EL PAíS › JUAN MENDEZ, ASESOR ESPECIAL EN LA ONU

Un abogado argentino para frenar a los genocidas

Fue designado por el secretario general de la ONU, Kofi Annan, como su asesor especial para la Prevención del Genocidio. Méndez, de 59 años, defendió a presos políticos en los ‘70, es ex detenido y militante de derechos humanos. “Supongo que ser argentino influye en el nombramiento”, dice.

 Por Irina Hauser

Un argentino, abogado de presos políticos durante la dictadura, ex detenido y militante de derechos humanos, fue nombrado por el secretario general de Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, como su asesor especial para la Prevención del Genocidio. Juan Méndez, de 59 años, se propone desde este nuevo rol ayudar a “corregir errores anteriores de la comunidad internacional y encontrar un mecanismo de alerta temprana” para frenar “las matanzas”. Su actividad será ante todo preventiva pero también, dice, aspira a “saldar las violaciones del pasado”. Para empezar, estudia salidas a la crisis humanitaria en Sudán.
Méndez interpreta su designación como “un reconocimiento por haber podido convertir una experiencia dolorosa como la detención arbitraria, la tortura y el exilio en una razón para que las mismas cosas no les pasen a otros”, explica a Página/12. En los setenta defendía a presos políticos junto con otros colegas como el actual secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde. En 1975 lo detuvieron y quedó preso a disposición del Poder Ejecutivo, hasta 1977. “Fui uno de los primeros a quienes permitieron salir del país con el llamado derecho de opción. Mi esposa y mis dos hijos ya estaban en París”, recuerda. Finalmente se instalaron en Estados Unidos. “Como hablaba inglés pensé que desde ahí iba a ser más útil para la causa por los derechos humanos en Argentina”, dice.
Nunca volvió a vivir en el país, sólo vino de visita. Ahora preside el Centro Internacional para la Justicia en Transición, con sede en Nueva York. Durante quince años trabajó para Human Rights Watch e integró la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Ayer habló con este diario desde Oxford, donde da clases en una maestría en Derechos Humanos.
–¿Cómo llegó a Kofi Annan? ¿Se conocían? –preguntó este diario.
–No nos conocíamos. Me citó, por esto, a comienzos de julio.
–¿Qué significa como argentino y con toda su historia y militancia en derechos humanos que lo pongan al frente de la prevención del genocidio?
–Es un honor y una responsabilidad enorme. Hay que corregir errores anteriores de la comunidad internacional y se ha encontrado un mecanismo mediante un sistema de alerta temprana para prevenir el genocidio. Me siento alentado porque veo que esto se toma con seriedad en Naciones Unidas. Supongo que ser argentino, con lo que me tocó vivir, influye en el nombramiento. Fue la razón por la que me dediqué a derechos humanos.
–¿Cuáles son los errores de la comunidad internacional a reparar?
–Me refiero a cierta pasividad o inercia burocrática. Se discute si algo es genocidio o no hasta que es demasiado tarde para impedirlo. Acaba de cumplirse el décimo aniversario del genocidio en Ruanda y en ese contexto Kofi Annan anunció la creación de este puesto.
–¿Su oficina podrá actuar en forma retroactiva o sólo de aquí en más?
–Este es un puesto parecido al de los relatores especiales, no es de planta sino que uno mantiene otras ocupaciones. El objetivo será lograr una alerta temprana de posibles situaciones de genocidio, pero no revisar situaciones. Por ejemplo, no vamos a reemplazar al tribunal especial para Ruanda. Trataremos de tener una lectura actualizada, en tiempo real, para poder reaccionar a tiempo y con medidas eficaces que eviten el genocidio.
–¿Cómo se hace para garantizar la vigencia de los derechos humanos cuando Estados Unidos desconoce tratados contra el genocidio?
–La guerra contra el terrorismo, como se le dice en Estados Unidos, presenta un contexto muy complicado para la defensa de los derechos humanos, pero no necesariamente contradictorio con respuestas a situaciones que pueden degenerar en genocidio. La reproducción de formas de violencia y la falta de investigación de violaciones cometidas en la lucha contra el terrorismo desacreditan el trabajo en derechos humanos y lo complican en temas como la detención sin juicio y la tortura. Sin embargo, estoy alentado por la respuesta que tuvo la comunidad de derechos humanos en el mundo y en especial en Estados Unidos.
–¿Tomará iniciativas en relación con las torturas en Irak, por ejemplo?
–No creo que esté en mi mandato como asesor especial porque no veo una situación de genocidio. Pero si la veo, lo voy a decir.
–¿Hará algo para que Estados Unidos revise su posición sobre genocidio?
–No me parece que esas posiciones por ahora tengan que ver con la postura norteamericana sobre otras violaciones a los derechos humanos. Que el secretario de Estado haya viajado a Sudán demuestra una preocupación. Que esté desvirtuada por las otras conductas de Estados Unidos es un contratiempo, pero no impide entablar un diálogo fructífero.
–¿En qué medida influye en otros países el proceso que ha hecho Argentina en el juzgamiento de violaciones a los derechos humanos?
–De manera fundamental. Toda la experiencia de la sociedad argentina desde 1983 en adelante por reimplantar la verdad y la justicia por las violaciones cometidas por la dictadura militar tienen una influencia enorme sobre objetivos similares en otros países, no sólo de Latinoamérica. El avance argentino se reconoce más afuera que en el propio país. Pero cada sociedad pasa por estas etapas de manera distinta.
–¿Cuáles son las principales trabas que observa?
–Hay un mal entendido espíritu de cuerpo de las fuerzas de seguridad en todos los países, que no sólo no aceptan que nadie sea juzgado sino también para decir lo que saben. En Argentina soy optimista en que la discusión de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final se resolverá positivamente para permitir la continuidad de los juicios. Hubo fallos ejemplares en otras instancias. Hoy se reconoce el derecho a la verdad global de saber qué pasó con los desaparecidos.
–¿Cuáles son los primeros temas que encarará en la ONU?
–Algunas medidas son urgentes para frenar las matanzas. Ya se habla y hay intervención de Naciones Unidas en Sudán. Pero no es el único caso: hay situaciones en Somalia, República del Congo y Uganda. Es importante evitar la estigmatización de grupos étnicos delimitando responsabilidades individuales. Primero tendremos que dar respuestas creativas y eficaces, para separar bandos y proteger a civiles.

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En los setenta, Juan Méndez defendía a los presos
políticos, lo que le costó
su detención en 1975.
 
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