EL PAíS › EL PRIMER ENCUENTRO ENTRE DUHALDE Y KIRCHNER

El mal menor

El regreso de Kirchner disipó la imagen de ingobernabilidad y su primer encuentro con Duhalde se produjo, como quería, en un marco institucional. Restan decisiones de fondo, como qué hacer con el Partido Justicialista. Kirchner podría reconsiderar su aversión a conducirlo, con las ventajas obvias pero el riesgo de indiferenciarse de la denostada corporación (o mejor sería decir generación) de los viejos políticos como Duhalde y Alfonsín. CGT, piqueteros, Iglesia y elecciones en la agenda.

 Por Horacio Verbitsky

Cien días pasaron hasta que el presidente Néstor Kirchner y el ex senador Eduardo Duhalde volvieron a verse las caras. El único tema del que hablaron fue la ampliación del Mercosur, con la incorporación de un nuevo país asociado, Venezuela, y de un observador, México. Lo hicieron por pocos minutos y en presencia de otros presidentes. También se dedicaron cortesías protocolares en las respectivas intervenciones. Después, cada uno se fue como había llegado, en aviones y con rumbos distintos. El clima de crisis e ingobernabilidad que se instaló durante los once días en que Kirchner estuvo fuera del país, en viaje hacia o desde China, se disipó a su regreso. Por medios públicos y privados, Duhalde hizo saber que se reuniría con el presidente y que en esa cumbre se tratarían los temas que habían ocupado al país en esos días. Kirchner tenía otra idea y la impuso. El mensaje es claro: la relación debe ceñirse a los roles institucionales que cada uno desempeña. Pero esto no coincide con las aspiraciones de tutoría y padrinazgo de Duhalde, quien debe conformarse a la dimensión que el presidente le reconoce, como aprendió el ahora disciplinado vicepresidente Daniel Scioli, o enfrentarlo en el terreno político, con consecuencias impredecibles.

Sólo con la verdad

Durante toda la semana, Kirchner apabulló a Duhalde con una actividad incesante que cubrió buena parte del país, sin dejarle otra alternativa que la de tirarle algún golpe bajo al pasar, como el reportaje del jueves en el que habló del estilo confrontativo. El lunes, Kirchner viajó con varios ministros de su gabinete a Chubut y Río Negro, provincias castigadas por catástrofes naturales producto de desbordes meteorológicos. Primero en Esquel y Trevelín y después en Bariloche visitó a los damnificados y entregó subsidios de emergencia y anunció inversiones para reconstruir lo perdido. En Bariloche fue bien recibido en los barrios más pobres, por los que no se asoman ni el gobernador ni el intendente. Cuando la prensa le inquirió por Duhalde, replicó que estaba allí para trabajar. Por la noche, presidió la primera ceremonia castrense distendida de su mandato. Había encomendado a las plumas del secretario legal y técnico Carlos Zannini y de la senadora Cristina Fernández de Kirchner que incluyeran un generoso reconocimiento a las posiciones autocríticas de los jefes de la Armada y el Ejército, Jorge Godoy y Roberto Bendini por el desempeño de esas fuerzas durante la guerra sucia militar contra la sociedad argentina. “El rechazo categórico a los hechos aberrantes y agraviantes a la dignidad humana, la ética y la ley cometidos en la aciaga noche dictatorial, es lo que pone a las Fuerzas Armadas en rumbo al reencuentro total con la sociedad argentina”, dijo en esa cena de camaradería. Para Kirchner la historia de las instituciones sólo “se construye con la verdad”.

