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El motor de la Trafic que voló la AMIA se encontró y escondió

El ex jefe de Bomberos de la Policía Federal admitió en el juicio por el atentado que el motor de la Trafic se encontró entre los escombros y se escondió. No se sabe quién lo ocultó.

 Por Raúl Kollmann

El ex jefe de los bomberos de la Policía Federal produjo ayer la sorpresa: reconoció que antes del jueves 21 de julio de 1994 se encontró, entre los escombros de la AMIA, el motor de la Trafic que fue utilizada como coche bomba. El subjefe de Bomberos coincidió con su par y también dijo haber visto el motor en esos días. Siempre existió la sospecha de que algo así había ocurrido, por cuanto el hallazgo “oficial”, con acta y todo, se produjo recién el 25 y, sin embargo, varios días antes se había emprendido una investigación sobre Carlos Telleldín, el último de los dueños de ese motor. Las preguntas ahora son quién escondió el motor durante esos días, por qué se ocultó y, sobre todo, cuánta gravedad judicial tiene que se determine que el acta de secuestro del motor es falsa. Las declaraciones de los bomberos evidencian las irregularidades de la pesquisa.
El jefe Omar Rago dijo haber visto el motor en el Departamento Central de Policía dos o tres días después de la explosión. Sobre la fecha difícilmente haya confusión ya que Rago presentó su renuncia el 23 de julio junto con la plana mayor de la Federal justamente a raíz del atentado. Esto confirma que vio el motor el día 20. Su segundo, Roberto Corsetti, fue más allá: vio el motor cuando lo encontraron bajo los escombros, a la altura del piso, en la zona central del edificio, en el área de los ascensores. Además, recordó que se veía claramente el número del block del motor secuestrado e insistió en que todo ocurrió en los primeros días posteriores al atentado.
Lo grotesco es que en la causa judicial figura un acta, firmada por personajes bastantes extraños, en la que se acredita oficialmente el hallazgo del motor. La fecha del acta es del 25 de julio de 1994. En su libro sobre el ataque, el periodista Juan Salinas ya había señalado que una de las personas que intervinieron fue, por ejemplo, el subinspector Julio Lopardo, quien había integrado una célula de ultraderecha. En una palabra que el acta en la que se dejó constancia de que se encontró el motor es trucha: no se encontró el 25 sino el 19 o 20.
Esto ya era evidente antes. Por ejemplo, en la causa judicial aparece un escrito intercalado el 20 de julio donde se pide la intervención de los teléfonos de Carlos Telleldín y de toda su banda ¿Cómo iban a pedir esa intervención telefónica si supuestamente no habían encontrado el motor cuyo número fue el que vinculó a Telleldín con el atentado?
El abogado de Memoria Activa, Alberto Zuppi, va más lejos: “Si el motor se encontró el 19 y las intervenciones telefónicas se hicieron el 20 quiere decir que en menos de 24 horas detectaron de quién era la camioneta. Eso era imposible en 1994 porque no existía el registro por número de motor. Acá sabían de antemano quién estaba relacionado con el atentado y era alguien a quien la SIDE conocía”. Esta veta producirá un intenso debate en el juicio.
Por de pronto, la sorpresa de ayer no es que cambie los conceptos en cuanto a cómo fue realizado el atentado ni desliga a Telleldín del ataque. Sucede que “El Enano”, como le dicen a Telleldín, se queda con una carta en la manga: la investigación en su contra se inició a partir de un acta falsa. Es obvio que ante los ojos del juez Galeano se desarrolló una pesquisa irregular en la que incluso se movió en la clandestinidad, durante cuatro o cinco días, un motor que es una de las pruebas fundamentales del atentado.

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Como consecuencia del atentado, murieron 85 personas y hubo más de 200 heridos.
 
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