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Como una muralla contra la invasión

El vicecanciller dice que no hay peligro para la industria, pero no explicó por qué, entonces, los chinos dan tanto por tan poco.

 Por David Cufré

La invasión de productos chinos que dejaría fuera de competencia a industriales argentinos de distintos rubros, con su impacto en los índices de desempleo tal como ocurrió la década pasada cuando el país abrió su economía, no se produciría por cinco motivos. Así lo supone el Gobierno, que ayer desplegó nuevos argumentos para contrarrestar las críticas y aplacar los temores de quienes sospechan que el acuerdo con el país oriental es un negocio chino. Hay “cinco líneas de defensa” para decir que los productos de ese origen no pasarán o al menos lo harán en magnitudes manejables. La pregunta, entonces, es por qué Hu Jintao y sus ministros presionaron con tanta vehemencia hasta obtener el reconocimiento como economía de mercado.
Alfredo Chiaradía, secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería, fue el funcionario designado por el Gobierno para responder a esa pregunta. La sorpresa entre los hombres de negocios y de la ciudadanía en general por el inesperado cambio de status en la relación con China –se llegó a eso casi de la nada, cuando la expectativa general era por el megaanuncio milagroso– obliga al Gobierno a dar explicaciones, aunque sea ex post. Una primera justificación de Chiaradía es que haber puesto el tema previamente en debate “no hubiera conducido a nada”, puesto que “claramente unos iban a decir que sí y otros que no sin llegar a ninguna conclusión”.
Si hay “cinco defensas” contra el probable aluvión, cuál era el interés de China en conseguir que se la admita como economía de mercado, lo que justamente es el canal para garantizarse el acceso de sus exportaciones, preguntó Página/12 al secretario. “La respuesta es muy fácil”, arrancó. “Una primera razón es que se trata de una cuestión de prestigio nacional. China va camino a convertirse en la primera potencia mundial y aspira a que se la reconozca como economía de mercado antes del plazo que fijó la Organización Mundial de Comercio (2016)”, señaló.
La segunda razón es que el gigante asiático “se siente discriminado”. “Ellos dicen que muchas veces les aplican medidas antidumping de manera injustificada, aprovechándose de que aún no son considerados como economía de mercado. Lo ven como una discriminación” y quieren acabar con ello, afirmó. Chiaradía restó validez a la hipótesis de que, en realidad, lo que China querría sería conquistar mercados.
La trascendencia del acuerdo, sumado al hecho de que Brasil también accedió a tomar a la República Popular como una economía de mercado, hace poco entendible por qué el Mercosur no actuó de manera asociada. “Podríamos haberlo convenido con Brasil, pero todavía hay muchas cosas en el bloque que no coordinamos con precisión”, admitió el diplomático. En lugar de haber sido una decisión estratégica del Mercosur, Brasil terminó actuando en forma unilateral y condicionó, de alguna medida, a la Argentina a seguirle los pasos, ya que se quedó sin margen para hacer otra cosa, afirman desde la Casa Rosada. “Si no hubiéramos reconocido a China después de que lo hizo Brasil, habríamos perdido terreno en la carrera de las exportaciones” al país asiático, evaluó Chiaradía. Luego aclaró que China les compra a ambas naciones casi los mismos productos: commodities agropecuarios y energéticos y productos agroindustriales.
Al mencionar “cinco secuencias de defensa” para evitar una explosión de importaciones, Chiaradía recibió la consulta de si una de ellas es un “acuerdo secreto”, como dejó trascender un encumbrado funcionario, que consistiría en el compromiso del gobierno chino de evitar que las ventas de sus empresas lesionen a sectores industriales argentinos. “No le puedo contestar”, se excusó, y no se movió de ahí a pesar de la insistencia.
“La primera defensa –dijo, en cambio– son las expectativas racionales.” China quiere que los 150 países que integran la OMC le reconozcan su condición de economía de mercado, y que lo hagan antes de 2016, que es cuando ocurrirá de todos modos. La Argentina fue el país número 24 en ese camino. “No sería racional por parte de ellos que produzcan una invasión cuando recién van por el veintipico, porque nadie más querrá abrir su economía”, indicó. Otra “expectativa racional” es que la moneda china, el yuan, sufrirá un proceso de revaluación. Por lo tanto, China perderá competitividad, ya que sus costos en dólares serán mayores. “Hay una enorme presión de las grandes potencias, de Estados Unidos y en particular de Europa, para subir el yuan y es probable que así ocurra”, indicó Chiaradía.
Si la barricada de las “expectativas racionales” fuera superada, la segunda valla son las normas de la OMC para replicar las acciones de competencia desleal. “Ni antes de reconocerlos como economía de mercado teníamos carta blanca para ponerles medidas antidumping a piacere, ni ahora China tiene carta blanca para hacer dumping con sus productos”, destacó. Aunque sea cierto, cambian los plazos y el poder de las armas para responder a una eventual invasión. Argentina antes podía aplicar medidas defensivas de manera automática y unilateral, y ahora primero debe realizar una investigación que pruebe la existencia de daño por las importaciones. De 90 días se pasó a 15 meses, y si bien existen paliativos provisorios, la posibilidad de defensa es claramente otra.
El tercer aspecto para no temer a los chinos es “el compromiso político” expresado por el presidente Hu Jintao. “Hay una declaración de buena voluntad, un gesto de buena fe, de no dañar la relación bilateral”, expresó el hombre de la Cancillería, y señaló que “el entendimiento se logró al máximo nivel político”, es decir, entre los presidentes de ambas naciones.
En cuarto lugar, Chiaradía reveló que se creará un “grupo de trabajo” para “establecer un ámbito de discusión y de entendimiento respecto de productos y sectores que puedan ser sensibles para la Argentina”. Allí estarán los responsables comerciales de los dos gobiernos, para efectuar una suerte de monitoreo del intercambio comercial e intervenir en caso de detectarse que, a pesar de todo, sí hay una avalancha de mercaderías.
Como quinta defensa, el funcionario identificó “la voluntad política del gobierno argentino de proteger a su industria, en este caso y en cualquier otro”. Finalmente, a modo de conclusión, Chiaradía dijo que “evaluamos los beneficios de acordar (negocios por 20.000 millones de dólares y apertura del mercado chino para carnes y frutas argentinas) y los costos de no acordar (pérdida en la competencia con Brasil) y del otro lado de la balanza pusimos los riesgos. Para nosotros tomamos la decisión correcta”.

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Alfredo Chiaradía, de Relaciones Económicas Internacionales.
 
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