EL PAíS › PONTAQUARTO REVELA QUE DE LA RUA LE FIRMABA CHEQUES Y QUE NOSIGLIA LO BUSCO ANTES DEL LLAMADO DEL JUEZ

“Antes de la indagatoria me llamó la secretaria del Coti”

El arrepentido Mario Pontaquarto concedió un reportaje a Página/12 en el que aportó nuevos detalles sobre el escándalo de las coimas en el Senado. “¿Qué funcionario o ex funcionario puede ingresar a la bóveda de la SIDE?”, se preguntó. “Esto le da indicios al juez de la verosimilitud de mis dichos.” También recordó que De la Rúa le tenía tanta confianza como para darle cheques de la UCR de hasta 40 o 50 mil pesos.

 Por Eduardo Tagliaferro

De traje, camisa y corbata, fumando un cigarrillo atrás del otro, con dos custodios en la puerta y otro más en la planta baja del estudio Wortman Jofré, Mario Pontaquarto recibió ayer a Página/12 para explicar nuevos detalles de las coimas en el Senado durante el gobierno de Fernando de la Rúa.
–¿Cuánto más cerca cree usted que está la verdad luego de su declaración?
–Desde el primer momento evalué bien lo que dije. En sus primeras declaraciones incluso el juez (Norberto) Oyarbide dijo que las consideraba verosímiles.
–El juez después lo criticó.
–Fue un golpe bajo. Dijo que tuve dudas y que él me había retado en la indagatoria, cosa de la que hay muchos testigos que dicen que esto no ocurrió. Me descolocó el cambio de Oyarbide. Me quedo más tranquilo con las afirmaciones del juez (Rodolfo) Canicoba Corral que dice que hay plena prueba a través de mi declaración y de los reconocimientos realizados.
–¿No tuvo dudas en los reconocimientos?
–En la SIDE me bajan en un piso y yo digo: “Acá no subí yo”. Porque yo subí a un lugar en el que había un pasillo largo, de 7 0 10 metros. Allí había una puerta donde me hicieron esperar y yo me asomé y vi la bisagra de una puerta de hierro que parecía blindada. Cuando me llevan al octavo piso yo dije: “Es acá”. Bajé del ascensor, caminé los metros que había dicho y estaba la puerta que yo había dicho. ¿Qué funcionario o ex funcionario puede ingresar a la bóveda de la SIDE? Esto le da indicios al juez de la verosimilitud de mis dichos.
–¿El chofer que lo acompañó con los cinco millones hasta el Senado, conduciendo un Renault Laguna blanco, era el chofer de Fernando de Santibañes?
–Era un chofer. Yo no sé si era de él. Manejaba el Laguna Blanco. Ni sé si su oficio habitual era el de chofer. Era un agente de la SIDE. El auto tiene vidrios polarizados pero yo lo vi subir a él solo.
–Usted dijo que el dinero había quedado en su auto en la playa del Senado. ¿El senador Genoud no hizo ninguna gestión para devolverlo?
–Yo manifesté que hasta que se sancionara la ley no lo quería tener yo. Me dicen que lo tengo que tener yo en un lugar seguro. Genoud me lo dice luego de consultarlo con De Santibañes.
–Después de la reunión en la Casa Rosada que usted refirió, ¿el jefe del bloque peronista Augusto Alasino sabía de su rol de coordinador de la maniobra?
–El sabía que yo era la persona indicada para hacer esa operación. Se me había asignado a mí. Todos sabían que yo era el indicado. Cuando digo todos, digo Alasino, Genoud, De la Rúa, Tell.
–Usted también dijo que el senador peronista por Río Negro Remo Costanzo le había reclamado un faltante de dinero. ¿Alguien más le reclamó algo así o le comentó el hecho?
–Al día siguiente de entregarle el dinero a (Emilio) Cantarero, Costanzo me llama a mi celular y me dice que faltaban 50 expedientes.
–¿Cincuenta o 50 mil?
–Fue el único que me hizo llamados de esas características.
–¿Siempre utilizaban el término “expedientes” para hablar del dinero?
–Por lo general se decía de expedientes o documentos. Sobre todo cuando se hablaba por teléfono. Con (la secretaria de De Santibañes) Gladys Mota hablé de los documentos personalmente en su despacho.
–¿Los restantes senadores del PJ no volvieron a hacerle ningún tipo de mención?
