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Aunque asegura que no es un tema que le preocupe en este momento, el titular del radicalismo, Angel Rozas, aseguró ayer que “no descarta” la posibilidad de encarar una alianza electoral con Ricardo López Murphy. Fue el primer efecto político concreto luego de la Convención Nacional de la semana pasada, en la que el sector liderado por Rozas derrotó al tándem Raúl Alfonsín-Leopoldo Moreau. Envalentonado por el triunfo, Rozas reunió ayer a la conducción partidaria para subrayar la decisión de plantearse de otra manera frente al Gobierno (ver aparte). Y, aunque hace esfuerzos por no parecer agrandado, no se privó de decir lo suyo en el reportaje con Página/12.
–¿Es posible una alianza con López Murphy?
–Hoy la posibilidad de hacer una alianza o un frente electoral es algo que no está en el centro de la discusión, no es algo de lo que se esté hablando en el Comité Nacional o en la Convención. Creemos que tenemos que seguir trabajando en la reconstrucción del partido sobre dos ejes, que son la renovación, la búsqueda de dirigentes y caras nuevas, y la consolidación de un rol de oposición clara frente al Gobierno. Esto no significa que en el futuro no podamos abrir un debate sobre las alianzas y en este sentido no descartamos nada. Pero es un tema que corresponde a una segunda etapa. En este momento tenemos que priorizar la necesidad de fortificarnos y reconciliar al partido con la sociedad argentina. Una vez que hayamos logrado esto vendrá la etapa del debate, si hay alianzas y con quién. Esto se analizará, se va a profundizar la discusión, todo el mundo va a tener derecho a opinar y entonces haremos, como siempre, lo que la mayoría radical indique.
–¿Descarta un acuerdo con López Murphy?
–Evidentemente tenemos algunas diferencias que nos separan de López Murphy y en caso de iniciar algún tipo de conversación ellos deberían replantearse algunos aspectos programáticos muy concretos. De todos modos nos alegra que otras fuerzas comiencen a darse cuenta de que el radicalismo va en camino a ser la principal fuerza de oposición en Argentina, y que además vamos a ser alternativa de poder. Lo que quiero subrayar es que no es cierto, como dice Carrió, que las alianzas siempre fracasen. Fracasó la alianza de De la Rúa y Chacho Alvarez, pero en muchas provincias los radicales demostramos que se pueden hacer acuerdos que después se llevan al gobierno y que funcionan. En Chaco, como sabe bien Carrió, hemos gobernado de este modo, con un apoyo muy claro de los ciudadanos de mi provincia, y lo mismo ocurre en Catamarca o Corrientes. Por eso no quiero descartar de plano la posibilidad, aunque no es algo que estemos analizando ahora.
–¿Cuál es el límite ideológico? López Murphy defiende algunas ideas que rechazan muchos radicales, al menos nominalmente.
–Es cierto, pero también hay que admitir que dentro del partido siempre hubo matices y puntos de vista diferentes. Sería tonto no admitir eso. Yo me considero cercano a la socialdemocracia, un hombre de centroizquierda, y tengo diferencias con López Murphy.
–¿Coincide con Leopoldo Moreau, que ayer aseguró que la mayoría de los radicales nunca permitiría una alianza de ese tipo?
–Con Moreau tenemos profundas diferencias en cuanto al modo de renovar el partido y la posición que debe asumir frente al Gobierno. El quiere un partido que quizá suene bien en los papeles, que le puede interesar mucho a él y a algunos otros dirigentes, pero alejado de la gente. Quieren un partido de elite. Yo le quiero devolver a la UCR la potencia política, que pueda plantarse frente al justicialismo, discutir lo que haya que discutir y que sea una opción de poder real, capaz de ganar una elección y demostrar que puede gobernar.
–¿Esto implica que de ahora en más el radicalismo va a realizar una oposición más clara?
–Desde que asumí la presidencia del Comité Nacional realicé un trabajo de oposición, lo que pasa es que la sensación que quedó fue otra, quizá por la actuación de algunos dirigentes conocidos, con llegada a los medios, pero con un nivel de representatividad interno limitado. Hay que admitir que muchos radicales se sienten muy cómodos sentándose a conversar con el Gobierno, visitando los despachos oficiales. En este sentido, el gesto que dio el radicalismo con la Convención Nacional fue muy positivo, una señal que demuestra que el partido tiene voluntad de renovarse y de buscar un rumbo nuevo que le permite recuperar la relación con la sociedad.
–Ayer el Comité Nacional manifestó su oposición a los superpoderes. ¿No es una contradicción que muchos radicales rechacen el pedido del Gobierno teniendo en cuenta que en su momento apoyaron la delegación de facultades, y nada menos que a Domingo Cavallo?
–Bueno, pero las cosas han cambiado. Hoy no estamos en un contexto de emergencia como el que se vivía en aquel momento. Hoy tenemos superávit primario, la situación internacional es muy beneficiosa para la Argentina, estamos muy favorecidos por el contexto. Además, el justicialismo tiene mayoría en las dos cámaras, puede sacar por ley las medidas que quiere, y aun así pide facultades especiales. Yo creo que esto responde a una voluntad muy autoritaria de este gobierno, casi totalitaria. No quieren los superpoderes para reasignar partidas, eso sería lo de menos. Lo que quieren es aumentar los fondos del presupuesto y poder disponer sin ningún tipo de control, algo que no sucede en ningún país democrático. Kirchner envió 54 proyectos de ley al Congreso y en cambio firmó 76 decretos de necesidad y urgencia.
–¿Qué se siente haberle ganado a Alfonsín en una disputa interna del partido?
–Yo no planteé el tema de la Convención como una lucha contra alguien sino como un proyecto nuevo. Para mí ya es un tema terminado y ahora lo importante es trabajar en la renovación del radicalismo.