EL PAíS › EL CARDENAL HABLO DE “EUTANASIA ENCUBIERTA”

“Malversación” de Bergoglio

“Malversación ideológica.” Ese fue el concepto que eligió el subsecretario de Derechos Humanos porteño, Guillermo Guerin, para calificar los dichos del cardenal Jorge Bergoglio, quien había dicho que en el país existe una “cultura del descarte” que impone la “pena de muerte” para niños con el aborto y condena a ancianos a una “eutanasia encubierta”. El funcionario aclaró que hacía las críticas a título personal.

“El diagnóstico que realiza la Iglesia en relación a los problemas sociales que sufre Argentina es correcto, pero mezclar eso con el aborto y la eutanasia es, por lo menos, un claro ejemplo de malversación ideológica”, enfatizó Guerin.

Mediante un comunicado, el funcionario dijo que el debate sobre “la consolidación de la pobreza y sus nefastas consecuencias” debe efectuarse “sin imposiciones de ninguno de los sectores”.

También criticó al arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, por haber definido al ministro de Salud, Ginés González García, como “un conocido propulsor de la cultura de la muerte”, y al jefe de la cartera bonaerense, Claudio Mate, como “aquel que autorizó a practicar abortos mediante un insólito acto administrativo”.

Bergoglio, titular del Episcopado argentino, había afirmado –durante la presentación del documento de los obispos latinoamericanos en Aparecida, Brasil– que existe una “cultura del descarte” que impone la “pena de muerte” para niños con el aborto, y una “eutanasia encubierta” de ancianos mediante el abandono y el maltrato.

“Hoy se vive una cultura del descarte de todo lo que no sea funcional, sean niños o ancianos. Esta cultura es como una ‘nueva ilustración’ que se expresa en un progresismo ahistórico. En la Argentina hay eutanasia encubierta. Las obras sociales pagan hasta cierto límite, si te pasás, ‘morite, total sos viejo’. Hoy se descarta a los viejos cuando, en realidad, son la sede de la sabiduría del pueblo”, precisó Bergoglio. Tras afirmar que también “a los chicos se los maltrata, no se los educa ni alimenta. Muchos son prostituidos y explotados”, aseguró que “esto no pasa en Mongolia, sino acá, en Buenos Aires”.

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