EL PAíS › EL GOBIERNO INICIO SU CAMPAÑA CON
UN DISCURSO DE CRISTINA KIRCHNER EN OBRAS

Primer paso con la mira en la Provincia

La senadora y muy posible candidata en la provincia de Buenos Aires fue la oradora de cierre de la presentación del PJ porteño, que sirvió como tribuna para la apertura de la campaña del Gobierno. Habló también Alberto Fernández, titular del partido. El presidente Kirchner envió un mensaje.

 Por Diego Schurman

“Vamo, eh”, le largó el custodio, como si se tratara del aliento que se prodigan los futbolistas antes de salir a la cancha. Cristina Fernández de Kirchner levantó las cejas por la ocurrencia y enfiló hacia la escalera que la llevó al escenario de Obras Sanitarias. Hubo lluvia de papelitos y la primera dama devolvió a las tribunas sus blancos brazos en alto. Antes de que empezaran las palabras, el objetivo estaba cumplido: el kirchnerismo acababa de sellar en esa imagen el lanzamiento de la campaña nacional para las elecciones de octubre.
La excusa fue la asunción de la nueva conducción del PJ porteño. Por eso Cristina apareció junto a Alberto Fernández. El jefe de Gabinete es desde ayer el amo y señor del distrito y por lo tanto el arquitecto de las listas de diputados y senadores capitalinos.
Claro que la presencia de la primera dama no reparó en fronteras geográficas. Al contrario, apuntó deliberadamente a nacionalizar la campaña. Y en todo caso, el kirchnerismo aprovechó un escenario porteño sabiendo que la Capital es una excelente caja de resonancia para el resto del país. El mensaje que envió el presidente Néstor Kirchner (ver aparte), ausente en el acto, fue en esa dirección.
Cristina buscó irradiar así con su buena estrella –en política, sería mejor decir su buena imagen entre la gente– hacia los cuatro puntos cardinales. Pero en particular pensando en la Capital y en la provincia de Buenos Aires, donde se concentra casi el 45 por ciento del total de los votos del país.
Siguió la base argumental de Fernández, que le precedió en el discurso, con aquella idea del “peronismo de puertas abiertas”. Pareció una defensa de la transversalidad, aunque esa palabra no apareció ni por asomo. En ese punto no se escuchaba la misma música en las tribunas, plagadas de barras sindicales –peones de taxi y estatales de UPCN en su mayoría– que traían a la memoria el viejo estribillo “este pueblo no cambia de idea/ sigue las banderas de Evita y Perón”.
Los máximos referentes de la historia del PJ atestaban el estadio con estandartes e incluso sus imágenes ocuparon gran parte del video con el que se buscó amenizar la espera. Pero no aparecieron en los discursos de Cristina y de Fernández, hasta que un muchachote de la tribuna se los recordó:
–No se olviden de Perón.
–Pese a que esta frase se la adjudican a Kirchner –arrancó Cristina, hablando de su marido–, esa frase es mía; de Perón me acuerdo cuando gobierno y cuando voto en la Cámara –le retrucó, generando los mayores aplausos de la noche.
Seguramente no va a disparar un conflicto matrimonial. Pero segundos antes, los propios organizadores habían puesto en la pantalla gigante del estadio: “De Perón y Evita hay que acordarse cuando se gobierna. Néstor Kirchner”.
Cristina habló del “proyecto” kirchnerista, como aquellos días de la campaña presidencial. Y hasta se acordó de Carlos Menem por la manera en la que desertó del ballottage. Fue una manera de recuperar un enemigo fácil sin patear el avispero de la actual interna, que tiene otro protagonista silenciado a lo largo de la jornada: Eduardo Duhalde.
El ex presidente no fue mencionado. El duhaldismo en general fue la gran ausencia de la noche. Y en todo caso, en Obras obtuvo un lugar en el imaginario de la gente por oposición. Es decir, por la presencia de sus rivales internos, entre ellos Felipe Solá y la plana mayor de su gabinete.
Algunos creyeron leer en la presencia de Aníbal Fernández, José Pampuro y Ginés González García otro mensaje a Duhalde. Si bien se trata de ex funcionarios suyos que tuvieron continuidad en el gabinete kirchnerista, no fue una provocación ni un mensaje encubierto. Con el gesto, más bien buscaron consolidar, junto a otros ministros presentes –como Julio DeVido, Daniel Filmus y Carlos Tomada– aquel mensaje de Kirchner de que los comicios de octubre serán un plebiscito a su gestión.
Tal fue el interés de no dar una mirada acotada al mitin que Cristina ni siquiera orilló la idea de su candidatura a senadora bonaerense. Prefirió navegar por temas más conceptuales como la revalorización de la política, la defensa de los derechos humanos y el poder de las convicciones.
Ni siquiera Rafael Bielsa, a quien todos dan como cabeza en la lista de diputados del distrito porteño, estuvo de cuerpo presente. Viajó a Guatemala a cumplir una de las imposiciones de su agenda de canciller. De todos modos, no se privó de enviar los saludos correspondientes, atentamente leídos a través de los parlantes del estadio.
Si nadie le había dicho a toda esa gente que colmó el estadio que estaba siendo testigo del lanzamiento de la campaña kirchnerista, Alberto Fernández se encargó de hacerlo al inicio de su alocución. “Empezamos la marcha de la victoria en los comicios de Buenos Aires del 23 de octubre”, arengó, en un juego de palabras que remitió al Frente para la Victoria, el sello que nuclea a los seguidores del Presidente en todo el país.
Fernández estaba como nene con chiche nuevo. Y se le notaba en la cara. Y hasta se cansó de saludar, al comienzo y al cierre del acto. Con las manos alzadas, haciendo la “V” de la victoria, entrelazando los dedos de las dos manos, en aquel gesto que supo imponer Raúl Alfonsín. El festejo todo lo habilitaba.
Hasta se dio la licencia de apelar a un discurso huérfano de todo tecnicismo. “Nosotros debemos estar preocupados por la felicidad de la gente. Esta es la misión de todo peronista.”
La idea la cerró Cristina a la hora de la despedida, reflexionando sobre aquellos que se asombran por el respaldo de la gente a Kirchner que revela la mayoría de los sondeos. “La sociedad no acompaña al Presidente. Es este proyecto el que acompaña a la sociedad”, remató.

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“Debemos volver a representar los intereses de los ciudadanos”, dijo CFK. Alberto Fernández pidió “un peronismo de puertas abiertas”.
 
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