EL PAíS › COMENZó EL JUICIO POR LA APROPIACIóN DE FLORENCIA LAURA REINHOLD SIVER

“Nunca más pude dejar de pensar en eso”

En el inicio del proceso, Florencia contó que las dudas sobre su origen se multiplicaron cuando quedó embarazada: “Sentí que si me sacaban a mi hijo me moría y eso me hizo un boom”. Su tía Adriana Reinhold definió como “perversa” la conducta de los apropiadores.

 Por Ailín Bullentini

Varias veces Florencia Laura se encontró mirando la foto de los desaparecidos Marcelo Reinhold y Susana Siver en la página web de Abuelas de Plaza de Mayo, cuando su origen aún era un pesado bloque de dudas. Siempre las descartó: no hallaba rasgos en Susana que la unieran físicamente. Pero en 2001 las dudas se transformaron en certezas: “Abrí la carpeta que me entregaron cuando el ADN dio positivo y fue muy shockeante. Los había visto varias veces y eran ellos al final”, reconstruyó ayer la hija de aquel joven matrimonio secuestrado en agosto de 1977, cuando aún ella se gestaba en la panza de su mamá. El de Florencia Laura Reinhold Siver fue el primer testimonio en el juicio contra las personas que la criaron, Juan Carlos Lavia y Serafina Marchese, y el obstetra Francisco De Luca, por su apropiación en enero de 1978. Su versión de los hechos excluye a los acusados de la responsabilidad en el delito: aseguró que cuando cumplió la mayoría de edad, Lavia le confesó que “podía ser hija de desaparecidos” para que “hiciera lo que necesitara” con esa información. Su tía paterna, Adriana Reinhold, quien testimonió después de ella, calificó de “perversa” tal actitud. “Podrían haberla ayudado antes a buscar a su familia, podrían haberla acompañado. No creo que desconocieran su origen”, opinó.

Los testimonios de sobrina y tía consumieron más de la mitad de la primera jornada del juicio a cargo del Tribunal Oral Federal número 5, integrado por los jueces Oscar Hergott, Daniel Obligado y Adriana Paliotti. También se presentaron Augusto, el hermano menor de los Reinhold, a quien la emoción no le permitió explayarse con soltura, y dos primos de esa familia. Miguel Angel Palazzani, a cargo de la fiscalía general 3, representó al Ministerio Público; Alan Iud y Pablo Lachtner lideraron la querella, que quedó en manos de Abuelas de Plaza de Mayo luego de que Adriana Reinhold decidiera delegarla, en 2011, a modo de gesto hacia su sobrina recién recuperada, que no termina de aceptar el juicio contra quienes la criaron. También interviene en el debate Pablo Parenti, como titular de la unidad especializada en casos de apropiación de niños durante el terrorismo de Estado.

Florencia Laura nació el 15 de enero de 1978 en el Hospital Naval de la ciudad de Buenos Aires. Su mamá, Susana Siver, había sido trasladada hasta allí desde la ex ESMA, en donde estaba secuestrada desde mediados del año anterior. Permaneció encerrada con su mamá algunos días. “Eso espero”, confesó ante los jueces. Susana y Marcelo eran militantes de la JUP y de Montoneros, estudiantes de Derecho, jóvenes. El certificado de nacimiento que De Luca falsificó para inscribirla en el Registro de las Personas como hija de Lavia y Marchese miente que nació el 7 de febrero de 1978. Sin embargo, el matrimonio le contó de su “adopción” desde sus primeros años.

Confesión a medias

El tema fue retomado cuando estrenaba la adultez. Ella relaciona la confesión a medias con la enfermedad de Lavia: “Transitaba una enfermedad oncológica y creo que tenía miedo de morir y llevarse eso con él”. Más tarde, Adriana Reinhold, su tía, confesó que le pareció “perversa” la actitud de “esperar a que ella sea mayor de edad para pasarle la responsabilidad” de buscar su identidad.

“Tenía 20 o 21 años cuando Lavia me dijo que quería completar la historia que no me habían terminado de contar de chica, para que hiciera lo que necesitara. Me contó que llegué a la familia a través de un compañero de la guardia, que era médico militar. Me preguntó si sabía quiénes eran las Abuelas (de Plaza de Mayo) y dijo que creía que había una gran posibilidad de que yo fuera hija de desaparecidos. Que si necesitaba completar la historia, que empezara por ahí”, contó la joven. De Marchese no recibió sino conmoción. “La cabeza no me daba para reflexionar y tenía miedo, así que encontré la forma de guardar todo otra vez”, reconoció.

