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“Queremos un acuerdo ahora”

En un paseo político por el mundo y sus alrededores, el número dos del Departamento de Estado para América latina dijo que Washington apoya un arreglo entre la Argentina y el FMI, pero minimizó su poder para imponerlo. “Anne Krueger es sólo una ciudadana norteamericana”, dijo.

 Por Martín Granovsky

Experto en Lenguas Eslavas, estaba en Moscú destinado como diplomático cuando cayó la Unión Soviética. No pudo llegar al default de 1998 pero en cambio conoció la desaparición de un país tal como se conocía. “Se me terminó el objeto”, sonrió Curtis Struble ayer, ya como número dos en el área latinoamericana del Departamento de Estado, justo cuando terminaba su visita a otro objeto: la Argentina. Si este objeto correrá la misma suerte que aquél es algo que nadie sabe. Struble afirmó que su país quiere “un acuerdo del Fondo Monetario con la Argentina ahora”, pero sonó poco convincente cuando quiso explicar que su país no tiene peso decisivo en el FMI como para imponer ese arreglo.
Struble mantuvo una larga charla con un grupo de periodistas en una sala de la residencia de James Walsh, el embajador de los Estados Unidos en la Argentina. Walsh mantuvo sus costumbres. Los mismos mates de plata en exhibición, las mismas obras de Víctor Hugo en francés ahí atrás, en la biblioteca, los mismos brownies servidos para otros visitantes. Pero el tiempo disponible permitió calibrar mejor que otras veces qué piensa, y qué no piensa, Washington sobre la Argentina. O sería mejor decir qué mensaje transmite Washington a Buenos Aires, más allá de sus hechos concretos.
Lo principal es que quede, nítida, la imagen de que los Estados Unidos quieren un arreglo, pero que ese arreglo con el FMI es un plan para sostener la transición hasta el próximo gobierno.
Consultado por primera vez sobre si los Estados Unidos quieren un acuerdo ya, la respuesta fue tajante: “Sí”. Explicación de Struble: “Duhalde mismo dijo que encabeza un gobierno de transición, y una contribución suya, del FMI y de la comunidad internacional sería llegar a un programa transitorio para facilitar el trabajo del próximo gobierno”.
–Lo ideal –dijo Struble ante una pregunta sobre cómo llegar a un arreglo cuando el Fondo corría permanentemente el arco y la red queda más y más lejos– es que haya un acuerdo pronto. Ahora. Cuanto más se demoren las negociaciones, aparecerán más temas nuevos, porque la situación cambia constantemente. Entonces, cuando las partes ven que se aproxima un acuerdo y quedan pocos temas pendientes, creo que vale la pena el esfuerzo para llegar a un arreglo.
El funcionario, que secunda al subsecretario para Asuntos Interamericanos Otto Reich, ayer de viaje en Brasil, dijo que su país “trata de impulsar una solución más rápida”.
–El Fondo exige que corte el drenaje de dinero por los amparos y pide una resolución de la Corte. Sin defender a la indefendible Corte Suprema argentina, ¿qué opinaría su gobierno si un organismo internacional le exigiera un fallo de su Corte?
–Lo mismo que el gobierno argentino –respondió Struble–. Que el Ejecutivo no puede manejar las acciones de un poder independiente como el Judicial.
–¿Washington decidió escarmentar a la Argentina porque incurrió en default? –fue otra pregunta.
–No, de ninguna manera.
Struble dijo, eso sí, sobre el último default, la dilación del pago al Banco Mundial, que la posición oficial de su gobierno es que “cualquier país con una deuda debe pagarla”, pero advirtió que si la Argentina y el Fondo Monetario llegan a un acuerdo “todavía no es tarde para recuperar la relación con el Banco Mundial, porque los bancos asientan el default más tarde, no inmediatamente”.
Si Struble hubiera terminado aquí sus respuestas, la conclusión sería que los Estados Unidos garantizarán un acuerdo en unos días más. El lunes o el martes que viene, por ejemplo. Conclusión falsa, porque Struble se encargó luego de minimizar el poder norteamericano en el Fondo Monetario a un nivel contradictorio con un presidente que, como George W. Bush, acaba de jactarse ante Bob Woodward de que es un tipo con agallas.
Primer pero de Struble:
–Los Estados Unidos, aun como accionistas minoritarios del Fondo, quieren ayudar a la comunicación entre el Fondo y el gobierno argentino, pero las propue stas no son nuestras sino de los que negocian, y el plan tiene que ser diseñado aquí.
Segundo pero:
–Anne Krueger (la número dos del FMI) no es representante de los Estados Unidos sino una ciudadana norteamericana nominada por mi gobierno para desempeñarse como empleada internacional. Es lo mismo que Kofi Annan: es de Ghana, pero no representa a Ghana como secretario general de las Naciones Unidas. Respetamos mucho a (Horst) Kohler, a Krueger y a (Roberto) Lavagna, pero ellos hacen sus propios análisis.
