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Telleldín se ingenió para no decir nada de la Trafic

El principal acusado en la causa AMIA insistió en su inocencia, se definió como una víctima y fue elusivo respecto de la camioneta que sirvió de arma.

 Por Irina Hauser

Antes de entrar a la sala de audiencias le confesó a uno de sus abogados que estaba nervioso, consciente de que es un hombre clave en la causa AMIA. Carlos Telleldín declaró ayer por primera vez en el juicio oral por el atentado terrorista ocurrido en 1994 en una larga audiencia en la que, sin embargo, no se dilucidaron puntos cruciales sobre el ataque en sí mismo. No quedó despejada la duda sobre cuál fue la camioneta, que es nada menos que “el arma”, que se usó para volar la mutual judía, ni si salió de manos del reducidor de autos. Telleldín dijo que, al menos por ahora, no hablará ni contestará preguntas sobre dos temas centrales: la entrega de la Trafic que él dice que armó y las extorsiones de la policía bonaerense. Mantuvo una estrategia de no agresión hacia los policías que él mismo implicó durante la instrucción del caso y se mostró como víctima del gobierno de Carlos Menem, la SIDE y el juez Juan José Galeano.
Telleldín es un personaje fundamental en la trama del caso AMIA porque se supone que tuvo en su poder, hasta ocho días antes del atentado, el motor que apareció entre los escombros. Ayer estaba vestido de traje, recién afeitado. Frotó sus manos, ansioso, y no esperó a que el presidente del tribunal –Gerardo Larrambebere– le preguntara si quería declarar. Entre el público había más gente de lo habitual, pero igual quedaban asientos vacíos. “Soy inocente en lo que se relaciona con el atentado, víctima de una detención injusta basada en que mi apellido es de origen árabe y que mi padre fue policía en Córdoba durante la dictadura”, dijo.
El Enano, como le dicen a Telleldín, dedicó buena parte de su discurso a contar detalles que lo presentaban como un delincuente de manual. “Desde los 17 años me dedico a la compra-venta de automotores siniestrados”, relató, agregando recetas para borrar y reemplazar números de carrocerías. “Era bueno” en lo suyo, se jactó. Entre datos de un historial en el que también incluyó casas de masajes, boliches y saunas masculinos, desmenuzó lo que llamó “la parte técnica de la Trafic”.
El motor que lo incrimina, sostuvo Telleldín, lo rescató de una camioneta quemada que compró y se lo dio al mecánico Ariel Nitzcaner para que lo pusiera en una carrocería de Trafic modelo ‘91 sin puerta lateral que había sido robada al disc jockey Sarapura. Una vez lista, estacionó la camioneta –dijo ante una pregunta del abogado de Memoria Activa Alberto Zuppi– frente a su casa. ¿Qué hizo con ella? Ante el juez Galeano dijo que se la dio a la banda del ex policía Juan José Ribelli, pero ayer no pronunció palabra sobre eso. “Ni se me cruzó por la cabeza que la camioneta fuera a utilizarse para un atentado”, se defendió.
Los fiscales sostienen que Telleldín miente porque fue cómplice del atentado. Creen que pudo haber armado dos camionetas, una que se usó como coche bomba y otra para despistar. Sostiene que la carrocería que apareció en la AMIA sí tenía puerta lateral y era del ‘89, como mostró un peritaje de Gendarmería. Pero El Enano rebatió: “Esa pericia está mal hecha”. Y añadió que le “plantaron” pruebas que pudieron haber sido secuestradas de su propio taller en los allanamientos de Galeano. Ejemplos: “un elástico largo”, que no correspondía al vehículo de Sarapura, y hasta una bomba de nafta de un Renault 12 modelo 74 “con el que no puede funcionar una Trafic”. Como argumento aludió a un peritaje de la empresa Ciadea que mostraría que según los repuestos secuestrados la camioneta es del ‘91. También citó un informe de la Policía Federal sobre nueve Trafic dobladas por él que clasificaba la de disc jockey entre las de elástico corto.
En cuanto a la carrocería quemada, de la que obtuvo el motor, ayer por primera vez Telleldín dijo que la mandó a un desarmadero, pero aunque se las pidieron no dio precisiones sobre qué desguazadero hablaba. Este punto parece algo débil, pero tampoco cierra que él, un experto en doblajes, le haya dejado el número original al motor que se usó para el atentado. Todavía no aparece su relación objetiva con el crimen.
Telleldín manejó los tiempos de la audiencia y hasta eligió cuándo debían hacerle preguntas. En un tramo de la tarde se refirió un viaje muysospechoso que hizo días después del atentado a la ciudad de Posadas. Al respecto, habló de un solo episodio extorsivo que, dijo, afectó “su estado de ánimo” y lo llevó a escaparse en el primer micro que salía de Luján. “Fui a Posadas no a la Triple Frontera”, dijo. Contó que a su regreso, desde el aeropuerto, habló con la SIDE, pero no detalló la negociación de su entrega ante la policía aeronáutica, en la que participaron la SIDE, el Mossad y los policías Diego Barreda y Mario Bareiro.
Otro de sus ejes apuntó a mostrar que la pesquisa fue manejada políticamente. Contó algo nuevo: que le secuestraron un agenda electrónica donde tenía números de Silvio Oltra y del ex edecán de Carlos Menem Igounet. Dijo una vez más que el represor Héctor Vergez le fue a pedir que incriminara a unos libaneses a cambio de dinero y su libertad y relató reuniones y “negociaciones” con el ex titular de la DAIA, Rubén Beraja. Son sólo algunos ejemplos. Sobre el dinero, los 400 mil pesos que, dice, le pagó Galeano, anunció que hablará, pero todavía su declaración no llegó hasta ese punto. La audiencia continúa hoy.

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Recién afeitado, Telleldín llega a Comodoro Py. Fue un declarante locuaz pero capcioso.
 
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