EL PAíS › EL ACTO POR LOS 19 AÑOS DEL ATENTADO CONTRA LA AMIA

Un día de dolor

Con apenas dos oradores, se repitió el pedido de justicia, el avance de la causa sobre el encubrimiento y las críticas al memorando de entendimiento con Irán.

 Por Sergio Kiernan

Con un fuerte reclamo de justicia y críticas al memorando de entendimiento con Irán, la AMIA marcó los 19 años del atentado a su sede en la calle Pasteur, que dejó 85 muertos y más de 300 heridos. El acto comenzó, como ya es tradicional, a las 9.52, hora en que detonó la poderosa bomba que demolió el edificio el lunes 18 de julio de 1994, y tuvo sólo dos oradores. Uno fue el presidente de la institución, Leonardo Jmelnitzky, que criticó la investigación de la “conexión local” y el encubrimiento del atentado, además de explicar la oposición a un entendimiento con Irán. La otra fue Sofía Guterman, madre de una de las víctimas, que hizo un discurso muy emocional de cerrado rechazo a hablar con Teherán.

La ceremonia arrancó con dos cuadras de Pasteur tomadas por un público silencioso que portaba pequeños carteles con la palabra “Justicia” o con la foto de una de las víctimas. El operativo de seguridad fue amplio pero discreto, con un corte de tránsito de varias cuadras, pero sin fuerzas especiales o francotiradores a la vista. Como siempre se hace, se leyeron los nombres de los muertos, con el público repitiendo un “presente” en cada caso. Enseguida habló Jmelnitzky, que explicó que el atentado es “una herida abierta” que sólo puede “cicatrizar con verdad y justicia”. El presidente de la AMIA siguió definiendo el atentado como un acto “contra todos los seres humanos” y “una tremenda afrenta a Dios”. El terrorismo, explicó Jmelnitzky, “es una ausencia de ciertos valores fundamentales para la vida en sociedad” y una manera de “imponer condiciones políticas por medio de la muerte”.

Luego de destacar la solidaridad de los argentinos al momento del atentado y en estos años, y la sólida condena al terrorismo, el presidente de la AMIA se quejó de que “llevamos demasiado tiempo esperando justicia”. Dirigiéndose directamente al juez Rodolfo Canicoba Corral, que lleva la causa, le reclamó que desde el fallo de la Corte Suprema de 2009 “no hubo ningún sospechoso nuevo, ningún indicio. Pensábamos que habría alguien más que Telleldín (Juan Carlos, el reducidor de autos acusado de proveer la Trafic para el auto bomba), que estarían los que cobijaron a los terroristas, armaron la bomba, la trajeron al estacionamiento aquí a dos cuadras... Nada de eso pasó”. El mismo cargo le hizo al juez Ariel Lijo, por el tramo de la investigación ya elevado a juicio.

Jmelnitzky explicó el rechazo al memorando de entendimiento con Irán, al que llamó inconstitucional entre el primer aplauso del día. El gobierno iraní niega sistemáticamente el Holocausto nazi “por su odio visceral a los judíos” y ante las pruebas recogidas por el gobierno argentino responden que “fueron elementos sionistas los que cometieron el atentado”. El presidente de la AMIA se preguntó “qué interés tendría Irán en ayudarnos a esclarecer lo que pasó si hasta niegan la Shoá”. Para terminar, Jmelnitzky subrayó que rechazaba “todo uso político” de estas críticas al memorando.

Tras una actuación de la cantante Patricia Sosa y la lectura de un texto de Andy Kutnetzoff, fue el turno de Sofía Guterman, que perdió a su joven hija Andrea en el atentado que definió como “algo oscuro y terrible”. En un tono muy emocional, Guterman dijo que “la memoria es como el vidrio, permite que los muertos estén presentes, sean visibles, pero no se puedan tocar” y prosiguió contando historias personales de algunos de los muchos veinteañeros que murieron ese 18 de julio. Luego concentró su discurso en el memorando con Irán, recordando lo dicho por el presidente Néstor Kirchner en 2007 ante la asamblea general de las Naciones Unidas, cuando habló de la búsqueda “inclaudicable” de los responsables.

Guterman colocó al país en la situación de “los países que no colaboran” y atacó con vehemencia al canciller Héctor Timerman, a quien acusó de instalar “una falacia”, la de decir que “es el único modo” de tratar de esclarecer el ataque. De hecho, para la oradora “no es un memorando sino un pacto entre un agredido y un agresor” que “viola la ley, es inexacto e impreciso”. En un paralelo muy extremo, Guterman comparó el documento con un hipotético acuerdo con represores para que aporten evidencias que permitan esclarecer casos de derechos humanos que no se pudieron probar: “¿Acuerdan con los genocidas para destrabar causas? No”.

Según Guterman, Timerman explicó que los interrogatorios a los acusados iraníes tendrían el carácter de indagatorias bajo jurisdicción judicial argentina. “Eso no es cierto”, afirmó la oradora, que acusó que no es lo que figura en el texto firmado con Teherán.

Un párrafo especial del discurso fue dedicado a la Comisión de la Verdad a formar entre Irán y Argentina en los términos del memorando. Para Guterman, esa comisión era un objetivo iraní ya en 2007, cuando criticaron a Kirchner de hablar ante la ONU “por presión de los sionistas”. “Ya entonces propusieron una comisión, y seis años después lo lograron”, dijo la oradora. El problema, anunció, es que “la otra parte es la misma que decía esas cosas hace seis años” y que “si pactamos con ese país, así nos va a ir. Es una utopía pensar que Irán va a entregar a los criminales y admitir su culpa”.

El final fue una invitación a acercarse al frente del nuevo edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina, donde se preservan las chapas con los nombres de los muertos escritos en aerosol, para “orar o reflexionar, cada uno a su manera”.

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El acto en la calle Pasteur comenzó a las 9.52, hora en que explotó la bomba en 1994.
 
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