De reojo

El martes inauguró un Banco de Tierras, que relevará propiedades y terrenos fiscales a usarse en los planes de viviendas que el gobierno está preparando y que podrían producir 60 mil unidades en una primera etapa, con la creación de 200.000 puestos de trabajo. Durante esa ceremonia replicó al Arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, quien había formulado vaticinios apocalípticos en un programa de televisión sobre un presunto descontrol social. Kir-
chner recordó que Aguer había sido fiador del procesado banquero Francisco Trusso y supuso que sólo veía a los pobres por televisión. Aclaró que no se trataba de un ataque a la que llamó “mi Iglesia” sino una crítica a uno de sus pastores. Más allá de la habitual reacción corporativa, dentro mismo de la Iglesia Aguer ha sido objeto de severas críticas, incluso con la afirmación de haber entregado a la dictadura militar a un sacerdote que nunca reapareció (ver “Ser o no ser”.)
Luego Kirchner viajó a Rosario, donde lo recibieron juntos el gobernador peronista Jorge Obeid y el intendente socialista Miguel Lifschitz. También había militantes justicialistas y piqueteros, que compiten por la representación social y se miraron de reojo, pero no llegaron a trenzarse, como sí ocurriría el viernes en Tucumán. En Rosario, Kirchner entregó un subsidio a las Madres de Plaza de Mayo para el Museo de la Memoria que se erigirá donde estuvo la jefatura de policía. También firmó convenios para obras viales y edilicias. Cuando le preguntaron por Duhalde respondió que estaba haciendo un buen trabajo en el Mercosur.

Paracaidistas húngaros

El miércoles anunció la inversión necesaria para construir en Paraná una planta potabilizadora de agua, que había prometido durante la campaña electoral. Se mofó de quienes dicen que discute demasiado. “Pareciera ser que valen más los modos y las formas que la realidad”, ironizó. En varios de esos actos repitió una metáfora ingenua. Dijo que prefería ser un pingüino (como gusta llamarse, simulando que algún malvado interlocutor se lo enrostra en forma despectiva) y no un vampiro de los que saquearon al pueblo en los gobiernos anteriores, a los que no identifica. No fue el atónito Duhalde, sino la desenfadada Elisa Carrió quien reclamó por lo que ambos líderes opositores consideran una negociación pendiente entre el Poder Ejecutivo y su antecesor. Ante el conflicto, Kirchner reacciona como un gobernador provincial, inaugurando obras, sentenció Carrió, quien venía de participar en un encuentro panradical con importantes figuras del gobierno de Fernando de la Rúa. “Parecen paracaidistas húngaros, que acabaran de aterrizar en el país”, los desdeñó Kirchner. El Apocalipsis según Carrió se regodea con un enfrentamiento final de Kirchner con Duhalde, entre quienes, sin embargo e increíblemente, la ex diputada no parece percibir grandes diferencias, como si lo que hubiera en juego fueran cuestiones personales.
Esa noche el Senado aprobó con los dos tercios requeridos la incorporación a la Corte Suprema de Justicia de la ex camarista Carmen Argibay, contra quien el Episcopado católico había desarrollado una insidiosa operación de bloqueo, que contó con la adhesión de varios senadores justicialistas, como Eduardo Menem y Antonio Cafiero. Los efectos de la edad quedaron en evidencia, cuando el senador duhaldista fundamentó en contra y se pronunció a favor de Argibay, porque no sabía qué botón debía oprimir. La remoción del cardumen menemista de la Corte y su reemplazo por jueces cuyos antecedentes aseguran que actuarán con apego a sus convicciones y no a las conveniencias del gobierno avanza en una dirección imprescindible, que es la reconstrucción institucional. Que los peores momentos en un año de gobierno hayan ocurrido en ausencia del presidente (por enfermedad o por viaje) revela hasta qué punto las personalidades fuertes reemplazan el sostén que en sociedades menos destruidas debe esperarse de las instituciones y no de las personas.
El Senado también sancionó la ley de “Responsabilidad Fiscal”, como llama el Fondo Monetario Internacional a los ajustes de gastos e inversiones. El domingo, desde su residencia del Gran Buenos Aires Kirchner habló por teléfono con aquellos gobernadores que no habían integrado la comitiva a China pero cuya palabra era importante para la aprobación en el Senado de la nueva ley. De ese modo se aseguró que, con algunas modificaciones impuestas por la realidad de las endeudadas provincias argentinas, el proyecto siguiera su curso sin contratiempos. Su cumplimiento posterior es discutible, pero de lo que se trata ahora es de no suministrar un pretexto a los organismos internacionales para el reclamo por compromisos y condiciones incumplidas. Al mismo tiempo, la ley en ciernes sirve al gobierno nacional para controlar a los provinciales, de cuyas cuentas será auditor, lo cual además de su obvio contenido económico, tiene un equivalente valor político. Pero además, sirvió para desactivar las especulaciones de quienes ven la gobernabilidad comprometida por los desacuerdos con Duhalde, que esta semana quedaron redimensionados a su verdadera medida. Colaboradores del ex senador dicen que si se siente muy acorralado cerraría un acuerdo con el hombre de negocios dudosos Mauricio Macri y con su ex compañero de fórmula, Carlos Menem. De hecho, en la última elección de la Capital tanto Duhalde como Felipe Es Felipe apoyaron a Macri en contra de Aníbal Ibarra, lo cual relativiza el valor de esa eventual jugada duhaldista.

