían retrasar mucho tiempo. Ese escenario favorecería a Néstor Kirchner, porque atrae más al voto independiente. Anoche, varios dirigentes del PJ bonaerense analizaban con miembros del Gobierno esa probabilidad. Pero hay otra alternativa, y es una apuesta riesgosa: que el candidato no sea otro que el propio Duhalde.

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Una panorámica que da cuenta de la masividad del encuentro realizado en Obras y su homogeneidad.
 
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