EL PAíS › EL JUEZ FEDERAL RODOLFO CANICOBA CORRAL HABLA DE SUS INVESTIGACIONES Y SU RELACION CON EL GOBIERNO

“La Secretaría de Seguridad pone trabas en la causa de la AMIA”

Entre los tres juzgados que tiene a su cargo reúne casi todas las causas resonantes de los últimos tiempos: AMIA, sobornos en el Senado, sobresueldos y los crímenes cometidos en el Primer Cuerpo de Ejército. Habla bien de Kirchner, pero no perdona a Norberto Quantín. Se reconoce peronista y se defiende de las acusaciones de corrupción.

Por Irina Hauser y
Victoria Ginzberg

Rodolfo Canicoba Corral suele estar de buen humor, bromear y mostrarse dicharachero. Esta vez está hundido en su silla, detrás de su macizo escritorio de juez, con el ceño fruncido y enojado. “Es por los obstáculos que me está poniendo la Secretaría de Seguridad para avanzar en la investigación del atentado a la AMIA”, protesta en cuanto recibe a Página/12. Y enumera una lista de elementos que pidió, desde un scanner hasta espacio físico, que le rechazaron. “¿Saben lo que me contestan?, que no hace al esclarecimiento del caso”, dice.
En su despacho, Canicoba Corral está rodeado de caricaturas de sí mismo en las que lleva sus clásicos anteojos oscuros, tiene una pared tapizada de títulos enmarcados, fotos familiares y un televisor viejo con antena aérea. Este juez federal, que fue señalado por Domingo Cavallo por figurar en la famosa servilleta de Carlos Corach, hoy concentra expedientes cruciales: al de AMIA, que le llegó después de que su colega Juan José Galeano fuera apartado de la causa, hay que sumarle el los sobornos en el Senado, otro sobre el uso de los fondos reservados en el menemismo y el de los crímenes cometidos por la dictadura en el área de Primer Cuerpo de Ejército. El año pasado ordenó la detención de María Julia Alsogaray por el pago de sobreprecios.
Aquí habla del futuro de todas esas causas, del proyecto oficial de unificación del fuero penal, de su debilidad por el peronismo y también de la servilleta, que para él es “un mantel” compuesto por todos los que confrontan con el ex ministro de Economía.
–¿A qué atribuye esa actitud de un área del Gobierno de retacearle colaboración?
–No tengo elementos para mostrar otra cosa que los hechos, pero con eso me alcanza. Si lo que pretendemos quienes estamos consustanciados con esta investigación es llevarla adelante con eficacia, no se explica cómo aparece este tipo de obstáculo en cosas de fácil resolución.
–Usted acusó específicamente a Norberto Quantín. ¿Por qué?
–Porque las trabas que estoy encontrando provienen de la Secretaría de Seguridad, que está a su cargo. El firma las decisiones. Si tiene algún interés especial, lo desconozco.
–¿Qué consecuencias tienen esos obstáculos para la investigación?
–Pedí muchos elementos para poder abocarme al conocimiento de la causa, como scanners y fotocopiadoras. Tampoco tengo espacio, con lo cual no puedo cumplir con la orden de la Cámara de recibir con la mayor prontitud todos los efectos que se encuentren en el juzgado de (Juan José) Galeano. Todo esto me produce demoras y me impide asumir el expediente plenamente.
–Esto parece un tironeo entre la Justicia y el Gobierno porque se cumplen diez años del atentado.
–No puedo juzgar eso. Asumí la causa hace seis meses. Igual es probable que la gente que lleva una década esperando respuestas critique sin mirar a quién dirige el reclamo. Pero pienso que la investigación depende en un noventa por ciento de lo que produzcan los órganos que investigan (como la Policía Federal o la SIDE) y el resto del juez, que dirige la pesquisa.
–¿Cómo evalúa la actuación de Galeano (que fue apartado de la causa)?
–No estoy acá para evaluar su actividad ni la de los órganos de investigación. Hacerme cargo de esta causa después de diez años quizás es una ventaja. El tiempo que se perdió por lo menos nos permite no volver a caer en los mismos errores.
–Pero Galeano tiene acusaciones por cuestiones groseras como haberle pagado a Carlos Telleldín para que culpara a los policías.
–Es una cuestión que analiza otro colega mío. Mi opinión como ciudadano es que si se le pagó a Telleldín para que dijera la verdad, en el marco de la recompensa o no, es una cosa. Si le pagaron para mentir, es delito.
–En la investigación del ataque a la AMIA, ¿quedó totalmente excluida la conexión local?
–Queda parcialmente excluida. Esa conexión es la que está en juicio oral. El meollo de mi investigación apunta a que quienes planearon y ejecutaron el ataque fueron extranjeros. Si encuentro que algún otro argentino participó también será juzgado.
–¿Qué relación hay entre las trabas que usted adjudica al Gobierno y el mal ánimo hacia los jueces federales (los que investigan la corrupción en la administración pública), cuyo poder se busca licuar?
–No puedo concluir eso. Lo que tengo son intuiciones.
–¿Qué le parece el proyecto de unificación de los fueros penales?
