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Al menos seis de las llamadas de amenazas de bomba y de aprietes a pilotos que no adhirieron al último paro fueron hechas desde el propio Aeroparque Jorge Newbery, según determinó el Comité de Seguridad de Aerolíneas Argentinas. Incluso se detectó que varias llamadas provinieron de un teléfono público cercano al lugar donde los pilotos reciben el programa de vuelo. Las amenazas que se están investigando ocurrieron a comienzos de la semana, durante el último paro al que se plegaron pilotos y técnicos de APLA y APTA. Reclaman una mejora salarial, la reincorporación de 40 despedidos y el pase a planta de 400 contratados. El titular de la Policía Aeronaval, Marcelo Saín, había criticado que “cada vez que hay un pico de conflicto sindical parece que Bin Laden está dando vueltas en la Argentina”. Los dirigentes de ambos sindicatos rechazaron cualquier relación con las amenazas. El conflicto quedó suspendido por una conciliación obligatoria dictada por el Ministerio de Trabajo por diez días hábiles. Las partes fueron convocadas a negociar una solución.