EL PAíS › MACRI SE REUNIO CON HOLLANDE Y DIJO QUE EL TABLERO EUROPEO “NO ESTA NADA CLARO”

En París con la mirada en el Brexit

El Presidente argentino compartió preocupaciones sobre la salida británica de la Unión Europea con su colega francés y habló de comercio. Déficit por venta de harina de soja y compra de bienes industriales. La muerte de Rocard.

 Por Martín Granovsky

Con una tasa de desempleo del 10 por ciento y una estimación de crecimiento para 2016 no mayor del 1,5 por ciento, la desesperación económica del presidente francés que ayer recibió a su colega argentino en París es la misma con dos caras: aumentar la venta al exterior de material militar y aviones para paliar la crisis y evitar que el Brexit se consolide como una pesadilla para Europa. Por eso Mauricio Macri repitió su muletilla para estos casos (“la reunión fue muy buena”) pero fue cauto al comentar la perspectiva de un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea: “Espero que más allá del Brexit continuemos avanzando”.

“Le confirmé que la Argentina volvió al mundo y que queremos potenciar el intercambio con Francia y mejorar nuestra balanza comercial”, dijo Macri en declaraciones de prensa posteriores a la reunión con François Hollande, el presidente socialista que ayer estaba conmovido por la muerte de uno de los dirigentes históricos del PS, Michel Rocard.

El treinta por ciento de las exportaciones argentinas a Francia está relacionado con la soja, en forma de harina o porotos. El quince por ciento de sus compras a Francia tienen relación con la industria aeronáutica o automotriz. La balanza fue negativa para la Argentina en mil millones de dólares en 2014 y en poco de menos de esa cifra en 2015.

Después de cuarenta minutos en el Palacio del Eliseo Macri se convirtió en el narrador de su colega francés. Dijo que Hollande le contó que después del referéndum del Reino Unido contra la permanencia en la UE “tuvieron un primer momento de incertidumbre” por el futuro de Europa pero que “con el transcurrir de las horas hubo mayor tranquilidad”.

Aventuró Macri en París: “No creo que, por ahora, la determinación de Gran Bretaña sea de gran impacto”. Y se cubrió de este modo: “De igual forma veremos cómo sigue el tema del Brexit, porque hoy por hoy no está muy claro”.

Más allá de sus declaraciones prudentes sobre el derecho soberano de los británicos a pronunciarse, en privado el pensamiento de Hollande es el mismo que expresaba antes del referéndum de forma pública. Para el presidente francés la salida del Reino Unido es “un riesgo”, “una mala noticia para el Reino Unido y para todo el mundo y no solo para Europa”. La óptica francesa es que la turbulencia se traduciría en perjuicios tanto en transferencia de capitales como en localización de industrias. Una alusión diplomática a la mayor fortaleza relativa que ganarían los Estados Unidos, fortaleza que a la vez la UE no podría compensar mediante un intercambio mayor con China porque el crecimiento es fuerte pero ya a tasas del 6,5 por ciento y no al diez por ciento de antes.

“La entrevista con Hollande ya estaba pautada antes del Brexit y lo mismo la visita oficial a Alemania”, dijo ayer ante la consulta de Página/12 un alto funcionario del gobierno argentino. “Pero después del Brexit a la Argentina le conviene que no se debilite la relación entre Francia y Alemania y por supuesto que tampoco se debiliten las relaciones bilaterales con cada uno de esos países.” Por eso también Macri visitará Bruselas, sede de la Comisión Europea.

