EL PAíS › MAS DE OCHO MIL PERSONAS LO RECIBIERON EN LA MATANZA

Un piquete para festejar a Alí

En su segundo día en libertad, el piquetero participó de un masivo corte de ruta que le organizaron y anticipó que volverá a Mar del Plata para seguir con su militancia barrial. Emocionado, agradeció a los “miles que lucharon por mi libertad”.

 Por Laura Vales

”Me siento algo mareado porque sólo hace 48 horas que salí. Estoy muy emocionado. Cuando mis compañeros me iban a visitar al penal me contaban sobre las miles de personas que estaban luchando por mi libertad, pero recién ahora me estoy dando cuenta de la situación.” Parado sobre la caja de un camión atravesado todo a lo ancho de la Ruta 3, Emilio Alí parecía aún más chico de lo que es en persona. El piquetero que estuvo un año y diez meses preso por encabezar un pedido de comida a un supermercado, ayer encontró una fórmula sencilla para el agradecimiento: “Sé que estoy en la calle por ustedes”, dijo desde el improvisado escenario del acto con que lo recibieron en La Matanza. Sobre el asfalto, más de ocho mil personas se amontonaban para saludarlo, a lo largo de más de cuatro cuadras. Fue la primera vez en cinco años de piquetes que los desocupados salían a la ruta con un motivo para festejar.
Alí tiene un aire a Discépolo que genera las gastadas de sus amigos, y cierta timidez frente a la ola de simpatía con que se encontró al salir de la cárcel. Parece menor que sus 26 años y, en general, usa un estilo sencillo para todo. Tal vez por eso, ayer en la Ruta 3 Alí ya no era Emilio Alí sino “el pibe”, “el chico” o “Emilio” a secas.
Antes de que pudiera empezar el acto pasó más de una hora entre abrazos y felicitaciones. Tuvo que firmar gorritos, hojas de cuadernos, chalecos de la CTA y de la Corriente. Algunas mujeres, con ese gesto inexplicable que es síntoma inequívoco de admiración, le acercaron sus bebés para que los besara. “Por fin puedo verte”, le gritó una abuela piquetera llegada desde Quilmes que dijo a Página/12: “Me lo merecía, después de todo lo que hicimos por este chico”.
Alí quedó en libertad el jueves a la noche pero todavía está subido al vértigo y las exigencias de una notoriedad que quién sabe si esperaba. El mismo jueves por la noche unos doscientos delegados de la CTA y la CCC lo esperaban en La Matanza para una primera bienvenida. El viernes las radios lo despertaron a las seis de la mañana y estuvo hasta el mediodía dando reportajes; después de comer pasó por la CTA para saludar a Víctor De Gennaro e hizo otra visita similar a la sede nacional de la Corriente Clasista y Combativa. Pasó por dos canales de televisión, donde hizo entrevistas en vivo y volvió a otras reuniones en La Matanza. Terminó el día, ya tarde, en un plenario realizado en Ezeiza. A las once de la noche llegó desde Mar del Plata su mujer, Elita. El sábado tuvo el mismo ritmo.
“Yo no soy símbolo de nada”, contestó ayer en una de las decenas de entrevistas. También anticipó que volverá a vivir en su ciudad y que seguirá trabajando por mejorar las condiciones de vida de su barrio.
El acto en La Matanza tuvo como uno de los temas centrales la cuestión de la unidad entre las organizaciones piqueteras presentes, la Federación de Tierra y Vivienda (que conduce Luis D’Elía) y los desocupados de la Corriente (que encabeza Juan Carlos Alderete), junto a otras organizaciones sociales como el comedor Los Pibes de La Boca. D’Elía y Alderete aprovecharon para plantear que la suya es una “oposición responsable y efectiva” frente a las críticas que vienen recibiendo del otro sector piquetero, el Bloque Nacional, que había cuestionado duramente sus negociaciones con el gobierno por la libertad de Alí.
En sintonía con este mensaje de unidad entre las dos organizaciones, Emilio se había puesto el chaleco amarillo de la CTA y un gorrito de la CCC. En el cuello ya no llevaba la cruz de plata con que salió de prisión: la había regalado a uno de los desocupados baleados en esa misma ruta el 20 de diciembre.
La gente coreó dos cantitos: “Ayayayay qué risa que me da, Cavallo está preso y Emilio en libertad” y una segunda versión que decía “Emilio ya está libre, se lo dedicamos a Hadad”.
Hubo algunos caceroleros de la Capital. “Quiero agradecer a los piqueteros la educación democrática que llegó a nuestros barrios a partirde cada uno de ustedes”, dijo Oscar Panero, de la asamblea de Palermo Viejo. También hablaron representantes de otras organizaciones que participaron de los cortes de ruta por la libertad de Alí, como ex combatientes de Malvinas, la UOM Campana e HIJOS. “Con la libertad de Alí, en alguna medida también logramos aumentar nuestra propia libertad”, dijo Mariano Sánchez, de los jubilados del MIJP-CCC.
Los más cercanos se divertían contando anécdotas sobre la cárcel de Gorina, donde a Alí le tocó compartir la celda con el loco del martillo, un asesino serial de la década del 60 hoy convertido en un viejito de aspecto inofensivo. El penal de Gorina es un instituto modelo donde los presos tienen buenas condiciones de detención. Alí era uno de los cocineros, los fines de semana organizaba partidos de bochas o campeonatos de sapo. Durante algunos meses, los presos accedieron incluso a ver películas por cable.
El loco del martillo participaba de esas veladas de cine. Dicen los amigos de Alí, no sin maldad, que los problemas empezaban cuando la película mostraba asesinatos sangrientos, porque el loco se indignaba ante lo que calificaba de asesinatos truchos y engaños del director. Ante los homicidios de ficción se metía a detallar las verdaderas técnicas para matar.
Alí sólo se ríe y no suelta palabra cuando los otros repiten esas historias. Fue el preso más joven de Gorina y entró y salió de allí seguro de que no había cometido ningún delito al encabezar el pedido de comida a la sucursal Casa Tía de Mar del Plata. “Estaba tan convencido de que el pedido estaba dentro de la ley que lo hizo frente a las cámaras de televisión”, recordó ayer el abogado César Sivo, quien llevó adelante la defensa de Alí durante el juicio oral y redactó el recurso de casación por el que finalmente se redujo la condena (ver aparte).
Emilio se quedará un día más en Buenos Aires antes de volver a su ciudad. Si su condena fue una clara muestra de la criminalización de la protesta social, para los piqueteros la reciente libertad es entendida como un triunfo ganado en las rutas: en el último año y medio no hubo una sola organización de desocupados que no llevara a sus piquetes la consigna por la libertad del preso. Ayer, al cierre del festejo en La Matanza, hubo menciones especiales para la situación de Raúl Castells, detenido bajo prisión domiciliaria y para los más de dos mil ochocientos procesados por haber protagonizado cortes de ruta o tomas de edificios en reclamo de trabajo, en relación a quienes, sostuvieron los piqueteros, se seguirán centrado sus reclamos.

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Con D’Elía y Alderete en el camión atravesado en la Ruta 3 que sirvió de palco en el acto.
 
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