EL PAíS › PATRICIA WALSH, CANDIDATA DE IZQUIERDA UNIDA

“Acá habrá una tercera vuelta”

Define a las próximas elecciones como “tramposas y restringidas” y asegura que no resolverán los problemas argentinos, pero igual defiende la importancia de presentarse en ellas como “una forma más de lucha”. También explica su visión del peronismo como peronista y su rol en un frente de izquierda.

 Por Eduardo Tagliaferro

Sorprende encontrarla leyendo los avisos fúnebres del diario La Nación, un rito que suele identificar a los periodistas más inclinados al periodismo de investigación. “Es una costumbre que me quedó de mi papá”, dice cuando Página/12 repara en el tema. Poniendo todo su esfuerzo para superar una reciente afonía, la diputada Patricia Walsh repite entusiasmada los consejos paternos: “Papá solía decir que todo lo que socialmente se oculta, termina siendo publicado en las necrológicas”. Siguiendo la máxima de su padre, el escritor y periodista Rodolfo Walsh, la legisladora de Izquierda Unida comenta que hace pocos días se sorprendió cuando entre las condolencias por la muerte del ex presidente del Banco Central Roque Maccarone, se encontró con la participación del lobbista Carlos Bercún y familia. “Acá hay tercera vuelta”, sostiene ante este diario para explicar que las soluciones que necesita este país no saldrán de las dos probables rondas electorales en las que se elegirá al próximo presidente de los argentinos.
–¿Qué representan para Izquierda Unida las futuras elecciones?
–Son elecciones absolutamente tramposas, restringidas y manipuladas. Hasta el día de hoy existe una gran incertidumbre sobre su realización. Diría que son las más tramposas de los últimos tiempos. Fíjese que el 28 de febrero se cierra la posibilidad de inscribir listas en la provincia de Buenos Aires para comicios que se concretarán después de setiembre. Igualmente somos partidarios de dar la batalla electoral. Término que hoy repiten varios sectores pero que nosotros venimos utilizando hace mucho. Y decimos batalla, porque para nosotros las elecciones son una forma más de lucha.
–¿Quién la acompañará en la fórmula?
–Estamos insistiendo en la unidad de amplios sectores de la izquierda. Hoy nos reuniremos con la dirección del Partido Obrero. Les llevaremos una propuesta concreta de unidad. También tendremos una reunión con la gente del Frente para el Cambio. La fórmula surgirá luego de que se profundicen estas discusiones.
–¿No contemplan la posibilidad de abstenerse?
–Respeto a los jóvenes y compañeros de otras organizaciones que al hablar de la próxima elección dicen: “A mí no me enganchás ni loco”. Entiendo esto pero también reparo en que el voto a ninguno no tiene ningún resultado. Desde la banca de diputados se observa que las 257 butacas están ocupadas, no hay espacios en blanco. Es más, cada vez que se produce alguna vacante porque algún diputado pasa al Ejecutivo su lugar es rápidamente cubierto. Estamos frente a una crisis espectacular e inédita y eso hay que percibirlo. Le pongo un ejemplo de por qué considero que los lugares deben ocuparse: cuando en la sesión de juicio político a la Corte Suprema de Justicia comienza a circular la versión de que faltaban pocos votos para poder acusar a Julio Nazareno, se percibía un fuerte nerviosismo en la bancada oficial. Incluso ésa fue la primera vez que alguien se acercó para preguntarme cómo iba a votar y si no podía llamar a los diputados de Autodeterminación y Libertad, Luis Zamora y José Rosselli para que vinieran a votar contra Nazareno. En esos momentos la banca tiene un enorme valor. La derecha en este país debe estar encantada con que un sector importante de jóvenes se plantee no ir a votar en las próximas elecciones o piensen en no tomar el poder.
–¿No sintió en algún momento que su presencia en el recinto le daba un barniz democrático a las fuerzas mayoritarias?
–El reglamento de la Cámara le da a cada presidente de bloque unos 30 minutos para poder hablar. Así es como después de la última elección, con mi incorporación y la de Zamora al cuerpo, sumado a que algunos diputados fueron cambiando sus posiciones, se da el hecho de que a veces se escuchan unas 4 o 5 horas de discursos opositores. Esto motivó a las autoridades deDiputados a querer cambiar el reglamento y concedernos tan sólo 5 minutos. Si alguien me dice que no servimos para nada y que somos funcionales a los partidos mayoritarios habría que preguntarse por qué quieren cambiar el reglamento. Lo que sí he visto es que hay sectores que se denominan opositores y que son absolutamente cómplices con el oficialismo. En los pasillos o en Pasos Perdidos uno puede ver los manejos que suelen hacer algunas fuerzas para dar quórum o para retirarse luego del quórum o para abstenerse en vez de votar en contra. Jamás me sentí parte de este juego. Incluso llegué a estar horas parada frente a mi banca esperando que fuera el gobierno el que consiguiera el quórum. Cuando la gente repite: “con lo que cobran y no quieren trabajar”, se equivoca. El trabajo de diputado no es estar sentado en el recinto. Para mí la labor de un legislador es conseguir determinados objetivos o impedir la sanción de proyectos antipopulares. Esto no implica, como se dice, que para ser un buen diputado hay que ser abogado. Para ser un buen diputado hay que tener las ideas claras. En el ‘76 los sectores populares sufrimos una tremenda derrota. Pero derrota no es fracaso. Igualmente en esta Cámara yo tengo que dar algunas batallas aunque me encuentre en una gran desigualdad.
