EL PAíS › APRIETES EN TUCUMAN PARA QUE NO SE INFORME SOBRE OTROS CASOS DE DESNUTRICION

“Hay presiones para silenciar el tema”

La situación de los chicos desnutridos en la provincia de Tucumán denunciada en Página/12 causó gran conmoción en todo el país. Ayer se conoció que sólo en el sur de aquella provincia hay al menos otros 1320 casos comprobados de desnutrición infantil.

 Por Carlos Rodríguez

Las autoridades sanitarias de Tucumán reconocieron ayer la veracidad de lo publicado por Página/12 sobre el fulminante aumento de los casos de desnutrición infantil en la provincia. Al mismo tiempo, mientras el tema se convertía en la noticia del día en todo el país, voceros de la Asamblea Popular de Villa Quinteros, la localidad más afectada por el problema, denunciaron que desde ayer se advierte “una gran reticencia en los médicos en informar sobre otros casos de desnutrición, lo que hace pensar en la existencia de presiones del gobierno provincial para silenciar el tema”. A pesar de los aprietes, pudo saberse que en la región sureña hay al menos 1320 casos comprobados de desnutrición infantil, de primero y segundo grado, entre niños que tienen entre 1 a 9 años. Luego de algunos rodeos y desencuentros telefónicos, Sergio Vargas, director médico del área sur del Ministerio de Salud de Tucumán, reconoció a este diario la existencia de “una debacle social” que podría agravarse por “la falta de presupuesto provincial y la escasa ayuda del gobierno nacional”.
Varas trató de salvar la ropa diciendo que las autoridades provinciales están “en la trinchera”, pero reconoció que para enfrentar el problema cuentan “con poco más que la impotencia”. El funcionario reconoció que la desnutrición infantil “es un problema grave en la provincia, por los altos niveles de desocupación”, pero insistió en decir que los casos denunciados “son hechos extremos, muy marginales, que estamos tratando de revertir desde hace dos meses”. Varas dejó entrever un futuro tan negro como el presente y le cargó las culpas al gobierno central: “De la Nación recibimos 3000 kilos de leche mensuales, cuando lo que necesitamos son 15.000 kilos”. En cuanto al accionar de la provincia, se limitó a decir que ellos carecen “del presupuesto necesario” para terminar con el drama.
Desde que se publicó la nota, el teléfono celular de Néstor Santillán, de la Asamblea Popular de Villa Quinteros, la organización no gubernamental que hizo conocer los casos de desnutrición, recibió más de 50 llamados telefónicos, algunos de periodistas y otros de particulares que quieren ayudar a los chicos. “Hasta de Estados Unidos me llamaron”, se asombró Santillán. Al mismo tiempo, dijo que ahora se advierte “una reticencia manifiesta de los médicos en informar sobre nuevos casos que nosotros estamos siguiendo, lo que nos hace pensar en la existencia de presiones del gobierno para silenciar el tema”.
En la única, tibia, objeción a la nota de Página/12, Varas argumentó que la foto de Dalía Rocío Manrique publicada en tapa, una imagen que se parece a las históricas de Biafra, “tiene unos dos meses” y ahora la nena “está mucho mejor”. El padre de la pequeña, Manuel Reyes Manrique, también reconoció que su hija está “un poco mejor”, pero tanto él como los médicos acuerdan en que “todavía no alcanzó la recuperación deseable”. La familia vive en una precaria vivienda, en el departamento de Aguilares, uno de los más azotados por la pobreza extrema. Manrique está desocupado y sobrevive, con su mujer y sus seis hijos, con un mísero subsidio de 115 pesos y juntando cartones para luego venderlos “por algunas monedas”.
Varas admitió que la desnutrición es la cara más terrible “de un drama social que se hace más grave en los lugares donde además de la miseria está presente la marginalidad”. Las familias afectadas, según su visión, “son padres ‘especiales’ que por su situación económica y cultural terminan no realizando ningún tipo de control pediátrico para seguir la evolución de los niños y esto empeora las cosas”.
–¿La familia es culpable de su pobreza? –quiso saber este diario.
–No, por favor, mis palabras no deben ser tomadas como un intento de culpabilizar a los pobres. Todo lo contrario –se apresuró a aclarar Varas.
El funcionario insistió en que Tucumán es “una provincia castigada por la desocupación” que “siempre está entre los primeros tres puestos del ranking en materia de desnutrición infantil y obviamente eso repercute enel nivel de vida de la gente”. Una encuesta realizada por el Sistema Provincial de Salud (Siprosa), a cuyos datos pudo acceder ayer este diario, confirmó la grave situación denunciada. En el sur tucumano hay 1320 chicos de entre 1 y 9 años que sufren cuadros de desnutrición de primero y segundo grado. De ese total, 410 viven en Concepción; 400 en Villa Quinteros y en Río Seco; 300 en Aguilares, y 210 en Santa Ana.
Según ese trabajo, los lugares más afectados son Quinteros y Río Seco, donde el problema afecta al 40 por ciento de la población infantil. Las autoridades del Centro de Atención Primaria de Salud de Quinteros, consultadas ayer por la agencia oficial Télam, confirmaron las cifras difundidas por este diario: a principios de año había 32 chicos y ahora la cifra se elevó a 204, lo que equivale a un incremento del 637 por ciento. La misma tendencia se observa en otras zonas de la provincia. “Y del país”, se animó a insinuar Varas.

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La foto de Dalía Rocío Manrique publicada ayer en este diario originó decenas de llamadas de ayuda para Villa Quinteros.
 
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