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¿Qué nueva izquierda?

Por José Natanson

Formado en la filosofía y el psicoanálisis (Lacan es uno de sus referentes, igual que Marx), Slavoj Zizek es un polemista virtuoso, capaz de recorrer las disciplinas más diversas, mezclar profundísimos análisis filosóficos con metáforas cinematográficas, referencias a la cultura digital y la vida cotidiana. En su último libro, La revolución blanda (Atuel), descubre los puntos débiles del movimiento antiglobalización, el Foro de Porto Alegre y el zapatismo, y cuestiona con lucidez a la “nueva izquierda” de Toni Negri, Michael Hardt y Naomi Klein.
El capítulo en cuestión se titula “Palos contra Imperio”, en referencia al comentadísimo libro de Hardt y Negri, cuya continuación, Multitud, se publicó recientemente. Allí, Zizek se formula algunas preguntas sencillas. ¿Qué haría este proclamado nuevo sujeto, “la multitud”, una vez en el poder? ¿Cómo funcionaría el movimiento antiglobalizador reunido en Porto Alegre, ese conjunto de agencias y posiciones políticas incompatibles entre sí? ¿Cómo podrían convivir los granjeros que reclaman proteccionismo con los grupos de derechos humanos y los representantes de los intereses de los inmigrantes que pelean por una mayor movilidad global? “Esta lógica de multitud funciona porque estamos hablando de resistencia. Sin embargo, ¿qué pasa cuando ‘tomamos el poder’? –si es que éste es realmente el deseo y la voluntad de estos movimientos–. ¿Qué sería una multitud en el poder?”, se pregunta el filósofo.
El problema (no de Zizek, sino de estas nuevas miradas) es que no hay una buena respuesta. Buscando una aproximación, Zizek recurre a Naomi Klein, autora del best seller No-logo, que cita a uno de los ejemplos favoritos de la izquierda posmoderna: el subcomandante Marcos. “Marcos les dice a aquellos que lo siguen que él no es un líder, sino que su escafandra negra es un espejo que refleja cada una de sus luchas, que un zapatista es cualquiera que combata la injusticia en cualquier parte (...) un gay en San Francisco, un negro en Africa el Sur, un asiático en Europa, un palestino en Israel.”
Con inocultable desdén, Zizec sostiene que “semejante estructura ético-poética” sólo puede funcionar a la sombra de una estructura de poder estatal, es decir como contrapoder. “No sorprende que Marcos no pueda mostrar su cara”, dice Zizek. Y cierra el tema con lo que define como la “máxima ironía”: lo que Klein considera el gran logro del zapatismo (acabar con el reinado del PRI) significó también el ascenso del primer gobierno posrevolucionario, el corte definitivo con los últimos lazos de la herencia histórica de Zapata y el ingreso, de la mano de Fox, al mundo neoliberal y globalizado.
Continuación de A propósito de Lenin. Política y subjetividad en el capitalismo tardío, La revolución blanda indaga otros temas relacionados: los enfoques deleuzeanos, el stalinismo, los “microfascismos”, la cuestión de Medio Oriente y, en un capítulo brillante, la crítica despiadada a la izquierda de la Tercera Vía. Como es habitual, el filósofo esloveno mezcla reflexiones filosóficas y políticas con referencias a los temas más variados: el cine, los juguetes transformers, el surf y el sexo (dice que el fist-fucking, práctica sexual consistente en introducir el puño, es “el primer modelo de eroticidad y placer post-sexuales”).
Pero lo más interesante es, sin duda, el cuestionamiento a la “nueva izquierda”. Sin suscribir una tibia visión social-demócrata, ni caer en una crítica reaccionaria o intentar un leninismo zonzo, Zizek identifica uno a uno los puntos débiles de los planteos de Hardt, Negri y Cía. Dice, a modo de conclusión, que el programa positivo que cierra Imperio –el reclamo de una ciudadanía global, un ingreso mínimo garantizado y la posibilidad de la reapropiación de los medios de producción– se formula, curiosamente, en términos de derechos o de reclamos. Para el filósofo, esto no es más que una vuelta a lo que el libro supuestamente atacaba: los agentes políticos reaparecen como sujetos de derecho. ¿Y quién, si no alguna forma universal de Poder Legislativo estatal, puede hacerlos cumplir?

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La revolución blanda Slavoj Zizek Atuel 96 páginas
 
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