EL PAíS › PAGINA/12 ENTREVISTO A CHICHE DUHALDE EN LO QUE ES EL TACITO COMIENZO DE SU CAMPAÑA PARA SER DIPUTADA NACIONAL

“El proyecto de Menem no puede ir más en la Argentina”

La primera dama explica por qué, después de anunciar su retiro, vuelve al Parlamento. Afirma que Menem no va más y, al tiempo, justifica por qué está siendo menos dura con él. Relata su relación con Kirchner y Scioli. Asegura que el santacruceño ganará las elecciones y describe los porqués de esa certeza. Define qué futuro desea para su esposo, que no es la inmobiliaria ni la presidencia. Dialoga acerca de los jóvenes y la política, del ¡que se vayan todos!”, de Lole, del Plan Jefes y Jefas. Y algo más.

Por Diego Schurman y Fernando Cibeira

El silencio apenas modificado por los sapitos de bronce, que escupen agua en la pileta frente al chalet principal de la quinta de Olivos, no termina de relajar a Hilda “Chiche” Duhalde. La esposa del Presidente fuma sus cigarrillos rubios light y trata de explicar por qué de todas las opciones que se le presentaron eligió volver al Congreso. “Fue un año duro”, dice. Chiche está convencida del triunfo de Néstor Kirchner, sobre todo porque encarna el modelo que propone su marido y porque Carlos Menem ya fue. “El proyecto de Menem no puede entrar más a la Argentina”, sentencia. En los jardines de la residencia, con ese idílico paisaje de bambis y llamas correteando por aquí y por allá, “la mujer que dice que no” recibió ayer a Página/12 como inicio de su campaña a diputada.
–¿Por qué después de haber barajado la posibilidad de ser candidata a vicepresidente y a vicegobernadora, incluso en algún momento la de gobernadora, terminó como primera diputada?
–Porque vengo de un año muy duro. Necesitaba, si bien no abandonar la política porque creo que desde la Legislatura se pueden hacer cosas, no tener tanta responsabilidad. En el Congreso, que a mí no me gustaba en el ‘97, hoy tengo la posibilidad de revisar toda la legislación social.
–Pero dijo en varias oportunidades que prefiere las funciones ejecutivas que las legislativas.
–Totalmente, pero ir de vicegobernadora o de vicepresidenta no es una tarea ejecutiva.
–¿No aceptó porque no quiere ser segunda de nadie?
–No, imagínese que no hace tantos años que estoy en la política y que en algún momento se plantee que vaya como compañera de fórmula tiene que ser un honor. Pero ahora quiero llamarme un poco a sosiego.
–¿No cree que se alargó demasiado el suspenso sobre la vicegobernación?
–Lo que pasó fue que el gobernador no había hablado nunca conmigo. Fueron especulaciones mediáticas
–Cuando Solá dijo que ninguna mujer le decía que no todo hacía pensar que a él ya le habían asegurado que usted lo acompañaría.
–Todo el justicialismo bonaerense quería que yo fuera compañera de fórmula, entonces, es verdad, tiraban mi nombre. Mi marido siempre me dijo que iba a respetar la decisión que yo tomara y que era libre para decidir como me pareciera. Yo, cuando veía que tiraban mi nombre, por un lado me sentía responsable pero, por el otro, no era lo que yo quería hacer. Bueno, impuse mi criterio.
–Por ahí usted quería ocupar el lugar de Solá...
–Yo no me pongo un techo para nada. Si las condiciones se dan y la gente me acompaña, dentro de cuatro años por ahí me lo planteo. Pero así como me entusiasmaba me agobiaba pensar en continuar con esta locura.
–¿No cree que debía jugar un rol más importante en esta elección?
–¿Sabe qué pasa? Se hubiera especulado mucho con que Duhalde se quedaba agarrado al poder a través mío, cosa que me ponía loca. No soy proclive a obedecer órdenes. Hago lo que siento. Y no quería que se interpretara que a través mío Duhalde se quedaba en el poder. Ese era un elemento que también me tiraba para atrás.
–¿Pero esa decisión no afectó políticamente a los candidatos?