Para el gobierno socialista francés el fantasma es un crecimiento todavía mayor de la ultraderecha de Marine Le Pen. En una columna publicada el jueves último en The New York Times, la líder del Frente Nacional escribió que “ante un gran despliegue de valor, incluso al francés más orgulloso no le queda más que quitarse el sombrero y hacer una reverencia”. Para ella, “la reciente decisión de los británicos fue una verdadera muestra de valor, el valor de un pueblo que apuesta todo por su libertad”. Y agregó: “Los electores británicos comprendieron que más allá de los pronósticos sobre el valor de la libra esterlina y los debates de los expertos financieros, solo se hacía una pregunta, a la vez sencilla y fundamental: ¿Queremos permitir que una autoridad nada democrática rija nuestras vidas o preferimos recuperar el control de nuestro destino? El Brexit es, ante todo, un asunto político. Se trata de la elección libre de un pueblo que decidió gobernarse a sí mismo. Aunque toda la publicidad del mundo realce sus bondades, una jaula sigue siendo una jaula y resulta insoportable para el hombre que ama la libertad”.

Tanto en el Reino Unido como en Francia la ultraderecha se monta en el uso de los refugiados como chivo expiatorio de la crisis económica provocada por lo que Paul Krugman llama austericidio, una austeridad fiscal de impactos letales. “Los países de la Unión Europea deben aplicar leyes que no desean, no pueden tomar decisiones sobre su propio presupuesto y se ven obligados a abrir sus fronteras en contra de su voluntad”, se quejó sin vueltas Le Pen, que obtuvo el 18 por ciento de los votos en las últimas presidenciales de 2012.

El compromiso del socialismo francés con la UE quedó refrendado con los homenajes a Rocard, el ex secretario del PS y ex primer ministro 1988-1991 muerto a los 85 años. “Es una gran pérdida para Francia y para la izquierda”, dijo Hollande.

Hijo de un dirigente de la Resistencia Francesa contra el nazismo, partidario del fin de la guerra colonial con Argelia, Rocard fue uno de los referentes internos del PS durante décadas. Lideraba la línea socialista que se decía más comprometida con lo que definía como “modernidad”, en confrontación con la postura más a la izquierda de Jean Pierre Chevénement y el sector, finalmente mayoritario, de François Miterrand, dos veces presidente de Francia entre 1981 y 1995 cuando aún el mandato duraba siete años y no cinco como ahora.

“Yo no integraba su sector pero siempre admiré su criterio de que en política el Partido Socialista debe debatir ideas, proyectos de construcción de poder y políticas, y no slogans o frases”, recordó el argentino Leandro Despouy. Actual representante especial en el área de Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones Exteriores, Despouy estuvo exiliado en París, donde junto con quien sería vicecanciller Alberto D’Alotto y con quien ocuparía la jefatura de Gabinete de la Cancillería Agustín Colombo Sierra, entre otros, fue uno de los impulsores del cerco exterior a la dictadura. Despouy no solo integró las organizaciones de derechos humanos sino que fue militante del socialismo francés.

Rocard fue el autor del régimen de ingreso mínimo para las franjas inferiores de la pirámide social francesa.

Durante la campaña electoral de 2012, cuando Hollande le ganó al conservador Nicolas Sarkozy e impidió su reelección, Rocard criticó las “discusiones vacías” y trazó un diagnóstico negativo de la situación. “Nunca en las últimas décadas vivimos una situación tan peligrosa y ahora estamos frente al peligro de la recesión, de la amenaza de que exploten nuevas burbujas financieras mientras no encontramos la forma de salir del estancamiento y el desempleo”, dijo. También se mostró alarmado por la situación en Medio Oriente.

Con la victoria de Hollande, en 2012, el socialismo se tomó revancha de la derrota de 2007, cuando su candidata Ségolene Royal fue vencida por Sarkozy. Royal, casualmente, fue la compañía de Hollande en el encuentro con Macri en su carácter de actual ministra de Ecología, Desarrollo Sustentable y Energía. Todo quedó en casa. O quedaba: Royal fue la esposa de Hollande entre 1978 y 2007, el mismo año de su derrota.

De la reunión con Hollande participaron también el jefe de Gabinete, Marcos Peña, la canciller, Susana Malcorra, el secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo, y el embajador argentino Jorge Faurie.

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Imagen: DyN
 
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