–Yo sabía que tenía que hacer la entrega. Cómo la distribuían, no sabía. Cuando Costanzo me dice que faltan 50 yo no sé si eran para él o del total de la suma. Yo había entregado todo y Cantarero me dijo OK.Costanzo me llamó más tarde para decirme que había habido un error y que estaba todo bien.
–A pesar de que usted era el secretario parlamentario del Senado, Martín Fraga Mancini dijo que no lo conoce a usted. ¿Cómo lo explica?
–Yo con Fraga Mancini hablé personalmente en varias oportunidades. Costanzo me había dicho que hablara con él porque estaba muy nervioso. Tanto él como yo estábamos imputados, éramos los dos únicos no senadores imputados. Yo nunca le blanqueé la situación a él y él tampoco a mí. Después del hecho me dijo: “Nosotros tenemos que hacer un gran quilombo, Mario. Al final fuimos los únicos a los que cagaron en la causa. Yo perdí el registro automotor que mi viejo tenía en Pilar, a vos te congelaron en la categoría”. Pero nadie blanqueó el rol que había cumplido cada uno. A él se lo notaba con ganas de hablar, de hacer algo más. En ese momento yo no estaba dispuesto aunque lo venía madurando. Todavía no tenía la decisión de hablar.
–¿Escuchó rumores señalando a Fraga Mancini y a Jorge Cosci, un secretario del pampeano Carlos Verna, en la maniobra?
–No me consta que hayan participado, pero sí, claro que escuché los rumores que decían que habrían participado. Incluso creo que Cosci está imputado en la causa. Lo digo por los diarios y comentarios que hizo en la casa de unos amigos. Pero no me consta el rol que ellos habrían cumplido en esto. Si no lo hubiese dicho.
–¿Antes de este hecho nunca escuchó de maniobras de este tipo?
–No. En verdad yo en el ‘99 durante el gobierno de la Alianza fui secretario y ahí cumplo un rol muy importante. Antes era prosecretario y nosotros éramos una especie de cartón pintado. Los radicales éramos un grupo pequeño. Podía putear todo lo quisiera pero al final se imponían los votos. En esa época era un funcionario de segunda categoría que controlaba que no jodieran a los radicales con la sanción de las leyes, pero nunca supe ni participé de ninguna operación de esta categoría. Si hubo no sé. Por lo menos no me enteré.
–¿Con el tratamiento de esta ley, nunca escuchó versiones sobre de maniobras similares en la Cámara de Diputados?
–No.
–¿Dentro de la UCR usted estaba alineado con Federico Storani. Cuando le proponen participar de esta maniobra, ¿no se le ocurrió consultarlo con él?
–Yo estaba en la CON, siempre participé del sector interno de Fredy. Pero esto no impedía que tuviera una buena relación con (Enrique) Coti Nosiglia. Cuando esto ya había sucedido, Storani me llamó desde el Ministerio del Interior y yo le negué todo. A esa altura yo era un hombre de mucha confianza de Genoud, estaba más con él que con Storani. Decir Pontaquarto y Genoud era decir lo mismo. Genoud me había llevado a ese cargo en la Cámara de Diputados. Me dijo que ésta era una cuestión de Estado, que el gobierno necesitaba la ley imperiosamente, que él no estaba de acuerdo en hacerlo de esta manera pero que si no la ley no salía. Yo creí que lo tenía que hacer y lo hice. Lamentablemente.
–Cuando fue su primera indagatoria, ¿algún senador le hizo algún comentario, sobre el juez, o que no se preocupara por lo que pudiera pasar?
–Todos ellos me decían que en la causa no había pruebas, que no iba a ningún lado, que esto iba a una vía muerta. Tan es así que luego de cuatro meses se dictó la falta de mérito. Yo fui el último indagado, después de Fraga Mancini.
–¿Qué senador le hablaba de la causa o de Liporaci?
–Los imputados originales de la causa, que eran once. Uno escuchaba versiones. Se decía que ellos hacían gestiones para que todo fuera a una vía muerta. Incluso Tell alguna vez dijo: “Con Lipo no pasa nada”. Cuando Gabriel Cavallo tuvo la causa yo ya no hablaba tanto con los senadores. Yo no quería hablar con nadie y quería que todo se terminara cuanto antes. En tiempos de Liporaci incluso más que la falta de mérito se espera un sobreseimiento.
–¿Habló muchas veces con De Santibañes?
