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Séptimo cacerolazo contra la Corte con 9 disfrazados como atracción

Eran jubilados caracterizados como los supremos. Tenían trajes a rayas y grilletes. La multitud les gritó “hijos de Menem”.Hubo distintos cánticos, incluido alguno en catalán. Y continuará.

 Por Victoria Ginzberg

Los miembros de la Corte Suprema aparecieron en la escalinata del palacio de Tribunales. La multitud les gritó: “hijos de Menem”, “hijos de Menem”. Pero no eran los integrantes del máximo tribunal sino nueve jubilados que se caracterizaron con trajes a rayas y grilletes. Los mayores demostraron conocer a los personajes que interpretaban. El que representaba a Augusto Belluscio –que llegó a la Corte con la bendición de Raúl Alfonsín– saludaba con las manos a un lado, el gesto típico del ex presidente. La escena tuvo lugar ayer en el ya clásico cacerolazo de los jueves contra el tribunal, donde todas las semanas se encuentra una forma novedosa de protestar.
Como el jueves pasado, los manifestantes que se reunieron en Tribunales marcharon al Congreso para pedir que la Comisión de Juicio Político avance en la remoción de los ministros cuestionados. A los jubilados vestidos de magistrados presos, que encabezaron la marcha con sus sombreros en manos en actitud de pasar la gorra, lo siguió el coche fúnebre que llevaba el cajón de la impunidad que hizo su aparición en la protesta anterior. El ataúd estaba acompañado por las coronas con las firmas de las causas armas, corralito y Aerolíneas Argentinas. Entre la gente, había un par de ovejitas títeres –una tocaba la cacerola cuando le tiraban de un piolín– sostenidas por dos jóvenes del “Comando de Ovejas Descarriadas de Longchamps”.
El presidente de la Asociación de Abogados Laboralistas, Luis Ramírez, se refirió a la solicitada que salió ayer en el diario La Nación en defensa del juez Gustavo Bossert, firmada por escritores y abogados. “Respeto la actitud de los amigos de Bossert. No lo conozco personalmente, aunque tengo buenas referencias en lo humano. Pero nosotros tenemos la absoluta convicción de que es responsable, aunque en menos medida, del profundo desprestigio de la Corte. Con su presencia convalidó todo lo que pasó en el Tribunal y nunca dijo nada. Los nueve jueces representan el viejo sistema. Para que haya un verdadero cambio y una justicia de la que podamos estar orgullosos nada del viejo sistema debe quedar”, afirmó a Página/12 el presidente de la institución que impulsó los cacerolazos contra el Tribunal.
“Corte Traidora, te va a llegar la hora”, coreaban los manifestantes, entre los que había muchos asambleístas barriales. Los Vecinos Unidos de Caballito llegaron temprano y colgaron su bandera en un lugar privilegiado. Sobre una tela negra habían escrito con aerosol blanco: “En nombre de la política saquearon el país, confiscaron nuestro presente. Evitemos que nos roben el futuro”.
“Sem Justicia nao há democracia”, tenía inscripto en la remera una señora que levantaba un cartel de agradecimiento al cantante Juan Manuel Serrat, quien en España encabezó una protesta por la situación argentina. Al llegar al Congreso, algunos caceroleros adornaron las vallas que lo protegían con papel higiénico. Luego cantaron el himno nacional y golpearon las cacerolas con fuerza. Antes de dar por finalizado el acto, el abogado Pedro Kesselman reiteró que “vamos a acompañar a los diputados que cumplan con el mandato popular y lleven adelante el juicio político a la Corte” y anunció que la semana que viene se realizará un cacerolazo nacional contra el máximo tribunal.

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Los jubilados vestidos de preso hacían gestos demostrando que se dedican a “pasar la gorra”.
Se sumaron al ya clásico coche fúnebre que lleva en un cajón a la impunidad, recién muerta.
 
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