–¿Insiste en denominarse peronista de izquierda?
–Cuando uno tiene 50 años, como yo, renunciar a su identidad es renunciar a su trayectoria y a un montón de luchas de las que uno participó. Yo participé con alegría de la campaña electoral que concluyó el 11 de marzo del ‘73, fui a Ezeiza el 20 de junio, me banqué todo lo que me banqué y ahora tengo que escuchar a un diputado como Humberto Roggero que hable de las luchas históricas por las banderas peronistas. Justo ellos que vendieron todo y entre lo que vendieron están las tres banderas del peronismo. Los actuales dirigentes peronistas son unos traidores.
–¿Y qué le dicen en Izquierda Unida cuando usted habla del peronismo?
–Muchas veces me preguntan por qué no resalto más mi perfil peronista. Resulta que yo no estoy construyendo una corriente peronista en Izquierda Unida, estoy levantando un programa de izquierda. Y lo mejor que podemos hacer es dejar al radicalismo y al peronismo en los libros de historia. Y que ellos respondan por los crímenes de la Patagonia o de la Semana Trágica. Mi papá solía decir que en los ‘70 cualquier joven de izquierda conocía más de la historia de la Revolución Rusa que de historia argentina. Según una nota suya, el general Enrique Mosconi se quedaba hasta altas horas de la noche despierto contando las monedas que reportaba la explotación petrolera. Difícilmente a un hombre como Mosconi, lo hubieran embarcado en venderle YPF a Repsol, por ejemplo. Además no es cierto que el radicalismo se haya diluido.
–¿Cómo es eso?
–El radicalismo tiene 4 candidatos. Además de Leopoldo Moreau y Rodolfo Terragno hay que sumar a Elisa Carrió y a Ricardo López Murphy. Que este hombre, que fue fugaz ministro de Economía y largamente ministro de Defensa de Fernando de la Rúa, diga que es la cara renovadora en la manera de hacer política, es demasiado. Que haya jóvenes santafesinos que haciendo campaña por Carrió digan: “no vote más de lo mismo”, es demasiado. Nosotros no tenemos ninguna coincidencia programática con Carrió. No queremos humanizar el capitalismo, ni refundar la república para que el capitalismo sea solidario, transparente, no corrupto y humano. Estructuralmente, y así lo demuestra la existencia de 20 millones de pobres y 9 millones de indigentes, el capitalismo es inhumano, explotador, injusto, bárbaro, oscuro y desigual. En la Argentina el plan les salió bien y por eso hoy tenemos estas cifras dolorosas.
–¿Cuánto conoce del país?
–En esta campaña daré mi segunda vuelta entera por el país. Recorriéndolo pude observar lo duras que son las condiciones del interior. No es casual que los tres candidatos del PJ sean tres señores feudales.Tanto en La Rioja, como en Santa Cruz, como en San Luis no hay prensa opositora, hay una Justicia controlada y fuertes prácticas clientelísticas sobre una población que depende del empleo público. No sólo tienen que ir al acto sino además querer al señor feudal. He escuchado a gente que hablando sobre estos patrones provinciales me dijo: “si yo lo quiero, tal vez él me tire un hueso”.
–Con este panorama, ¿cómo será el desempeño de Izquierda Unida en las próximas elecciones?
–Vamos a tener un crecimiento significativo. Acá hay una tercera vuelta. Será muy difícil que las opciones de centro o de derecha sean verdaderas alternativas. Digo que habrá una tercera vuelta porque el 19 y 20 de diciembre del 2001 pueden volver a repetirse.
–¿Cómo analiza el papel de la izquierda en las asambleas, piquetes y otras formas de lucha que crecieron luego del 19 y 20 de diciembre?
–El 19 y 20 son un punto de inflexión. Esa idea de que las asambleas se desarrollarían de tal manera que serían un instrumento para gobernar hay que revisarla. Es también un tema de debate la manera en la que los partidos de izquierda deben participar de experiencias como las asambleas. Hubo aciertos y fracasos, eso sí, yo tiraría todos los manuales para participar de las asambleas, ya que suele haber cierta tensión entre la izquierda partidaria y la izquierda social. En el movimiento piquetero IU está con las organizaciones Movimiento Tierra y Liberación (MTL) y el Movimiento Teresa Vive. Estamos en todas las luchas, también con los ahorristas ya que nosotros de ninguna manera hubiéramos tomado las medidas que se tomaron para favorecer la concentración económica. La coyuntura electoral es una forma más de lucha.

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