–Yo lo vi en la SIDE y luego lo vi muchas veces en su departamento de la calle Maipú. Yo conversaba mucho con él por la propuesta que me había hecho de ir a la embajada en París. Por eso lo iba a ver. Santibañes ya no estaba en la SIDE. Santibañes decía que en la causa no pasaba nada. El no estaba imputado y por eso estaba tranquilo. El imputado era yo. Me decían que estaba todo bien pero cada vez que el tema volvía a los medios el señalado era yo.
–¿No habló de este tema con Carlos Becerra cuando éste sucedió a De Santibañes en la SIDE?
–Hablé con Becerra la propuesta de irme a París. El era el jefe de la SIDE, pero nunca hablamos del tema de los sobornos. Nunca me planteó el tema de los sobornos.
–Cuando el escándalo se hizo público en el 2000, ¿desde la SIDE o desde algún otro lugar lo presionaron para no hablar?
–No, al contrario. Hasta en eso se equivocaron. Nadie vino a hablar conmigo para decirme: “Quedate tranquilo”. Yo no esperaba eso, ya que no estaba en política y había vuelto a la actividad privada para mantenerme dignamente. Nunca nadie tomó contacto conmigo. Estaban muy seguros de que la causa estaba en una vía muerta. Estaban seguros de que si yo, una persona clave, no decía absolutamente nada, esto no prosperaba. Se confiaban en que yo me callara. Todo el mundo se sorprendió de que el arrepentido fuera Pontaquarto. Hubieran esperado que cualquiera fuera el arrepentido pero no yo. El tiro les salió para otro lado.
–¿Genoud no le volvió a hablar del tema?
–Con Genoud hace dos años que no hablo. El se había preocupado mucho por mi indagatoria. Yo estaba tan cercano a él que su preocupación era que lo pudiera salpicar. No le importaba mi suerte sino que yo no lo pudiera joder a él. Parecía que la culpa de todo lo que pasaba era mía. Me esquivaban y parecía que yo era culpable de ser amigo de él. El que me pidió que hiciera esto fue él. En definitiva Genoud no fue indagado en esta causa porque yo no quise. Si yo hubiese confesado antes, la situación hoy sería otra. Yo los salve a todos. Aunque estaba la sospecha, ni Santibañes, ni (Alberto) Flamarique ni De la Rúa nunca fueron cuestionados por la Justicia.
–¿Por qué habló?
–Solamente el que tomó esta decisión sabe lo que pasa por su cabeza. Sobre todo por el después. Si el tema no se esclarece quedás como un mitómano, como un loco, cómo un fabulador. No se sabe cómo puede terminar la historia. Yo no podía vivir tranquilo. Además la gente sabía que esto había pasado y que Pontaquarto había estado. Lo sabían en mi lugar de origen, en el ámbito político, en los medios. Yo tenía que estar preparado para esto, para estar lejos de la familia, andar con custodia, con chaleco antibalas, que te saquen los trapitos al sol de tu vida privada, las debilidades que pude haber tenido. Y esto recién empieza. Por eso dejé pasar tanto tiempo antes de hablar. Yo tenía contradicciones de tipo ideológico.
–¿De qué tipo?
–Había sido un combatiente contra el menemismo en los ‘90 y terminé metido en una corporación a la que cuestioné durante mucho tiempo. Terminé haciendo política igual que ellos. Me lo cuestiono cuando pienso en mis hijos. Les pido perdón a ellos primero y luego a la sociedad. Algunos amigos como Daniel Bravo me acompañaron mucho en esta decisión.
–Usted conocía bien a Alasino y al menemismo. No se le escapa la llegada que este sector tiene en la Justicia. ¿Eso frenó o postergó su decisión?
–Seguro que influyó. Hay indicios, pero ahora hay que sumar pruebas. Pero si Genoud dice que nunca ingresó conmigo a la Casa de Gobierno y luego aparece una foto juntos entrando a la Rosada, bueno, es un argumento de ellos que tambalea. Yo entré muchas veces a la Casa de Gobierno pero al despacho de De la Rúa fue la primera vez. Ese día entramos por la explanada (que da sobre la calle Rivadavia) y no había registros de entradas ni nada por el estilo.
–Luego de la falta de mérito, ¿nadie dentro de la UCR le preguntaba por el caso?
–Nadie me increpaba. Todos repetían: “Mirá lo que te hicieron a vos”. Todos decían que se trataba de una operación de Chacho Alvarez.
–Cuando entraba a la SIDE, ¿adónde iba?