La información brotó en forma de angustia algunos años después, cuando esperaba su primer hijo. Entonces, dijo, “apareció la idea de que había habido un padre y una madre y nunca más pude dejar de pensar en eso. Sentí que si me sacaban a mi hijo me moría y eso me hizo un boom”, intentó graficar. Fue su primer intento de sobreponerse al peso de “abrir esa caja de Pandora”. “La sensación de que fuera yo la que destapara la olla siempre me pareció muy pesada”, dijo. Era 2008 y se acercó a Abuelas, pero solo a preguntar. Dejó un teléfono. Después de un tiempo, se reunió con Manuel Goncálvez.

Cuatro años más tarde, el contacto fue inverso: de Abuelas a ella. “Me dijeron que había posibilidades de que yo fuera hija de desaparecidos y yo les contesté que estaba prácticamente segura de serlo”. Por primera vez pensó en su “necesidad de saber y de reconstruir” su historia por sobre “la de contener” a su familia de crianza: “El deseo de saber y el deseo de proteger chocaban permanentemente”, añadió. Se acercó al Hospital Durand con su esposo y sus hijos. En agosto de 2011 le confirmaron que era hija de Marcelo Reinhold y Susana Siver.

¿Sabían o no?

El “positivo” fue un “palazo en la cabeza” para ella y “de miedo, de angustia, de qué bueno por vos” para Lavia. Ella cree que Lavia y Marchese no sabían. “Yo pregunté y me dijeron que no sabían, así que los corro de la parte más terrible de mi historia, la pérdida de mis padres, la decisión del Estado de alejarme de mi familia”, dijo Florencia. Ese es el punto de roce con su familia paterna. “No creo que las personas que la estaban esperando desconocieran su origen. Es inverosímil pensarlo así de dos médicos que, además, negaron que el anotar a una beba como hija propia, tal como lo hicieron ellos, sea un delito”, consideró Adriana Reinhold a su turno.

En su declaración indagatoria, Lavia negó saber el origen de Florencia Laura. Reconoció, sí, que la recibió de las manos del obstetra militar Aldo Chiappe, un colega del Sanatorio de la UOM de Haedo. Dijo que Chiappe, al saber de la imposibilidad de su matrimonio para concebir, le “ofreció” una beba recién nacida, “abandonada en el hospital”. También, que acudió a su “amigo de toda la vida”, De Luca, para que le fraguara el certificado de nacimiento que le permitiera registrarla como hija propia. “Lo vi como la única posibilidad que teníamos de tener una hija”, declaró durante la instrucción de la causa. Aseguró que “nunca” dudó de la historia de Chiappe, pero que cuando “se comenzó a saber qué había pasado con los desaparecidos” él y su familia vivieron “momentos de mucho terror”. Marchese se acopló a lo dicho por su esposo, a través de un escrito. De Luca negó tener información alguna sobre el origen de la beba de Marcelo Reinhold y Susana Siver.

La elevación fiscal a juicio enmarcó los delitos imputados en el plan sistemático de apropiación de bebés, pensado y llevado a la práctica durante la última dictadura cívico-militar, y consideró al matrimonio que crió a Florencia Laura Reinhold Siver como presunto coautor de la retención y el ocultamiento de su origen biológico, de haber alterado y suprimido su verdadera identidad y como partícipe necesario en la falsedad ideológica de su certificado de nacimiento. Al obstetra, en tanto, lo señaló como presunto autor de la falsificación de ese documento público y como partícipe necesario en los otros delitos. Todos enfrentan posibles penas de una década de cárcel.

“Soy dos historias”

La hija de Marcelo y Susana tomó la decisión de “seguir respetando el afecto que hubo siempre” entre ella y sus presuntos apropiadores. “Yo soy lo que soy por la genética, pero también por su función, muy positiva. Soy dos historias en una”, completó. Mantiene un vínculo “en construcción” con sus familiares biológicos. Para Adriana, la dificultad en esa reconstrucción –“para nosotros es un reencuentro, la esperamos desde siempre”– tiene que ver con “los años transcurridos” y la acción de “quienes impidieron que este vínculo pudiera concretarse antes”. “Vos y nosotros somos víctimas”, aseguró ayer que le repitió “las veces que fue posible” a su sobrina: “Todos estos años –concluyó–, quienes dicen no saber de dónde venía Florencia Laura tuvieron la posibilidad de ayudarla a buscar a su familia. Podrían haberla acompañado”.

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“No creo que desconocieran su origen”, dijo Adriana Reinhold (derecha), en la foto junto a su hija.
Imagen: Fotos: Joaquín Salguero
 
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