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“Nunca tuve una mala relación con la Iglesia”, dijo Kirchner

Sorpresivamente, el Presidente participó de la misa en homenaje a los curas palotinos asesinados por la última dictadura. La ceremonia la compartió con el titular de la Conferencia Episcopal, Jorge Bergoglio.

Los gestos de acercamiento comenzaron a darse uno tras otro en los últimos meses y el encuentro se produjo finalmente cuando nadie lo esperaba: el presidente Néstor Kirchner y el titular de la Conferencia Episcopal, Jorge Bergoglio, compartieron una ceremonia en homenaje a los sacerdotes palotinos asesinados durante la dictadura militar. Ocurrió anoche en la misma Iglesia San Patricio, donde los religiosos fueron acribillados por un grupo de tareas y la presencia de ambos en ese lugar abre un nuevo capítulo de la relación entre el Gobierno y la Iglesia, maltrecha desde que Kirchner revocó el nombramiento del obispo castrense Antonio Baseotto por haber sugerido que al ministro de Salud, Ginés González García, había que arrojarlo al mar.

Kirchner y Bergoglio se encontraron en el atrio de la iglesia de Estomba y Echeverría y sólo se dieron la mano. El mandatario llegó junto con el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y el secretario de Culto, Guillermo Oliveri.

“Vine a compartir un oficio religioso. Nunca tuve una mala relación con la Iglesia”, afirmó Kirchner, aunque su decisión de concurrir a la Iglesia San Patricio y encontrarse allí con el arzobispo de Buenos Aires y presidente de la Comisión Episcopal fue interpretada como una clara señal de su intención de avanzar en un camino de reconciliación con la Iglesia. En el Gobierno sabían de antemano que Bergoglio participaría de la oración interreligiosa por los “mártires contemporáneos” católicos y de otras confesiones, entre los que se cuentan los cinco curas palotinos asesinados el 4 de julio de 1976.

El vínculo entre la Casa Rosada y la Iglesia se deterioró hace más de un año, cuando Kirchner anuló por decreto la designación de Baseotto al frente de la vicaría castrense. El Presidente tomó esa determinación ante la sugerencia del prelado de que a González García había que “tirarlo al mar con una piedra atada al cuello” por su posición favorable a la despenalización del aborto y su política de salud reproductiva. Aunque Baseotto fue desconocido en sus funciones por el Gobierno y dejó de percibir el sueldo que le pagaba el Estado, el Vaticano lo sostuvo.

Kirchner eligió pasar el último 25 de mayo en Santiago del Estero para que el clásico tedéum no estuviera a cargo de Bergoglio y la relación con la Iglesia se complicó todavía más en noviembre pasado tras las críticas de Kirchner a un documento de los obispos que denunciaba “el escandaloso crecimiento de la desigualdad”. El santacruceño les endilgó entonces que actuaban como un partido político.

El primer gesto de acercamiento lo hizo Kirchner al asistir en enero pasado a la asunción de Juan Carlos Romanín como obispo de Río Gallegos. Desde la Secretaría de Culto Oliveri abonó el camino de la conciliación que terminó en su encuentro con Bergoglio. En ese marco, se inscribió la visita del ministro del Interior, Aníbal Fernández, a la sede del Episcopado en ocasión de la presentación de una serie de documentos sobre la Iglesia y el retorno a la democracia, como también el encuentro que el canciller Jorge Taiana mantuvo con la cúpula de la Conferencia Episcopal, encabezada por Bergoglio. Ya entonces empezó a hablarse de una eventual reunión entre Kirchner y el arzobispo porteño. Volvió a especularse con esa posibilidad la semana pasada, cuando los obispos retribuyeron la visita de Taiana y con renovado ánimo conciliador lo vieron en su propio despacho de la Cancillería.

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El presidente Kirchner compartió la misa con el cardenal Bergoglio.
 
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