EL PAíS › IBARRA VOLVIO A LA ROSADA LUEGO DE LOS CRUCES

Que la sociedad no se rompa

Fue para bajarle el tono al conflicto por los incidentes del viernes. Aníbal Ibarra se reunió con Alberto Fernández y luego se sumó el Presidente. “No hay enfrentamiento”, dijeron luego.

 Por Santiago Rodríguez

Casi una hora de reunión –incluida la participación del presidente Néstor Kirchner durante unos minutos– no alcanzó para que alguno de los dos convenciera al otro de que la suya es la posición correcta: Aníbal Ibarra insistió en que habría que haber dado alguna respuesta al ataque contra la Legislatura porteña y Alberto Fernández se mantuvo en que eso hubiera generado más violencia. Pero aún así el encuentro que ambos mantuvieron ayer en la Casa Rosada les permitió arribar a un par de coincidencias: que más allá del disenso que quedó de manifiesto en los últimos días la sociedad entre el Presidente y el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires sigue en pie y que es necesario establecer un esquema de trabajo conjunto para evitar que hechos como los del viernes pasado se repitan. Lo que se acordó fue disponer “una mayor intervención disuasiva” de la policía.
“La prevención es fundamental; hay que hacerla bien, nada más”, dijo, de hecho, Kirchner horas antes del encuentro entre Ibarra y Fernández en el cual participó también durante unos veinte minutos. Si bien hasta ayer había evitado las referencias a los sucesos de la Legislatura, el santacruceño asumió finalmente el tema. Lo que subrayó fue que la represión no es la solución. “Eso es lo que quieren algunos”, declaró, además de afirmar que en su gestión se están tomando medidas “permanentemente” para evitar incidentes. También dejó en claro que no existe una pelea con Ibarra y aseguró: “No hay ningún enfrentamiento con nadie”.
Lo dicho por Kirchner quedó ratificado más tarde en las declaraciones que Ibarra y Fernández hicieron tras su encuentro. “Fue una reunión muy buena y cordial, en la que cada uno mantuvo su visión de lo que ocurrió el último viernes, pero en la que coincidimos también en trabajar juntos hacia adelante”, destacó el jefe de Gobierno a su salida de la Casa Rosada. El jefe de Gabinete comentó que “algunos intentan mostrar diferencias entre el gobierno nacional y el Gobierno de la Ciudad porque a alguno le servirá que uno de los dos gobiernos se debilite, pero gracias a Dios cualquier duda que pudo haber existido está totalmente despejada”.
Las palabras de los protagonistas cobran relevancia en virtud de lo que fueron las declaraciones públicas que tanto los funcionarios nacionales como los porteños vinieron realizando tras el ataque a la Legislatura. Desde un primer momento, el propio Ibarra salió a cuestionar la decisión del gobierno nacional de no intervenir frente a los hechos de violencia que se produjeron durante la manifestación en contra de la sanción del nuevo Código de Convivencia de la ciudad. Y sus principales colaboradores también alzaron sus voces en ese sentido.
Las críticas de Ibarra –quien por primera vez cuestionó abiertamente una decisión política de sus socios kirchneristas– encontraron en Fernández la más dura de las respuestas: el jefe de Gabinete no sólo refutó su posición, sino que lo descalificó con ironía al señalar que recién se había enterado de lo que estaba pasando en la Legislatura cuando él se comunicó por teléfono para avisarle.
Fernández no fue el único que salió al cruce de Ibarra. El mismo Kirchner respondió que “hay que preguntarle al jefe de Gobierno” cuando lo consultaron por lo ocurrido en la Legislatura y ayer mismo el ministro de Interior, Aníbal Fernández, reprochó a Ibarra actuar por “espasmos” para “quedar bien o quedar simpático”.
La reunión entre Ibarra y Fernández habrá sido cordial, como aseguran, aunque también cada uno se dijo lo suyo. El jefe de Gabinete defendió su posición y lo que explicó fue que, según su criterio, de haber intervenido la policía contra el grupo que atacaba la Legislatura los piqueteros que estaban en el lugar hubieran salido a defenderlos. La evaluación del funcionario nacional es que así la cuestión quedó circunscripta a un pequeño grupo de violentos y se evitó la generalización de la violencia. Ibarra argumentó que la imagen de inacción a apenas tres cuadras de la Casa Rosada constituía un daño político muy fuerte. También fundamentó que no se puede mantener un conflicto abierto durante cinco horas y que era preciso actuar porque no había más de 40 “marginales”.
Kirchner entró sin aviso a la reunión en el momento en que cada uno sostenía su postura. “Fue muy afectuoso, como siempre”, destacaron colaboradores de Ibarra sobre la actitud del santacruceño, quien se limitó a escuchar. En el momento en que habló expuso que su preocupación era que una intervención policial más fuerte, aun con carácter disuasivo, podía arrojar alguna víctima y que “la estrategia de los sectores violentas era precisamente generar una víctima para utilizarla como instrumento político”.
En lo que Kirchner, Fernández e Ibarra coincidieron es en que lo ocurrido el viernes no puede repetirse y la forma en que se plantearon conjurar cualquier hecho de violencia es mediante la coordinación de medidas entre la Casa Rosada y el gobierno porteño. “La idea es que haya mayor presencia policial y una fuerte tarea de prevención”, explicó Ibarra a Página/12. La definición de cómo llevar ese esquema a la práctica quedará a cargo de los equipos que conducen el ministro de Justicia, Gustavo Beliz, y el secretario de Seguridad local, Juan Carlos López, quienes se reunirán en los próximos días con ese objetivo.

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Aníbal Ibarra y Alberto Fernández se reunieron para apaciguar los ánimos después de los cruces.
“Gracias a Dios cualquier duda que pudo haber existido está despejada”, aseguró el jefe de Gabinete.
 
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