–Me comprenden las generales de la ley: el proyecto se refiere con nombre y apellido a nosotros, los jueces federales. Me parece que es técnicamente inadecuado, de dudosa constitucionalidad e iría a contramano de la autonomía a la ciudad de Buenos Aires. Se federalizaría toda la Justicia Penal y quedaría sobredimensionada la Justicia Penal federal. Además, se perdería la especialidad de los juzgados federales.
–El proyecto habla directamente del desprestigio del fuero federal.
–Eso roza la injuria, con toda franqueza. Pero nadie dice nada concreto. Sólo escuché frases como “ya sabemos quiénes son” (los jueces). Si el secretario de Seguridad, que fue fiscal dos años en este edificio, en ese lapso no advirtió ninguna irregularidad que mereciera ser denunciada, no entiendo ahora cómo aparecemos tan cuestionados. ¿Cuál es el desprestigio? Si vamos a los derechos humanos, por ejemplo, la Justicia Federal ha dado respuestas contundentes.
–El desprestigio alude a los vínculos del fuero con el menemismo.
–¿Qué vínculos? ¿Probados por quién? ¿Por una Justicia que por primera vez en la historia detuvo a un ex presidente?
–¿Usted hubiera detenido a María Julia cuando gobernaba Carlos Menem?
–Si hubiera tenido la prueba, sí. Hay delitos difíciles de probar cuando la persona investigada está detentando el poder. Normalmente es la propia administración pública la que tiene que producir la prueba y si no cuento con información se hace difícil. Cuando cambia el funcionario y viene otro que tiene interés en colaborar, aparecen las pruebas.
–¿Nadie lo presionó o llamó para pedir algo durante el menemismo?
–No. Pero aclaro que ese tipo de críticas apareció también cuando estaban los radicales o con el ex presidente Duhalde.
–¿Habla con alguien del actual gobierno?
–Hablé con (Gustavo) Beliz cuando me dijo que por orden del Presidente se ponía a mi disposición para colaborar en la investigación de AMIA. No creo que el diálogo sea espurio, es necesario. ¿De qué manera podría actuar la Justicia cuando hasta el trámite de los exhortos depende de las relaciones exteriores? A los jueces los presionan sus propios sentimientos.
–¿Qué jueces se dejan presionar?
–No sé, pero como en todos los ámbitos humanos debe haber de todo.
–¿Cuándo se sintió presionado por sus propios sentimientos?
–En cualquier caso de trascendencia, donde hay intereses en juego, las decisiones son difíciles de tomar.
–Hay una teoría que dice que los jueces utilizan las causas sobre corrupción o las de derechos humanos para blanquearse.
–Me parece un disparate. Es una manera genérica de pretender condicionar decisiones. Yo cumplí once años como juez federal, y tengo treinta en la Justicia. Nunca tuve un pedido de juicio político serio. Nunca fui sancionado ni acusado por un jury. ¿De qué me tendría que blanquear? ¿Hace cuántos años vengo fallando sobre derechos humanos?
–¿Qué jueces cobraron los famosos sobres, “la cadena de la felicidad”?
–(Se ríe y abre el cajón.) ¿Dónde están? No hay nada. Hasta a un periodista le imputaron que le pagaban los jueces federales. Es muy gracioso. La envidia es una moneda que tiene un precio especial.
–¿Quién los envidia?
–Los jueces federales manejan causas importantes, aparecen en los medios y hay gente a la que eso le gusta. Pero ahora resulta que, con el proyectodel Gobierno vamos a ser todos federales. ¿Por qué? Tal vez haya quienes no quieran dar explicaciones en tribunales.
–¿Por qué lo dice? ¿En 82 juzgados quedarán diluidas las responsabilidades de los funcionarios públicos?
–Probablemente se produzca una dispersión de los expedientes.
–¿La historia de la servilleta también es un mito?
–Un mantel ¿no? Cada uno de los que tuvieron que llevar una causa contra Domingo Cavallo fueron paulatinamente incluidos en la servilleta. Tampoco sé si existió, tal vez hubo algún juez amigo de alguien, pero no dudo que lo que empezó como servilleta terminó como mantel. Y si hilara más fino vería que esta reforma abarca a aquellos que de alguna manera tuvieron algún inconveniente con el ex ministro.
–¿Lo siente como un ataque personal?
–No deja de ser un ataque personal. Igual creo que es un sector chico de la administración el que está promoviendo esto.
–¿El mismo que usted dice que obstaculiza la causa AMIA?
–Fantasmas no existen, pero que los hay los hay.
–¿Tuvo militancia política?
–En cierto modo, en el peronismo. En mis tiempos universitarios.
–¿Fue menemista?
–Fui peronista mucho antes de Menem.
–¿Qué piensa del gobierno de Néstor Kirchner?
–Me parece muy auspicioso. Ha refrescado la política y producido un cambio grande en la mentalidad de la sociedad, que tiene más esperanza.

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El juez Rodolfo Canicoba Corral dice que “no sabe” si Norberto Quantín tiene algún “interés especial” en la causa AMIA.
 
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