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“Los partidos no gobiernan más, ahora gobiernan los presidentes”

Rodolfo Terragno es el radical que mejor mide en las encuestas y el que más resistencias genera en el “aparato”. El curioso lugar del ex presidente de la UCR al que Alfonsín llamó “pasajero”.

 Por José Natanson

Los radicales nunca terminaron de digerir su estilo, al que suelen calificar de individualista (lo que para ellos en verdad significa que no pone al partido por delante de cualquier otra cuestión). Tampoco soportan su discurso económico, su escaso entusiasmo por las internas ni su decisión de prescindir de los aparatos. A pesar de todo eso, Rodolfo Terragno se las arregló para ser ministro de un gobierno radical, jefe de Gabinete de otro, legislador y hasta presidente del partido. Ahora, el senador porteño es el radical que mejor mide en las encuestas y tiene ganas de convertirse en candidato presidencial de la UCR. Sus correligionarios, sin embargo, no se convencen: todo indica que la mayoría prefiere un postulante perdedor, pero bien radical.
–Usted siempre dijo que no quiere ser candidato a presidente sino presidente. El problema es que con la interna por delante quizás sólo sea precandidato, ni siquiera candidato.
–Yo quiero ser presidente no por una satisfacción personal sino porque creo en el proyecto que defiendo desde hace muchos años, creo que no hay ninguna razón estructural para que la Argentina esté padeciendo lo que padece y si ponemos en práctica este modelo vamos a salir. Eso me da fuerzas para pelear.
–¿Lo preocupan las encuestas?
–Sí, porque si el punto de partida es muy bajo el esfuerzo debe ser mayor. Me gustaría ir al frente y creo que en cierta medida eso se vincula a que recién la semana pasada empecé la campaña, que aún no fui al interior, que mi propuesta para la emergencia no era conocida.
–¿Cuántos votos le va a restar el radicalismo si es su candidato?
–En primer lugar, yo creo que los partidos no gobiernan más. Gobiernan los presidentes y los equipos, los partidos acompañan y contienen, pero no hay más gobiernos de partidos. Por otro lado yo tengo una actitud abierta: no diría que (José Manuel) De la Sota está incapacitado para gobernar porque pertenece al mismo partido que está fracasando estrepitosamente hoy, o al mismo que hizo el papelón de (Adolfo) Rodríguez Saá, o que fabricó esta deuda impagable y este desempleo crónico.
–¿Los partidos no tienen ninguna importancia?
–Son importantes para quienes pertenecemos a ellos, proveen un mínimo común denominador. Yo soy radical porque siento que es un partido nacional, popular y democrático. Pero esa condición y esa pertenencia no es suficiente. Uno además tiene que decir cómo se sale del desempleo, cómo se crece, cómo se distribuye mejor la riqueza.
–Raúl Alfonsín lo definió en un reportaje con Página/12 como “un pasajero del radicalismo” y criticó su decisión de separarse del bloque de senadores y la presentación de su candidatura sin símbolos partidarios.
–Quiero recordar que yo fui presidente de mi partido y que represento el nuevo radicalismo, el del siglo XXI.
–¿Y eso qué es?
–El radicalismo del siglo XX estuvo dedicado a la democracia. Luchó por el sufragio universal, contra el militarismo, contra las tentaciones totalitarias del populismo, soportó las dictaduras y a partir de 1983 reconstruyó la democracia. En eso Alfonsín cumplió una gran tarea. La democracia está conquistada, pero el siglo XXI requiere, entre otras cosas para no poner en peligro lo ya conquistado, el desarrollo económico y la redistribución del ingreso. Y para eso hay que tener planes, programas, una mente abierta, hay que entender el fenómeno de la globalización: no se trata de despotricar sino de tratar de ejercer la capacidad de decisión nacional. Me incorporé al radicalismo para tratar de aportar esas cosas.
–¿Eso es posible en un partido que reúne algunas de las características más tristes de los partidos tradicionales, como clientelismo, prácticas oscuras, aparatos oxidados y ningún tipo de renovación?
–Yo llegué a la presidencia del partido con la oposición del aparato y soy senador porque le gané a los aparatos. El mito según el cual no se puede avanzar sin una maquinaria tradicional está desvirtuado por los hechos. Los aparatos cada vez tienen menos importancia y menos poder, a la gente ya no se la puede mover de un lado a otro a voluntad de un caudillo de barrio. Todavía hay muchos remanentes, pero eso va a ir cambiando.
–¿Está preocupado por la interna?
–Para mí no hay diferencia entre la interna y la externa. Cuando hay una interna abierta yo no estoy compitiendo contra un radical, sino contra De la Sota, Rodríguez Saá, Lilita (Carrió), porque disputamos esa mayoría de electorado independiente a los que hay que convencer de que voten en la interna de la UCR y no en la de al lado. No siento que en una interna mis principales rivales sean otros radicales.
–Pero usted es consciente del peso negativo que implica ser candidato del radicalismo.
–Si yo me presentara como candidato del radicalismo sí, pero yo no soy candidato del radicalismo. Yo soy radical, voy a estar apoyado por muchos radicales, pero aspiro a ser el principal candidato de los independientes.
–Está bien, pero los candidatos se presentan a través de los partidos y usted va a ser a ser, si gana la interna, el candidato radical.
–Insisto: si fuera sí no habría ningún justicialista con chances, porque estamos frente a un gobierno fracasado. La gente va a mirar quién está en mejores condiciones de sacar al país de este pantano.
–¿Qué opina del ARI y la candidatura de Carrió?
–El ARI es una fuerza que surgió cuestionando lo que Lilita llamó la matriz mafiosa del Estado. Me parece que cumplió un papel importante. Yo me entusiasmé cuando ella empezó con esa tarea y creo que tiene que continuar. Yo estoy a favor de una investigación a fondo de este tipo. Pero no me corresponde opinar sobre otro candidato.
–¿Qué opina del plan de Carrió?
–No lo conozco.
–¿Está a favor de la caducidad de los mandatos legislativos?
–Un nuevo punto de partida favorecería al próximo gobierno, le daría mayor legitimidad, le gente se sentiría más representada. Me da miedo que a veces se quiera hacer de cualquier manera, porque eso requiere una reforma constitucional. Cuando se dice que sería muy engorrosa o costosa se están poniendo pretextos, porque puede haber una reforma express y muy barata. A mí me parece bien un nuevo punto de partida, pero hay que hacerlo como corresponde.
–Rodríguez Saá es el candidato que mejor mide en las encuestas, y sigue creciendo ¿Qué le sugiere este fenómeno?
–La gente tiene necesidad de creer y sabe que esta vez necesita a alguien que sepa lo que hay que hacer. Rodríguez Saá transmite una gran autoconfianza, una gran fe y ha mostrado algunas cosas que pueden hacer pensar que tiene propuestas, aunque en realidad sea como un prestidigitador, porque lo que saca de la galera son sólo trucos. Hay una avidez por encontrar candidatos que sepan qué hacer. Un gobierno de Rodríguez Saá sería desastroso, pero la búsqueda de la gente es legítima.

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Terragno no se impresiona demasiado por el rechazo de ciertos radicales a su persona.
“Yo llegué a la presidencia del partido con la oposición del aparato y soy senador porque le gané,” dice.
 
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