EL PAíS › WALSH ALMORZO CON DUHALDE PARA NEGAR UNA PRESION POR COMICIOS ANTICIPADOS

Pollo y espinacas sin condiciones

Los rumores sobre que el Fondo limita cualquier ayuda a la Argentina si no hay elecciones anticipadas fueron tan fuertes que preocuparon a Lavagna y merecieron una visita del embajador Walsh a Duhalde y una desmentida formal de la representación norteamericana.

 Por Martín Granovsky

El ministro de Economía, Roberto Lavagna, pasó ayer el día más extraño desde que asumió. Por primera vez sentía que la negociación con el Fondo Monetario estaba bien encaminada pero, al mismo tiempo, arreciaban las versiones de que el Fondo no firmaría nada sin la seguridad de que habría elecciones anticipadas. El clima llegó a estar tan enrarecido que, en un gesto inusual, la embajada de los Estados Unidos debió desmentir formalmente que Washington ligue el acuerdo con elecciones antes del 2003.
El embajador James Walsh, incluso, almorzó con Duhalde para repetirle que el Departamento de Estado sigue considerando al régimen argentino como normal y al propio Duhalde como un presidente legal.
La comida vino después de un rumor difundido desde la City según el cual no habrá acuerdo con el Fondo si el organismo ve que Duhalde sigue.
La representación norteamericana pensó que con el almuerzo bastaba. Tanto, que el propio Walsh instruyó a sus colaboradores para que dieran solo una respuesta:
–Si alguien pregunta por el almuerzo, comí pollo con espinacas –decía.
Era una forma irónica de mostrar normalidad.
No alcanzó. A las seis de la tarde, Walsh difundió este comunicado de dos oraciones: “La embajada de los Estados Unidos de América ha recibido con desagrado recientes informes periodísticos que afirman que los Estados Unidos condiciona su apoyo a la firma de un acuerdo con el FMI a cambio de elecciones anticipadas. La embajada de Estados Unidos desmiente categóricamente esta información por considerarla falsa”.
De pollo con espinacas, nada.
Atragantado con la intoxicación de versiones falsas, Lavagna hizo su propia investigación. El ministro no tiene buena relación con algunos representantes de bancos extranjeros, pero quería saber si los rumores se originaban en algún sector de la administración norteamericana.
–No entiendo –le dijo a un funcionario–. Con el Fondo justo empezamos a normalizar la relación. La misión que mandaron no se llama “negociadora” justamente porque cuando se habla de misión negociadora es que ya se cumplió el 95 por ciento de la discusión y falta solamente el broche. Pero estamos bien.
Lavagna quedó aliviado, al menos por el momento, por la desmentida de la embajada norteamericana y los informes que recibió de Washington. Le dijeron que nadie en la capital norteamericana quiere elecciones el lunes para que haya acuerdo mañana.
–¿No hay pedido de elecciones anticipadas en el Departamento de Estado, el del Tesoro, el Consejo de Seguridad Nacional o el Fondo? –preguntó Página/12 a Diego Guelar, el embajador argentino.
–No. En ninguno de esos cuatro lugares me hablaron de elecciones anticipadas, y cualquiera que diga lo contrario es un mentiroso –respondió Guelar.
–¿De quién habla?
–De cualquiera que actúe como un mitómano y diga “Estados Unidos piensa...”, “Bush quiere...” o “El Fondo exige...” sin tener la menor idea de lo que están hablando. Paremos esta imbecilidad.
En las últimas dos semanas, funcionarios del propio Gobierno dijeron haber escuchado de Carlos Ruckauf, el canciller que salió de la clandestinidad para entrevistarse con Colin Powell, que la Administración Bush pide, con esas palabras, que el Gobierno firme el acuerdo con el Fondo y se vaya rápido.
La verdad es que el gobierno de Eduardo Duhalde no parece tener grandes chances de seguir hasta fines del 2003, y ni siquiera el propio gobierno se lo propone. Pero una cosa es la política interna y otra un plan preciso Made in USA.
–Los funcionarios de las distintas secretarías de los Estados Unidos dicen que la crisis argentina es tremenda y que la dirigencia no está a la altura de la situación, pero siguen considerando que el sistema político es regular, que Duhalde es un presidente pleno hasta que cumpla su mandato y que el país cumple con las normas constitucionales –dijo a este diario un diplomático que pidió reserva de identidad.
El gobierno argentino se desvive preguntando si Washington le bajó el pulgar. Algunos funcionarios suelen interpretar que la falta de ayuda de los Estados Unidos forma parte de un plan deliberado para liquidar a la Argentina. En rigor ese plan intencional no existe, pero la ayuda no viene y entonces la caída sigue sin freno.
A las inquietudes de Lavagna se aplica la misma paradoja. La estricta verdad indica que ninguna de las agencias norteamericanas actúa expresamente para terminar con Duhalde, aunque pueda considerarse que actúan por omisión, y tampoco para tumbar al ministro de Economía, pero la percepción simplota imperante en la Argentina termina convirtiéndose en realidad. O sea: aunque algo no sea cierto, como todos lo creen termina siendo concebido como real. Y si, además, todos actúan como si esa realidad ficticia fuera, también, cierto, la situación terminará pareciendo objetiva y palpable. Con un agregado: en un país conspirativo como éste, el que diga lo contrario acabará siendo considerado un tonto. Y un agregado más: siempre hay quien magnifica, intoxica, despliega maniobras de lobbying. Hace dinero. Por eso después el pollo con espinacas se queda corto. Ni Popeye alcanza.

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James Walsh, embajador de los Estados Unidos en la Argentina, que ayer fue forzado por las versiones a subir su compromiso público.
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