–No, la gente sabe que voy a acompañar este proyecto, a trabajar desde mi lugar. Veo a Kirchner crecer en las encuestas, cosa que me da tranquilidad. A Felipe (Solá), con la fórmula proclamada, lo veo también bien.
–¿Y si Kirchner pierde?
–El ballottage se va a definir entre dos justicialistas, puede ser Kirchner-Menem o Kirchner-Rodríguez Saá. Pero hoy las encuestas lomuestran a Kirchner diferenciándose en la medida en que va tomando este discurso, que es el único que la gente quiere escuchar, que es que el país va a salir adelante a través del trabajo y la producción. La gente no quiere más pensar en un país donde las industrias se cierran y donde las riquezas se concentran en manos de unos pocos.
–¿Que le pareció la designación de Daniel Scioli como su compañero?
–Me encantó. Este año y pico que trabajé con él me di cuenta que es un gran tipo, muy trabajador. No va a ser un adorno, va a ser un hombre que va tomar compromiso con algunos temas y los va a motorizar. Lo veo joven y con fuerza.
–Ultimamente no se muestra tan dura con Carlos Menem como en otras épocas. ¿Es un cambio de actitud por la campaña?
–Lo que pasa es que a veces, en este lugar que una ocupa, pareciera que tiene que ser más cuidadosa con sus expresiones. Pero tanto Menem como la sociedad saben lo que pienso de él y de su modelo de concentración.
–¿Por qué, pese a las consecuencias del modelo que menciona, Menem mantiene su intención de voto?
–Es una intención no muy alta. El proyecto que encarna Menem no puede entrar más en la Argentina. No hay ningún país que haya atado su economía al dólar. Sólo Ecuador, y así le va.
–Pero usted misma decía recién que Menem podía entrar en el ballottage.
–Sí, con un porcentaje de votos, con algunas provincias del NOA.
–¿Qué sentiría si llegara a ganar Menem?
–Tendría que replantearme algunas cosas, pensar qué sucede con la sociedad argentina. La verdad es que lo veo imposible.
–Hay una historia de las esposas de los presidentes peronistas que tienen que ver con una actividad volcada a lo social. Los menemistas dicen que ese rol lo va a cumplir Cecilia Bolocco. ¿Se la imagina en ese papel?
–¡¡¡En mi papel nooooooooo!!! Yo he estado este año y dos meses trabajando, trabajando y trabajando.
–¿Por qué le parece que en estos momentos los bonaerenses prefieren un gobernador como Aldo Rico o Luis Patti, según marcan las encuestas?
–No es así. Rico tiene un poco más en su zona de influencia. Va a ganar claramente Solá.
–¿Pero reconoce que hoy no está primero Solá?
–¿Hoy no está primero Solá? Es la primera noticia que tengo. Yo no me guío más por las encuestas que veo en los medios. Solá estuvo sujeto a los vaivenes, si era o si no era y sobre su compañera de fórmula. Pobre, no le fue fácil. Pero ya se organizó y se despegó. Solá, que hace apenas un año que está al frente del Ejecutivo, está haciendo una buena administración. Tiene un problema muy serio que es el de la inseguridad, principalmente en el conurbano bonaerense. Pero es un problema que también tiene la Capital y es de difícil solución.
–Usted el año pasado decía que el mejor candidato a presidente era Carlos Reutemann. ¿Quedó bronca en el gobierno por la decisión que tomó?
–La actitud de Reutemann no fue buena. En lo personal, para su prestigio. El tendría que haber tomado una definición y no la tomó, se mantuvo en una nebulosa permanente. Tendría que haber tenido una actitud más comprometida, con una posición clara ante las cosas.
–Adolfo Rodríguez Saá la criticó por su tarea social: dijo que si mantenían la ayuda en la provincia de Buenos Aires eran porque habían hecho las cosas mal.
–Es la política vieja. La de hacer política en contra de. Ningún candidato hoy se plantea dejar las políticas sociales sin efecto porque fueron las que de alguna manera pacificaron la situación que era gravísima a principios del año pasado. Pero, bueno, están en campaña.
