EL PAíS

“Vengo con mi perchita”

–¿Se acuerda que usted dijo que no iba a vivir en Olivos?
–Y yo no vivo en Olivos.
–Pero pasa varias noches aquí.
–Una cosa es que yo venga a trabajar. Peroa mi hijos no los van a ver en Olivos.
–Con su promesa de no vivir en Olivos, más que el hecho en sí, lo que usted hizo fue marcar diferencias de estilos de vida con el menemismo.
–Sí, son formas de vivir distintas. Yo no traicioné mi pensamiento. Obvio que prefiero trabajar aquí que en la Casa de Gobierno porque tengo más espacio verde. Pero eso no es vivir. Vivir es estar en contacto con los hijos, ser uno mismo, de no estar rodeado de personal. Acá no tengo una foto de mi familia. Ni la ropa. Yo vengo y me voy. Y si me tengo que cambiar vengo con mi perchita. No me adueño ni me aquerencio con este lugar.
–Usted cuestiona la frivolidad del menemismo. No hace lo mismo al salir en los medios mostrando su lifting en el rostro...
–No. Yo doy todo de mí. Y a veces más de lo que puedo dar. Pero si puedo verme bien voy a tratar de verme bien. No tengo por qué mirar al espejo y verme mal. Eso no significa que todo el día labure para la gente. No soy frívola en ninguno de los actos de mi vida. Por eso mismo admito que cuando me tuve que hacer un retoque me lo hice. Y si me pudiera hacer más me los haría. Es una cuestión de coquetería femenina, no de una actitud de vida.

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