EL PAíS › LULA, ALCA, MERCOSUR, SAN LUIS Y SANTIAGO EN EL TANGO 01

El país y el mundo desde el avión

En las butacas o en el hall de la larga escala en Manaos, los viajeros oficiales hablaron y hablaron. Entre preguntas sobre la salud de Maradona y autógrafos presidenciales a los brasileños, algunas definiciones de fondo sobre vecinos y compatriotas.

 Por Felipe Yapur

A las tres y media de la mañana del sábado el Tango 01 aterrizó en el brasileño aeropuerto de Manaos para reabastecerse de combustible. En el salón Vip, el presidente Néstor Kirchner y sus acompañantes se acomodaron en los sillones. Debían esperar por lo menos una hora antes de retomar el regreso a la Argentina tras cuatro días en los Estados Unidos. Instintivamente, tomaron los diarios del viernes que estaban allí. La noticia principal era la crisis económica que vive el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva y sus consecuencias políticas. Los rostros de la comitiva, que denotaban sueño y cansancio, fueron trocando poco a poco en preocupación. “Está errando el camino. Tiene que decidirse y romper con el neoliberalismo porque debilita al Mercosur”, lanzó uno de los hombres del Presidente. Kirchner no emitió opinión, se mostró distraído y sólo habló para lanzar un rosario de preguntas: “¿Cómo está Maradona? ¿Sigue internado? ¿Me traen agua?”.
Brasil es el socio principal de la Argentina en el Mercosur. El país que conduce Lula estuvo en buena parte de los discursos que Kirchner pronunció en los Estados Unidos. El Presidente se preocupó por destacar la importancia de privilegiar el bloque latinoamericano para hacer frente a las negociaciones comerciales con la Unión Europea y, también, al ALCA que impulsa el gobierno de George W. Bush. Lo hizo frente al auditorio del Council of the Americas, también cuando participó de la charla pública con el profesor de la Universidad de Princeton, Paul Krugman. Luego de que el heterodoxo economista afirmara que el ALCA es “un espejismo” y recomendara al patagónico concentrarse en el Mercosur, Kirchner recordó su charla con Bush, donde le dijo que “los Estados Unidos deberían comenzar a realizar negocios que no les den réditos inmediatos sino a largo plazo”. Ambos festejaron los argumentos. Claro, todavía no habían leído los diarios cariocas.
Según creen los hombres de Kirchner, el problema de Lula está en su excesiva dependencia del ortodoxo ministro de Hacienda, Antonio Palocci. “Está tan preocupado en contentar a los organismos multilaterales que descuida todo lo demás”, repitió uno de los compañeros de viaje mientras pasaba las páginas del diario O Globo. Otro, más duro y menos diplomático, recurrió a las comparaciones: “Parece el gobierno de la Alianza”, dijo mientras el senador radical y catamarqueño Oscar Castillo prefería la publicidad que transmitía la CNN en español. Más allá del tenor de uno u otro comentario, los funcionarios del Gobierno saben que la crisis brasileña puede afectarlos. No tanto por las consecuencias económicas, sino porque se debilita la idea presidencial de que ambos países funcionen como los garantes del Mercosur que llevarán auxilio a los estados más chicos, como Paraguay, Bolivia y Uruguay, al estilo de lo que sucede en la Unión Europea, además de los otros que se sumen con el correr del tiempo.
Asuntos internos
Ante el silencio presidencial, sus colaboradores prefirieron llevar la conversación a temas internos. Saboreando jugos de mango y una que otra gaseosa, la charla derivó a otra crisis, esta vez la que protagoniza el gobernador Alberto Rodríguez Saá en San Luis. Intervenir o no intervenir, era la cuestión entre los interlocutores. Comentaron la torpeza del mandatario provincial para enfrentar los problemas internos y cómo se les está escapando el control de las manos. Sin embargo, por ahora no hay rumores de intervención. Varios reconocen que el Presidente es partidario de esperar, de dejar actuar a las instituciones provinciales.
Sin embargo, sostienen que el problema, a diferencia de lo que sucedió en Santiago del Estero, que estaba manejada por el viejo caudillo Carlos Juárez, es que la provincia puntana está conducida por dos hombres jóvenes, los Rodríguez Saá. A ello se le suma la imposibilidad que tiene la oposición de generar una opción atractiva. Es más, dentro de la heterogénea Multisectorial hay sectores donde el Adolfo todavía despierta simpatías.
Así, antes que San Luis, para el Gobierno lo importante son los comicios que quieren impulsar para noviembre en Santiago: “Sabemos que puede triunfar una versión light de Juárez, pero tampoco se puede pedir mucho después de 50 años de juarismo”, repiten los que hablan con Kirchner.
Paciente pescador
La cercanía cada vez mayor a la Argentina trajo nuevamente el tema de la interna justicialista en el superiluminado salón vip. Allí Kirchner mantenía su atención en un televisor, preguntaba si alguien sabía a qué hora repetiría la CNN la entrevista de su esposa Cristina y firmaba un par de autógrafos a las empleadas que atienen la sala.
“El Presidente no quiere conducir el partido. No está entre sus prioridades, tiene que gobernar”, respondían los viajeros por él. Otro, que lo conoce más, arriesgó: “Néstor tiene la paciencia de un pescador. Esperará todo el tiempo necesario antes de dar el tirón. Todavía hay mucha gente que no se dio cuenta de que su tiempo se terminó en el PJ. Cuando ello ocurra, recién se moverá”, dijo el funcionario a Página/12. Kirchner no pronunció palabra, sin embargo, se pudo detectar un ligero movimiento en la comisura de su labio. Parecía una sonrisa.
No hubo tiempo para más. El comandante del Tango 01 anunció que estaba listo para continuar el vuelo. La gira por los Estados Unidos llegaba a su fin.

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Una oportunidad para la prosa antes de aterrizar en Buenos Aires fue la madrugada de sábado.
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