–¿Cómo está la situación de Tucumán?
–Difícil, muy difícil. Hasta ahora estuvimos como los bomberos, apagando el incendio. Yo lo que le pido al gobernador y al equipo del gobernador es la posibilidad de transferirle a un equipo local la acción, porque nosotros nos vamos el 25 de mayo. Que alguien, los candidatos, tomen la posta.
–¿Y?
–No se acercan. El gobernador alguna vez. Pero no demasiado.
–La resistencia de los gobernadores al Gobierno fue desde su inicio.
–Nadie se quería comprometer... a ver si todavía quedaban pegados. Lo veían con poca vida. Cuando las cosas mejoraron lo empezaron a ver a Duhalde rubio, alto y de ojos celestes.
–Kirchner, si gana ¿gana por la gestión de Duhalde?
–Creo que gana por él y porque, de alguna manera, va a encarnar la continuidad del proyecto que estamos llevando adelante.
–¿También se va a buscar la continuidad del proyecto con la candidatura de Roberto Lavagna en al ciudad de Buenos Aires?
–No sé qué va a hacer Lavagna de su futuro.
–¿Qué hará Duhalde después del 25 de mayo? No nos diga que se va a volver a la inmobiliaria.
–No. Le ha ido muy mal en las inmobiliarias. A mí me gustaría liderando todo un proceso de formación de cuadros dirigenciales. Los jóvenes no se atreven a participar de política. Descreen de la política, se la pasan criticando pero nadie se compromete, eso se siente hasta en los viejos. También me lo imagino formando en la administración pública, que nadie sabe lo que es la administración pública. Esa sería una tarea hermosa que podría hacer, y con una experiencia que no tienen otros.
–¿Lo imagina postulándose a presidente? aunque sea más adelante...
–Hoy no. Es un tema que hablamos recurrentemente. Y el me dice que ya no tiene la fuerza de los 50 y que en unos años tendrá menos. Y que está muy cansado de la tarea ejecutiva. No lo veo de nuevo en este lugar.
–Habla de la necesidad de nuevos cuadros dirigenciales. Pero integra una lista de candidatos a diputados bonaerenses junto a casi todo el actual gabinete. En el país del “que se vayan todos” ¿no es contradictorio?
–Para que se dé el cambio generacional primero tienen que estar los jóvenes queriendo participar. Y son muy pocos los jóvenes que hoy les interesa la política. Mientras tanto va a seguir gobernando la gente grande, con experiencia. Y, en el caso particular de esta lista, es un reconocimiento de haberse roto el alma durante este año y tres meses cuando nadie quería formar parte de este gabinete. Se armó prácticamente un gabinete bonaerense porque los gobernadores no venían, no mandaban a sus mejores hombres.
–¿No teme, ante esta falta de respuesta al “que se vayan todos”, que vuelvan los cacerolazos?
–Es una forma de manifestación que seguramente no va a desaparecer. Seguramente habrá situaciones que hagan que en algún momento vuelvan. Eso lo vemos en Uruguay, en Chile. Es una forma de manifestarse. Lo mismo los piqueteros, donde hay de todo. Están los que surgieron por la gran necesidad, la gran crisis social, y otros que son grupos políticos que hacen política. Están mezclados.
–¿Imagina la foto de Duhalde entregándole la banda presidencial a Menem?
–Sin ningún problema. Ninguna persona que cree en la democracia puede hacer otra cosa que entregar la banda a quien el pueblo elige. Son ustedes, los periodistas, los que instalan todo el tiempo la pelea MenemDuhalde sin darse cuenta que la pelea es por el modelo.
–Desde el permanente cambio del cronograma electoral hasta la particularidad de que el PJ presente tres candidatos obedece a esa interna
–No podíamos atravesar la situación del radicalismo que hoy todavía no tiene limado su conflicto. En esta general, en cambio, va a aparecer fortalecido el justicialismo y se va a definir si nació para un modelo de justicia social y producción o para un modelo de concentración de riqueza.
–¿El fallo de la Corte lo ve en esta lógica de la interna del PJ?