Mercosur

Kirchner también voló a Misiones para participar en la cumbre ampliada de presidentes del Mercosur, donde por fin Duhalde pudo verlo de cerca. Además de las deliberaciones formales, Kirchner se reunió con el presidente de Chile Ricardo Lagos, quien dio por superado el incidente por la provisión de gas. Es notable que en cuanto el gobierno aceptó estudiar un cronograma de aumentos escalonados, los temores a la escasez y el corte del suministro se desvanecieron como un ectoplasma. También coincidió con el presidente de Brasil, Lula, en remitir a la negociación entre empresarios de los dos países las cuestiones comerciales que llevaron a la Argentina a restringir el ingreso de electrodomésticos brasileños, de modo que no perturben el afianzamiento de una identidad regional única, ampliada ahora a Sudamérica (como quería Brasil) y con un pie en el Norte mexicano. En la reunión se constituyó el tribunal permanente de revisión de controversias, tímido paso hacia la institucionalización del grupo, tan necesitado de esas instancias como la propia Argentina. En la apertura de la cumbre, Kirchner dijo que el Mercosur debe servir para reducir la pobreza y la exclusión social y hacer prevalecer el bien público sobre los intereses particulares y sectoriales. Para ello la política y las instituciones deben recuperar credibilidad en cada país. Como el Mercosur se constituyó bajo el monopolio del pensamiento neoliberal, los países miembros se incorporaron sin políticas de defensa de su propio interés. Se pagó por ello un enorme costo en términos de pobreza, exclusión y ensanchamiento de las brechas de desigualdad social. Sólo estados fuertes que garanticen el pleno ejercicio de la ciudadanía podrán avanzar hacia un nuevo lugar de la política y una nueva concepción de la integración, dijo. También destacó el multilateralismo, para el cual es imprescindible la unidad política de la región y el establecimiento de instituciones sólidas y duraderas. En vez de igualar hacia abajo, precarizar el empleo y deteriorar las condiciones de vida para atraer inversiones externas, instó a “construir un mercado ampliado, en el contexto de una ciudadanía más plena, de una mayor satisfacción a la demanda de nuestros pueblos”. En forma contradictoria con esta reivindicación del rol del Estado, Kirchner descartó lo que llamó “proyectos de aislamiento y autosuficiencia”.

Jueves

El jueves, de regreso a Buenos Aires, voló hasta el astillero de Río Santiago en compañía del presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Kirchner se armó de paciencia durante los folklóricos discursos del gobernador Felipe Es Felipe, quien estaba en el pico superior de su ciclotimia, y de Chávez, quien logró constreñir su oratoria a poco menos de una hora, en la que exaltó a Perón, Evita, Marx, Bolívar, San Martín y el Che y denostó a Bush. Cuando ambos concluyeron, Kirchner precisó en pocas sobrias palabras que lo acordado con Venezuela era, por ahora, el mantenimiento en Río Santiago de la flota de Petróleos de Venezuela y, más adelante, la construcción de ocho tanqueros para su flota. El contrato, por unos 500 millones de dólares, permitiría triplicar o cuadruplicar el empleo actual durante un lustro. El astillero fue absorbido hace unos años por la provincia de Buenos Aires, luego de insistentes movilizaciones obreras, para impedir su privatización o desguace. Los dos presidentes también anunciaron la creación de la empresa conjunta Petrosur y de un canal de televisión argentino-venezolano. El momento más llamativo de la ceremonia se produjo cuando Chávez miró las imponentes y decaídas instalaciones y le hicieron recordar una frase famosa de Eva Perón acerca de la bandera y las ruinas. Chávez señaló que la ostensible falta de inversión en el astillero respondía a una estrategia clásica del neoliberalismo, “para después venderlo barato”. El acuerdo parece haber llegado a tiempo para cambiar el final de esa historia, como también ocurre con más de un centenar de fábricas recuperadas por sus trabajadores, pese a la ley de quiebras de Cavallo y De la Rúa que favorece el vaciamiento por sus ex propietarios.

