EL PAíS › LA CARTA DEL GOBIERNO PARA EVITAR LA INSUFICIENCIA ENERGETICA

Luz baja en la ruta del verano

Con un menú que incluye el cambio de hora oficial, reducción del uso de energía en edificios públicos y reemplazo de lamparitas comunes por otras de bajo consumo, el Gobierno espera administrar la demanda para equilibrarla con la generación durante el verano.

 Por Raúl Dellatorre

A once días de haber iniciado su gestión, el gobierno de Cristina Kirchner hizo una apuesta fuerte a administrar el consumo eléctrico, a la par que reforzó la decisión de continuar a ritmo acelerado el plan de obras de infraestructura para ampliar la oferta energética. El ministro de Planificación lo presentó como una segunda etapa del mismo plan energético iniciado en mayo de 2004. La Presidenta lo encuadró como el abordaje obligado al conflicto de un país que había dejado de invertir en energía, porque “había un modelo que no demandaba energía, porque energía necesitan los que trabajan, los que producen”. Las herramientas con las que el Gobierno espera contraer la demanda eléctrica hasta equilibrarla con una capacidad de oferta limitada –sobre todo en los picos de consumo que se producen durante el verano– son el retorno a los cambios de horario estacionales, reducción del consumo en edificios y alumbrado públicos, reemplazo de lámparas incandescentes por las de bajo consumo en hogares y oficinas, y el pedido de adhesión al plan para gobiernos provinciales y municipales, y entidades empresarias. Algunas de las medidas deberán pasar por el Congreso, para lo cual se llevarán los proyectos respectivos al Parlamento el miércoles próximo. Si allí obtiene luz verde, la primera medida en implementarse será el cambio de huso horario: en la madrugada del domingo 30, se deberá adelantar una hora el reloj.

La aplicación de medidas de restricción al consumo había sido motivo de debate interno en los últimos años en el Gobierno, cada vez que se presentaba el riesgo de insuficiencia energética: por los picos de consumo en el área metropolitana con los calores intensos del verano o con los fríos extremos del invierno. Hasta ahora, se había impuesto el criterio de descartarlas, defendido por De Vido, contra la opinión de su secretario de Energía, Daniel Cameron, y los técnicos que lo acompañaban. Esta vez pesó más la postura de los especialistas. El ministro justificó el cambio de posición sugiriendo que eran las empresas concesionarias quienes “nos decían que ahorremos consumo, porque no querían invertir”. Ahora, dijo, “estamos en condiciones de planificar”, iniciar lo que denominó “una etapa virtuosa” en el uso eficiente de los recursos no renovables.

El conjunto de medidas que el Gobierno busca poner en práctica para racionalizar el uso de energía podría permitir “reaprovechar” una potencia generada de 2623 megavatios hora, que es aproximadamente el 15 por ciento de la potencia total demandada en días y horarios pico (cerca de 18 mil Mwh). De Vido indicó que no es ahorro, sino reaprovechamiento para otros fines, de la capacidad de generación del parque energético, mediante un uso más eficiente.

Dicha ponderación del impacto contempla sólo el efecto esperado de las medidas directas en el corto plazo (los próximos 90 días): adelantamiento de la hora (para prolongar el aprovechamiento de la luz solar más allá de las 20 horas); administración del uso de electricidad en el interior y en marquesinas de edificios públicos, y la sustitución, en esta primera etapa, de cinco millones de lámparas incandescentes en hogares y oficinas de empresas privadas. A más largo plazo, la utopía es crear una “cultura” del buen uso de la energía, a partir de la comprensión de la importancia de cuidar y aprovechar un recurso escaso.

La proyección estratégica del recurso estuvo en boca de Cristina Fernández, quien insistió –ya lo había señalado en su discurso en Montevideo, en la Cumbre del Mercosur– en que “alimentos y energía serán los protagonistas del siglo XXI, América latina tiene una oportunidad única”. Y encuadró el plan lanzado ayer en la estrategia de acompañar y hacer viable, un crecimiento sostenido de la producción a través de la diversificación de la matriz energética. Es decir, la complementación entre la generación a partir de recursos renovables y no renovables.

No se olvidó de reivindicar, en este sentido, el papel que jugó el carbón de Río Turbio, cuya producción fue rescatada por el gobierno de Néstor Kirchner después de haber sido condenado prácticamente al abandono, cuando el barril de petróleo valía 8 o 9 dólares y producir energía sobre la base de carbón parecía antieconómico. “Esto demuestra la importancia de no tener posiciones dogmáticas, especialmente en economía, de parte de quienes tenemos responsabilidades políticas”, remató la Presidenta.

Y les exigió también “responsabilidad social” a los sectores empresarios frente al desafío de transformar la cultura de consumo y la matriz de producción energética. “Espero por parte de quienes provean las lamparitas, y todo lo que tenga que ver con el bajo consumo, también tengan la responsabilidad social y empresaria; no sea que luego, a partir de la compra que va a hacer el Estado, aparezca la viveza, no la inteligencia, en busca de más rentabilidad”, advirtió Cristina recibiendo el aplauso de la concurrencia en Casa de Gobierno. “Espero que el licenciado Moreno (Guillermo, secretario de Comercio) también contribuya”, dijo de inmediato, “para que nuestros empresarios y comerciantes tengan ese alto grado de responsabilidad que todos demandamos”. Nuevos aplausos para corroborar la advertencia ya subida de tono, aunque en clave de humorada.

“No, en serio”, dijo luego mirando a la primera fila ocupada por empresarias, ya como reclamo femenino, distendiendo el duro momento anterior. Los empresarios asintieron, como aceptando el compromiso. A pocos metros, Moreno disimulaba la sonrisa detrás de sus espesos bigotes por la clara ratificación a su poder y a su estilo. Cristina y sus colaboradores quizás hayan pensado en ese momento que la actual gestión se está jugando su primera carta fuerte ante uno de los desafíos más importantes que, en lo económico, se anticipaba que iba a tener que enfrentar. Para más adelante, las obras en marcha ofrecen un panorama más aliviado. Pero, antes, hay que atravesar la coyuntura.


No le faltó respaldo

La Asociación de Bancos Argentinos (ABA) y la de Bancos Privados de capital nacional de la Argentina (Adeba) adhirieron al programa nacional de uso racional de energía. Igual hicieron la Asociación Empresaria Argentina (AEA), la Unión Industrial Argentina, la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME) y la Cámara Argentina de Comercio. Otras entidades sectoriales, como la Cámara de la Industria Electrónica y la Asociación de Distribuidores de Energía Eléctrica, también manifestaron su satisfacción por la iniciativa. Algunas de ellas recordaron que ya en oportunidad de proponerse el plan anterior de racionalización de la energía, el Puree, habían prestado su apoyo. Esta vez, el Gobierno planteó como una cuestión “optativa” la adhesión privada, aunque requirió previamente que las entidades de mayor peso acompañaran la presentación del programa. Curiosamente, su presencia ayer fue mucho más notoria que la del día de la asunción de Cristina y la toma de juramento a los ministros.

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Cristina Kirchner anunció el programa de uso racional de energía eléctrica en la Casa Rosada.
 
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