–... lo veo como una judicialización permanente de los actos del gobierno, como que hoy no están bien delimitados los roles de cada uno. Lo vemos en la ley de procreación responsable... a veces pareciera que gobierna el único poder que no fue elegido por el pueblo.
–¿Vale hacer alianzas con Kirchner y Scioli, que viene de un palo distinto, para vencer a Menem?
–A Menem, cuando leo que va a dividir la provincia, que va a terminar con todo, que van a tener relaciones carnales con Estados Unidos, que habla del salariazo, que quiere que le diga. Yo a Menem no lo quiero para mi país. Hay que ser responsable a la hora de anunciar cosas. Duhalde siempre dijo que el modelo está agotado. De la Rúa decía “vendo el Tango”. La gente compró ese discurso. Y la gente, en cambio, no creyó en el discurso realista.
–¿Pero la gente le cree a Kirchner, quien el año pasado fue durísimo con el Gobierno y hoy aparece como su aliado?
–Es verdad. Fue duro con el Gobierno, como la mayoría de los gobernadores. Pero nadie le puede quitar que, en general, es un hombre que defiende sus ideas, que llevó una provincia ordenada. Nadie le puede endilgar nada. Pero tiene un discurso que entusiasma.
–¿Es el candidato que usted quería?
–Yo no tenía candidato.
–Pero ensalzó la figura de Reutemann.
–Se visualizaba en aquel momento, pero...
–¿De la Sota fue desahuciado? Por que él fue en un momento el candidato del duhaldismo.
–No sé si fue desahuciado. El prefirió quedarse en su provincia. Habrá sentido que los números no lo acompañaban.
–¿Por qué Kirchner y no Carrió?
–Porque Carrió no puede representar nada. Es un producto mediático. Tiene un buen discurso, con mucha fuerza, es buena en su exposición. Es buena legisladora a la hora de exponer. Pero no la veo con sustento, con base sólida para conducir un país como éste, tan complejo. No la veo con espaldas anchas para saber el momento oportuno para realizar determinadas cosas. Eso lo da la experiencia. Y ella no tiene la más mínima experiencia para ejecutar. Yo la veo como una buena legisladora, que con un buen discurso entró en un sector de la sociedad.
–Dice que debería haber gobernado una provincia.
–Al menos un municipio, un ministerio, que eso da una experiencia de lo que es la administración pública. Los candidatos del PJ por lo menos tienen la experiencia de gestión.
–Díganos, a modo de balance, lo mejor y lo peor del gobierno.
–Lo mejor, la rapidez al ejecutar las políticas sociales que tranquilizaron al país. La Alianza no podían salir de la prueba piloto.
Nosotros pasamos de 40 mil a 2 millones de subsidios.
–Díganos un error.
–Por ahí no haber hecho un control más exhaustivo de los nuevos beneficiarios. En esto nos han hecho mucha trampa. Hay que depurar los padrones. La ministra Camaño tiene muchas denuncias en su poder. Pero hay responsabilidades compartidas, de gobiernos provinciales, municipales, la misma gente que da dos domicilios diferentes para cobrar dos planes. Se sumó la picardía criolla a la falta de seguimiento.
–¿La imposibilidad de renovar la Corte no lo marcaría como un fracaso? ¿El fallo sobre la redolarización no es una muestra en ese sentido?
–No hay fracaso ni error. Cuando uno toma un país en llamas, con doscientos millones de problemas, va como encauzando las cosas de a poco.
–Pero en algún momento el duhaldismo mostró decisión de cambiar la Corte, y después cedió.
–La Justicia es un tema pendiente. Es muy difícil para un gobierno que no llega con el voto popular, solucionar todo del golpe. Seguramente, con el tiempo y la participación, de todos la Corte se irá depurando.
–¿Sigue tachando las paredes, como los presos?
–Sigo sintiendo la sensación de estar presa. Tengo vocación pero no tengo tiempo para disfrutar de nada. Para unos el poder es disfrute total, para otros es trabajo, compromiso.

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Hilda González de Duhalde recibió a este diario en Olivos, dispuesta a contar cómo le fue en “un año duro” y qué espera del 2003.
 
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