EL PAíS › EL GOBIERNO CONTRAATACA FRENTE A LA PRESION DEL PODEROSO LOBBY DEL BARRIL

Golpe a petroleras subiendo las retenciones

Vencido el viernes el acuerdo que mantuvo estable el precio de los combustibles, Repsol y Petrobras preparan un alza inicial de 5 a 10 por ciento en el valor interno del barril. Un decreto ya listo les responde elevando las retenciones
al 25 por ciento.

 Por Julio Nudler

El Gobierno tiene listo un proyecto de decreto para elevar del 20 por ciento actual a un 25 por ciento la retención sobre las exportaciones de petróleo, y fijarles a las gasolinas (naftas), que hasta ahora recibían dólar pleno, una retención del 5 por ciento. Esta sería la respuesta a la creciente presión de las petroleras, encabezadas por Repsol-YPF y Petrobras, que pretenden elevar el precio del crudo que proveen a las refinadoras. Su intención es subirlo de los 28,50 dólares por barril, vigentes desde enero de 2003, como precio interno fijo, a 30 o 31 en una primera corrección. Como el acuerdo de precios que regía venció anteayer, los jeques locales del sector amenazan con descolgarse con los nuevos valores esta misma semana, una vez que redondeen su “acuerdo de caballeros”, donde seguramente habrá más acuerdo que caballeros. El equipo de Roberto Lavagna resolvió ante esto defender la estabilidad del precio interno bajando el neto de exportación. De paso, Hacienda lograría una recaudación anual adicional de unos 150 millones de dólares, entre crudo y naftas.
Considerando que el precio mundial del petróleo sigue por las nubes, a más de 37 dólares el barril, una retención del 25 por ciento lo dejaría, a los fines del exportador argentino, a unos 28 dólares, virtualmente nivelado con el hasta el 30 de abril vigente precio local. Sin embargo, no queriendo ir a una guerra franca con el sector, y tampoco inflar la oferta de dólares en el mercado cambiario, Economía respetará el privilegio del que gozan las petroleras al poder negociar fuera del país el 70 por ciento de las divisas que generan con sus ventas externas.
Si las compañías privadas se salieran con la suya, en los surtidores sobrevendrían aumentos de entre 3 y 5 por ciento, con lo que la nafta súper se encaramaría hasta los 2 pesos y el gasoil se acercaría a 1,50. Esto es algo que el flanco político del Gobierno quiere impedir a toda costa. Sin embargo, su anhelo se ve jaqueado por la realidad internacional, que está impidiendo una baja del petróleo. Tensiones geopolíticas, centradas en Irak; el brioso crecimiento de la economía mundial y la insaciable demanda china estropean la base del acuerdo deprecios celebrado en la Argentina para estabilizar el precio de los combustibles.
Ese acuerdo tomó como precio probable un barril a 22 dólares. Cuando se celebró inicialmente, los valores surcaban algo así como un 20 por ciento por encima de aquella referencia, esperándose que luego bajasen. En lugar de hacerlo, hoy orbitan más de un 70 por ciento arriba. Y, a juicio de las petroleras, no hay chance alguna de que en los próximos doce meses se caiga por debajo de los 30 dólares.
Según el acuerdo, suscripto hace 16 meses y prorrogado al vencer, al recibir crudo por debajo del precio mundial, las refinadoras locales –Shell y Esso, por ejemplo, no tienen pozos, por lo que su actividad en el país se inicia en la etapa de refinación– van devengando una deuda con las productoras petroleras toda vez que los valores internacionales planean arriba de los 28,50. Para el caso se utiliza un dólar a 3,35 pesos.
No se pensó que la deuda de las refinadoras crecería indefinidamente, porque cuando el crudo se abaratase, la cuenta pendiente se iría cancelando por sí misma. El refino pagaría entonces por el oro negro más de lo que valdría. Pero esto, infortunadamente, no es lo que ha ocurrido, y las productoras aseguran que ya les deben 160 millones de dólares, para desazón de acreedores y deudores también. Estos preferirían, en todo caso, facturar con aumento a los estacioneros, para que éstos le trasladasen el alza a todo el transporte, colectivo e individual.
A su vez, las petroleras quieren aprovechar esta circunstancia para quebrar el congelamiento del precio interno. Aunque como paso inicial lo elevarían entre 5 y 10 por ciento, el objetivo apetecido es retornar a la libertad total de precios. De todas formas, antes tienen que desfacer entre ellas unos cuantos entuertos, porque el mercado petrolero argentino, donde Repsol-YPF usufructúa de una posición dominante, está muy lejos de corresponder al ideal de los clásicos.
Un punto interesante es que, lejos de evaluar una eventual reducción en las retenciones, Economía piensa aumentarlas, al menos en este caso. Pese a que el FMI y toda la piara liberal verraquean contra este tributo aduanero, tildándolo de distorsivo y digno de abolición, la hueste de Roberto Lavagna le guarda especial cariño. No sólo porque se recauda fácil y expeditivamente, sino porque constituye un instrumento efectivo para influir sobre ciertos precios internos, moderando la extrema inequidad de esta economía. No los impresionan los argumentos de quienes ven en las retenciones un pecado de cerrazón económica.

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Roberto Lavagna, ministro de Economía y Producción: retenciones para reducir la inequidad.
Hacienda recaudaría anualmente unos 150 millones de dólares adicionales sobre crudo y naftas.
 
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