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La actualidad de las asambleas

ASAMBLEA DE PALERMO VIEJO*.
“No somos blumberistas”

El domingo 19 José P. Feinmann publicó al artículo “La Fiesta”. Con el aprecio hacia su persona y sus análisis es que queremos aportar nuestra visión de la realidad en cuanto al estado actual de las Asambleas Barriales. Hace tiempo ya que escuchamos o leemos la frase “las asambleas han muerto”, y como vecinos que participamos de una asamblea nos sentimos con el derecho de hacer algunas aclaraciones.
No es justo que se diga alegremente que los asambleístas mutamos en blumberistas, que sólo salimos a las calles por nuestros ahorros o que no valoramos los actos del último 24 de marzo. De hecho, la bandera de Palermo Viejo estuvo en la ESMA y no fue la única asamblea presente.
Es verdad que muchas desaparecieron por la disminución de la protesta popular y otras por la intervención de los grupos de izquierda. Pero las asambleas no han muerto. Mensualmente se reúnen unas cuarenta que han logrado mantenerse en el tiempo y que pasaron de la protesta a la (re)construcción social manteniendo una estructura democrática y horizontal muy original.
Muchas asambleas han recuperado espacios abandonados por el Estado y los han convertido en centros barriales de acción comunitaria, como el de “La Alameda” en Directorio y Lacarra, cuyo proyecto fue el tercero más votado en el ámbito de toda la ciudad de Buenos Aires en el Presupuesto Participativo.
La asamblea de Wilde lleva adelante una fuerte lucha contra la instalación de un megabasural tóxico del Ceamse, y las asambleas de Núñez-Saavedra organizaron “La Asamblearia”, que distribuye productos de cooperativas, fábricas recuperadas y microemprendimientos, para nombrar sólo algunos ejemplos.
En Palermo Viejo hace dos años comenzamos con la recuperación del viejo mercado municipal de la calle Bonpland 1660 que estuvo abandonado por años y ya logramos que fuera declarado Sitio de Interés Cultural por la Legislatura. Hoy es un centro de actividades políticas y culturales compartido con el Movimiento Teresa Rodríguez, que sostiene allí un comedor comunitario, dándole vida a la consigna “Piquete y cacerola la lucha es una sola”. También funciona una Feria de Artesanos, el Taller Popular de Serigrafía, tenemos un proyecto de un mercado social de economía solidaria y por tercer año consecutivo realizamos “La Trama”, que suma a otras organizaciones, bares, teatros y vecinos del barrio en un gran evento que incluye mesas de debate político, música, actividades callejeras gratuitas y una feria de productos sociales.
Es imposible enumerar aquí el sinfín de actividades que realizamos las Asambleas. Sabemos que no somos lo mejor, ni lo único. No nos consideramos vanguardia de nadie, pero existimos, y en sólo tres años de vida sentimos que estamos contribuyendo en la reconstrucción de la trama social destruida por dictaduras y modelos económicos excluyentes. Queremos que si va a haber fiesta, que esa Fiesta sea para todos y no para los mismos de siempre.
*Asociación civil en trámite (N 38463)




JOSE PABLO FEINMANN.
A los amigos de Palermo

Tenemos mucho que hablar y aclarar. El tono “irónico” o “festivo” de mi nota era para reflejar la liviandad consumista de este fin de año. Jamás pensé en ustedes. Sé que están ahí y pienso saberlo mejor. Pero la cuestión de las asambleas, en tanto creación de contrapoder, está en abierto retroceso. Hay un hecho que me hirió mucho este año. La participación en los actos (Museo de la Memoria, quite del cuadro de Videla) fue, si no escasa, no la que debía ser. En cambio, una semana después, Blumberg, en nombre de la seguridad, valor supremo de la derecha autoritaria, saca 150.000 personas a la calle con apoyo de los medios. Ahí hubo una elección. “Piquetes y cacerolas, la lucha es una sola”, se transformó en el pedido imperioso de reprimir a los delincuentes y luego a los piqueteros, violentamente desde luego. Hubo un deslizamiento. Si las asambleas son sólo cuarenta (que cuentan con mi enorme respeto y con mis disculpas absolutas si las ofendí en algún párrafo de mi nota), ¿dónde están los que estaban? Hubo un “éxodo”, como diría Paolo Virno, teórico del contrapoder muy querido y leído por aquí. (Aunque no nos sirva de mucho.) Creo que ese “éxodo” alimentó las filas de Blumberg, de los que piden leña para los piqueteros, de los que protagonizan esta explosiva fiesta consumista y olvidan el país en que viven y todo lo que todavía hay que hacer. Recuperada la básica tranquilidad económica, satisfecha la protesta iracunda por la seguridad (Blumberg generó el más efectivo “contrapoder” de 2003: obligó a la clase política a sacar leyes de apuro, se puso él mismo a legislar, con sus amenazantes puebladas y los medios de Hadad y muchos otros, todos socios en el asunto), las cacerolas protagonizaron un doble éxodo: o volvieron a sus casas o encendieron velitas y siguieron al Mesías del Orden.
Todo esto es para hablarlo entre amigos. Por invitación de Pedro Brieger voy a estar en Palermo Viejo el 31. Para brindar con ustedes por la revitalización de las asambleas y su espíritu participativo. Para crear participación popular en 2005. Para pedirle a lo mejor de este Gobierno (su Presidente, sobre todo) que impulse lo que no puede esperar: la lucha contra el hambre, la distribución de la riqueza sin hacerla depender del crecimiento, la denuncia sobre el origen sombrío de la “deuda odiosa”, el cambio definitivo del modelo neoliberal. En suma, los grandes derechos humanos del pueblo argentino.
Por ahora, estas líneas provisorias, un gran abrazo y gracias por los cuestionamientos y el tono amistoso de los mismos.

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