Ante el primer pero, la pregunta indicó que los Estados Unidos son accionistas del Fondo, pero representan la primera minoría y tienen gran influencia sobre el resto. ¿Cuál es, entonces, la instrucción del Ejecutivo norteamericano a su director en el board del FMI? Struble dijo desconocerla, porque ese funcionario responde al Departamento del Tesoro y no al de Estado. El segundo pero es formal: Krueger era una de las principales asesoras económicas de Bush y mantiene con él una relación personal.
Hubo tiempo, también, para conocer las contradicciones económicas de la Administración Bush.
–Incluso con un conservador como Bush, los Estados Unidos evitaron la recesión gracias al aumento del gasto fiscal. Pero para América latina impulsan la reducción del déficit. ¿Por qué lo que es bueno en Washington es malo en Buenos Aires?
–No soy un experto en economía, pero hay diferencias –dijo evidente Struble–. Corresponde medir si hay acceso al crédito o no, y si hay riesgo de inflación o no.
En otro momento argumentó que hacia América latina no hay ideas “brillantes y nuevas”. Sin nombrarla, rescató la Iniciativa de las Américas de George Bush padre, que en 1990 fijó como prioridades la democracia, el comercio libre y la inversión en la mejora social de la población. La comparó con el Plan Marshall de 1947 para Europa, que también fijó, dijo, una política norteamericana hacia esa región en la segunda posguerra. La verdad es que entre 1948 y 1951 Europa occidental recibió 11 mil millones de dólares de los Estados Unidos, una cifra superior a la actual en términos reales por el tamaño de la economía mundial de ese entonces, y que el 90 por ciento de la suma fue donada. En un tramo de la charla, Struble reconoció que no solo en la Argentina sino también en otros países en los últimos años aumentó la pobreza, y que la escolaridad distó de crecer.
–En los 12 años posteriores al Plan Marshall, Europa avanzó notablemente, pero usted mismo está describiendo que en los 12 años posteriores a 1990 América latina retrocedió en sus índices sociales. Quiere decir que su país aquí fracasó, ¿no?
–No. Es más fácil recuperar una economía, como en Europa, que construir una nueva –dijo Struble–. Por eso espero que la economía argentina se recupere.
Después dio como maravillas a México, “que hace una década era el exportador número 36 del mundo y hoy el número ocho”, y a Chile.
Sobre el Brasil de Luiz Inácio Lula da Silva quiso mantener un tono positivo.
Ante una pregunta sobre las comparaciones entre Lula y el venezolano Hugo Chávez –parangón al que apeló inútilmente durante la campaña el oficialista José Serra–, Struble fue contundente:
–No hay paralelismos. Lula es producto de un proceso totalmente diferente. Además, dio señales de su intención de mantener mejores relaciones con los vecinos del hemisferio, incluyendo a los Estados Unidos.
En cuanto a Venezuela, mostraría el escenario de un país polarizado, política y socialmente, donde la única puerta de esperanza vendría, según los Estados Unidos, del diálogo impulsado por César Gaviria, secretario general de la OEA, para convocar a nuevas elecciones y renovar los mandatos.
–Lula dijo que el Alca tal como está concebido hoy es anexión, no integración –fue otra pregunta.
–Lula dijo que Brasil participará plenamente de las negociaciones, que defenderá sus intereses y que cuando haya un acuerdo que convenga a sus intereses lo adoptará. Es la misma actitud de los Estados Unidos con nuestros propios intereses. La noticia positiva es que Brasil seguirá participando de las negociaciones.
–¿Los Estados Unidos admiten la posición brasileña de negociar el Alca a través de Mercosur y no bilateralmente ni diluidos en un multilateralismo más amplio?
–La agenda del grupo Cuatro Más Uno (Mercosur más los Estados Unidos) establece que uno de los puntos comunes de discusión es el Alca.
Cerca del final, Struble dijo que “la salud de la región depende de la salud económica de la Argentina” y mencionó algo que podría entrar en el juego de la noticia buena y la mala. La buena: los Estados Unidos darán ayuda no reembolsable a un grupo de países. La mala: son países más pobres que la Argentina. El funcionario olvidó decirlo, pero quizás no todo esté perdido y –por favor, corriéndose al interior– una nueva caída del ingreso permita a la Argentina alcanzar una categoría que la saque de la perspectiva del Fondo y la coloque, más bien, un poco más al fondo.

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