EL PAíS › EL LIBRO DE LA DENUNCIA

La historia de un honesto arrepentido

“¿Existirá en la Argentina algún honesto que al hacer un balance de su vida no se haya arrepentido de haberlo sido? El protagonista de este relato es uno de esos individuos.” Así comienza el libro Maquiavelo no conoció a los argentinos. En sus casi 300 páginas, Enrique N’Haux narra la lenta transformación de HA’S (Honesto Arrepentido), un “imaginario” colaborador de “un ex ministro de Economía mediterráneo”, que en su trabajo diario en un “banco oficial” descubre una dinámica habitual de coimas y negocios turbios de la que sólo participa como testigo ocasional. Hasta que un día decide dejar de mirar desde afuera.

Corrupción y gobernabilidad

HA’S era una de esas personas que sienten una compulsión para cumplir con la norma, con la ley.
En la década de 1990 integró el equipo de cordobeses que acompañaron al economista mediterráneo en el gobierno de Menem. En ese desempeño tuvo una experiencia traumática; se produce su conversión, es decir, su arrepentimiento de haber sido honesto.
Reflexionó profundamente sobre su experiencia en el poder y como intelectual llevó a cabo una interesante adaptación de los principios de Nicolás Maquiavelo para fundamentar uno de los hallazgos teóricos más decisivos para la ciencia política argentina, a saber, que en la Argentina no hay gobernabilidad sin corrupción.
Después del ballottage de 2003, cuando se produce la renuncia de Menem, HA’S me hizo una propuesta que acepté encantado. Hacer un análisis de la experiencia de los noventa utilizando a Maquiavelo. (...) Había trabajado desde joven como asistente de economistas destacados, de un senador provincial y ahora, últimamente, de un presidente de banco oficial, de un ministro de Economía y de un presidente de la Nación.
Para HA’S, El Príncipe de Maquiavelo fue el libro cuyas enseñanzas lo ayudaron a fundamentar su arrepentimiento de haber sido honesto y de la necesidad de que se hagan negocios en el gobierno. Claro que él lo entendía con una justificación legítima, la honestidad era un obstáculo inmenso para la política realista, para el pragmatismo del poder.

Alcahuete oficial

El proceso de conversión de ciudadano honesto a Honesto Arrepentido de nuestro antihéroe puede considerarse emblemático de toda una generación de militantes idealistas.
La fecha clave de la súbita conversión fue el 28 de abril de 1991, el día en que el banco oficial donde prestaba servicios distribuye entre los miembros de su Honorable Directorio las presidencias de las distintas comisiones que atienden y supervisan las distintas áreas operativas (...). En la jerga porteña de la política el grupo mediterráneo que ingresó al Ministerio de Economía en marzo de 1991 fue bautizado maliciosamente como “los mormones”.
Cuando asumió como ministro el economista cordobés no sabía dónde destinar a HA’S. Finalmente decidió que pasara a colaborar con el presidente del banco oficial. (...) Entre otras varias tareas puntuales había una que era la de ser informante, tomarle el pulso a la “atmósfera” interna, ayudar a diseñar políticas de persuasión e integración. Así la función de alcahuete, por la jerarquía del cargo, se convierte en una tarea profesional (...).

Primera lección

Para desempeñar con más eficiencia su función de alcahuete... perdón –su tarea de inteligencia institucional– HA’S solía almorzar en el comedor del personal jerárquico, ubicado en el cuarto piso del inmenso edificio del banco. Allí se fue enterando de cosas interesantes. Un mediodía se le acerca un joven funcionario con jerarquía media en la institución. (...) y con afectado respeto pero de manera cordial le dice:–¿Me permite, licenciado?
–Por favor, tome asiento –le responde HA’S–, ¿en qué le puedo servir?
–Quisiera decirle con todo respeto (...), ¿cómo es que ustedes los de la fundación cordobesa ponen en el directorio del banco a una persona como el director “tropa propia”? (...) Ese hombre es lobbista de negocios. Era el que repartía los sobres con las coimas entre los directores por las compras de papel que hace el banco, venía con frecuencia, aquí todos lo conocen.
–Mire, yo no sabía...
–Además, el mismo trabajo de distribuir sobres con coimas lo hace en el directorio de otro banco oficial, donde también es conocido por este asunto.
HA’S estaba alegre ese día, se le había presentado una oportunidad para que el alcahuete quedara bien con sus superiores.
Esa misma tarde, todavía creído del valor de la información que llevaba, decidió darle el informe al ministro. (...) Le hace el relato de lo que había escuchado. El ministro muestra cierta sorpresa en su rostro. Se calla un breve instante y dice con energía:
–Lo saco a ese director y te pongo a vos.
Transcurrió aproximadamente un mes de ese encuentro y el ministro no daba señales de llevar a cabo lo que le había prometido. (...) A la semana siguiente, leyó el nombre del director que había sido nombrado presidente de la comisión que supervisa y decide sobre compras y contratos del banco. Se puso blanco de estupor cuando confirmó que el director “tropa propia”, el gestionador que hacía de intermediario con empresas proveedoras conocido por todo el personal, repartidor de “retornos” en sobres del directorio anterior, había sido designado como presidente de la comisión que manejaba... ¡los negocios de compra y contrataciones del banco!
Esta primera lección de cómo funciona el poder fue, por decirlo así, el empujón que lo tiró a HA’S a la pileta del realismo político.