–Siempre al despacho del secretario o al de sus secretarias. Fui al despacho de De Santibañes o de Becerra. Yo no iba solamente del uno al diez. Desde junio (del 2000) yo quería que decidieran el tema mío. Si llamaba por teléfono me decían que no estaban. Cuando cae el gobierno de De la Rúa, vuelvo a la SIDE porque me llama Héctor Maya que queda como segundo durante el gobierno de Adolfo Rodríguez Saá. Subo a su despacho y allí estaba Darío Richarte, segundo de la SIDE durante el gobierno de la Alianza. Cuando ingreso, Richarte le dice a Maya: “Este iba a ser nuestro hombre en París”. Esa fue la última vez que fui a la SIDE y antes de abril de 2000 no había ingresado nunca.
–Se destacó de su declaración que haya desincriminado a Nosiglia, cuyo fantasma siempre sobrevoló por la SIDE.
–Yo no lo desincriminé. Cuando el juez me pregunta por el rol de Nosiglia yo dije que no me constaba que hubiera tenido ningún rol. Después de un tiempo, Nosiglia me dijo: “Alguna vez me vas a contar la verdad de lo que pasó ahí”. Yo le dije: “Quizás alguna vez te cuente”. Y el viernes pasado, cuando tomé la decisión, se lo expresé en una carta. Yo nunca milité con Nosiglia. Así como cuento esto, también cuento que dos días antes de que yo fuera a la indagatoria me llama la secretaria de Nosiglia para decirme que lo llamaron a Coti para preguntarle si yo podía ir a una reunión con Fernando en Pilar. Estoy contando que me llama la secretaria privada de él. Yo pensaba que se trataba de De Santibañes, pero me dicen que en ese momento no estaba en el país. Así que debe haber sido con Fernando de la Rúa.
–¿Volvió a ver a la secretaria de De Santibañes?
–Sí, varias veces en el departamento de De Santibañes. Yo quería saber si salía mi nombramiento por la SIDE en París. No soportaba la presión de la prensa. Era una locura, pero en ese momento yo estaba obnubilado, no medía las consecuencias. Es un acierto que esta designación no haya salido.
–De la Rúa dijo que lo vio una sola vez en su vida. ¿Qué le responde?
–La defensa de los senadores involucrados y la de De la Rúa es sacar el tema de la causa y atacarme a mí. Pero tienen que tener mucho cuidado. Participé de viajes privados en las provincias cuando De la Rúa era candidato a Presidente. Fui con Chacho Alvarez, con (José María) García Arecha, con (Elisa) Carrió a San Juan. Aunque De la Rúa diga que lo votó a (Juan José) Canals como prosecretario, es mentira. De la Rúa me votó a mí, porque yo gané la segunda votación en el bloque. Firmaban cheques a nombre mio cuando era secretario de la Convención para sacar los fondos que nos daba el Ministerio del Interior. Si hoy van a los registros del Banco Nación van a ver cheques recibidos por la UCR a nombre de Pontaquarto por 40 o 50 mil pesos, firmados por De la Rúa como presidente del Comité Nacional. Son pruebas de confianza. No se le firma un cheque por ese valor a cualquiera. Yo no voy a responder los ataques personales. Ellos van a tener que responder a la Justicia, de la misma manera que lo estoy haciendo yo.
–¿Aunque ya había tomado su decisión, dudó en cambiar de punto de vista y no presentarse ante el juez?
–Yo había hablado con Aníbal Ibarra y decidido ir a la Justicia. Pero cuando Página/12 comentó tres días antes que un informe de la SIDE meponía en el centro del tema y se volvía otra vez sobre mí historia, me dije: “Basta, tengo que blanquear esta situación”. Igualmente ya no tenía retorno. Pero le aclaro que no estoy enojado con Página/12. Me parece bárbaro que los medios serios como su diario, que investigan, hayan volcado todo su esfuerzo en esclarecer este caso. Lo que digo es que lo familiar tiene que estar afuera de este hecho, ya que ellos están afuera de la causa. También hay otra prensa, y la estamos viendo. Algunos canales y algunas radios van a lo personal, se paran frente a la puerta de mi casa, se preguntan cómo la hice y cosas por el estilo. Estoy hablando del Grupo de Canal 9 y Daniel Hadad. Ahora dicen todo esto de mí, pero cuando me eligieron como secretario de la cámara me decían que era un tipo brillante. Y ahora soy el diablo. ¿En qué quedamos?

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