Decisiones

Priorizar proyectos de inversión y de mejoramiento social parece sensato por parte del gobierno. Reducir la desocupación y mejorar el nivel de ingresos es fundamental para consolidar un cambio de lógica y de expectativas. Como dijo en su homilía el arzobispo tucumano Luis Villalba, “el pueblo no puede sobrevivir de la dádiva que da lugar al clientelismo político” y sólo habrá “una auténtica democracia” cuando “los sectores marginales puedan acceder a una verdadera soberanía”. Un ejemplo oportuno de ello surge de las investigaciones del fiscal federal Guillermo Marijuan. Pese a las acusaciones de Raúl Castells, quien lo considera un empleado del gobierno nacional, las simpatías políticas de Marijuan tienen más proximidad a la UCR que al PJ. Además, desde la fiscalía especial que instaló en la ANSeS, sus indagaciones acerca de los planes sociales no comenzaron ahora ni por los piqueteros sino en 1998 y por las intendencias, donde detectó 4200 planes otorgados en forma irregular y por las policías provinciales, en las que mediante un paciente cruce de datos encontró 1200 asignaciones que no correspondían. Ahora ha recogido cuarenta testimonios que comprometen a Castells, entrevistando a integrantes de su propio grupo que formularon denuncias a la línea telefónica 0800 creada por el ministerio de Trabajo. Marijuan tipificó tres desviaciones, de distinta gravedad. La exigencia a los beneficiarios de aportes a la organización que gestionó los planes o la realización de tareas distintas de la contraprestación laboral establecida en el programa, forman parte de las modalidades organizativas que permiten sobrevivir a esas asociaciones que no cuentan con aportes de sus miembros descontados en forma automática por el Estado, como sí ocurre en el caso de los sindicatos. Pero el acopio de la mercadería donada en galpones, para venderla a aquellos que tienen derecho a recibirla sin cargo no podría justificarse con buenas razones. De las 26 investigaciones preliminares iniciadas, Marijuan se concentró en 18 denuncias penales que ahora deberán analizar los jueces.
Varios episodios de los últimos días han inducido al gobierno a repensar algunas definiciones políticas. Por un lado, la reunificación de la CGT, fue propiciada por discretos operadores de Duhalde, como parte de un dispositivo de defensa del peronismo tradicional contra las nuevas formas de organización social que lo inquietan, como la Juventud Sindical que José Rucci organizó en 1973 para enfrentar a la Juventud Trabajadora Peronista, aunque por fortuna sin la beligerancia extrema de aquella década trágica. Por otro, las distintas tentativas del gobierno por impulsar una fuerza política alternativa al PJ han mostrado sus limitaciones y algunas crean más problemas de los que solucionan. La potencialidad electoral del presidente y de su esposa no van acompañados por un desarrollo organizativo equivalente. Por eso, Kirchner ha comenzado a repensar su negativa a hacerse cargo de la conducción del justicialismo. Esto, a su vez, solucionaría algunos problemas pero crearía otros. La mentada transversalidad no ha cuajado hasta ahora en ninguna fuerza significativa pero al menos le ha permitido a Kirchner mantener cierta distancia con la estructura y el estilo de lo que él mismo llama la corporación política, simbolizada por la dupla bonaerense Duhalde-Alfonsín. El achique de esa distancia tiene obvias ventajas electorales, pero puede ser visto como una pérdida de la virginidad, que indiferencie a Kirchner de aquellos emblemas detestados. La tarea más difícil es discernir, en el actual contexto, cuál es el mal menor.

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