Hacia el primer sobre

“El tercer acontecimiento que lo llevó a la conversión ocurrió a las pocas semanas. (...) Tomó debida conciencia de los riesgos personales a los que se exponía si los compañeros creyeran que él no había cobrado ninguna coima. (...) Desde julio de 1989 que se había incorporado al equipo de los mormones, nunca había hecho un “negocio” como funcionario del Estado. (...) El realismo se imponía, la política se imponía.
Convencido de que su función de alcahuete ya no tenía sentido, ni dentro ni fuera del banco, su objetivo ahora debía ser sumarse al beneficio de la función. Sin embargo tenía que resolver un problema, ¿dónde... cómo obtener su primer sobre?
HA’S se devanaba los sesos buscando cómo generar un negocio para recibir un sobre por la vía auténtica de una coima bien ganada. (...) Pasaban los meses y no había satisfecho su deseo de cobrar alguna coima. Lo había intentado todo. Se acercó a los coimeros, se mostró simpático, les hacía sonrisas de saber cómo era la cosa entre ellos, pero nada.
En una cena peronista que se llevó a cabo en el restaurante Fechoría, en Palermo, alguien le dio un dato de importancia.
–Hay una fundación que se financia con tu banco.
HA’S habló pero la voz le salió finita, en un tono vergonzante.
–¿Se financia cómo?
–Muy simple, hay un director del banco que tramita créditos que le envían compañeros de esa fundación (...).
–Cobra, claro... –dijo HA’S–. ¿Qué cobra?
–Mirá, no recuerdo bien si el 10% o el 15% del monto acordado.
Le habían dado la pista para que él empezara por fin con alguna propia fechoría. Por fin apareció un día una oportunidad de cobrar su primera coima. (...) La señora María Irene Cartagena Pérez Pillada de Anchorena, cincuentona larga, muy elegante...
–Necesito un crédito de 200.000 pesos para hacer unos arreglos en el campo, de esa línea que salió con tasa de subsidio.
–De acuerdo, señora, mi parte –no se animó a decir comisión– por la gestión es del diez por ciento.
–No hay ningún problema.
HA’S decidió dejar de trabajar allí mismo. (...) Lo inundaba una alegría indescriptible. ¡Su primer sobre estaba en el horizonte! (...) Se volvió a su departamento. Se cambió y salió para la avenida Cabildo. Su felicidad íntima por lo que estaba viviendo lo llevó a tarjetear irresponsablemente por 20.000 pesos, en la primera coima no pensaba ahorrar nada, sólo festejar gratificando su salida de la condición de gil. Se compró dos camisas italianas, una caja de champagne Barón B extra brut, dos trajes Pierre Chardin, zapatillas Reebock, calzoncillos Calvin Klein, una máquina Minolta japonesa, un lavarropas Whirpool para la madre.

Hacia el segundo

Un nuevo negocio le apareció. Un amigo de la política –creyendo que él era un experimentado operador de negocios mormónico– le presentó a un fuerte empresario de la gastronomía. Este emprendedor estaba interesado en obtener la concesión para los tres comedores del banco... Una facturación de más de un millón y medio anuales. (...) La cifra a liquidar (sin comprobantes, obvio) era 10.000 pesos. ¿Saldría HA’S por fin de su letargo coimero? No. Esta vez tampoco. ¿Qué pasó? Los servicios de gastronomía los tenía contratados –al precio más competitivo del mercado– un cuñado de un poderoso sindicalista famoso por su afición a los sobreprecios en sus negocios con el Estado.

El Salariazo

HA’S se enteró de que los fondos del salariazo que cobraban algunos funcionarios privilegiados provenían de una Ley Secreta Nº 18.302 “S”, artículo 1º, que era la que asignaba fondos a la SIDE. En el Ministerio de Economía, a diferencia de otras áreas de la administración nacional, le habían indicado a los beneficiarios de ese segundo sueldo que convenía declararlo a los efectos del impuesto a la ganancia. (...) Por otra parte, la gran diferencia que existía entre lo que cobraba él y lo que cobraban los directores coimeros lo siguió perturbando a HA’S. No le entraba en la cabeza que el Ministro que había instruido para que los funcionarios de economía declararan a la DGI ese adicional, fuera al mismo tiempo partidario de reglas desparejas asignándole a él una suma muy inferior a la de los compañeros coimeros que hacían sus negocios. Eso era una traición al código mormón. Además, se producía otra discriminación en su contra. Los directores cobraban el sobre traído a su propio escritorio, la primera semana de cada mes, por el pagador del Ministro. Este funcionario de íntima confianza del Ministro cruzaba tranquilamente el frente de la Casa Rosada, trayendo de incógnito en una mochila de estudiante colgada a la espalda, cientos de miles de pesos. Con su banal mochila cargada de sobres gordos de tantos billetes, el eficiente pagador del Ministro de Economía entraba al banco y empezaba su tarea de reparto escritorio por escritorio. En cambio a HA’S, para cobrar su Salariazo, se lo discriminaba de una manera humillante. Tenía que cruzarse hasta el Ministerio de Economía y allí en el quinto piso, hacer silla a veces una hora, o ir hasta dos o tres veces, para que se le pagara su adicional.

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