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De la dictadura a la Suprema Corte jujeña

 Por Julián Bruschtein

La designación del abogado Sergio Jenefes en el Tribunal Supremo de Justicia jujeño generó el rechazo de organismos de derechos humanos que denunciaron su pasado como funcionario de la intervención militar durante la dictadura. Este hecho se sumó al reclamo presentado por el nombramiento como director de Seguridad Ciudadana en la intendencia de San Salvador de Luis Alberto Morales, chofer y custodio del coronel Carlos Néstor Bulacio, que bajo el régimen militar estuvo a cargo de la zona, como jefe del área 323.

“A más de 31 años del último golpe de Estado que sufrió nuestro país, hoy vemos con profunda preocupación cómo algunos funcionarios del antiguo proceso intentan reciclarse en democracia, con la osadía de aspirar a ocupar cargos públicos en este proceso de renovación democrática y que pretenden hoy ser representantes del pueblo ante la justicia provincial.” El texto dado conocer esta semana lleva la firma de Madres y Familiares de desaparecidos en la provincia de Jujuy y la Red por el Derecho a la Identidad. Tiene como objetivo denunciar los nombramientos de funcionarios de la dictadura en cargos de gobierno, tanto provincial como municipal.

Sergio Jenefes fue incluido por la gobernación en la terna para formar parte del Tribunal Supremo de Justicia de Jujuy y su expediente fue aprobado en la última sesión del año pasado en la legislatura local. Eva Arroyo, activista de la organización HIJOS de la regional Jujuy, aseguró a Página/12 que las organizaciones de derechos humanos habían detectado que “Jenefes ocupó dos cargos como funcionario durante la dictadura. Primero, el 21 de mayo de 1976 fue designado por decreto como director de Administración de Tierras Fiscales en el Ministerio de Desarrollo Social. Y después, un mes más tarde, le dieron el cargo de Subsecretario de Promoción y Asistencia a la Comunidad en el mismo ministerio”. Las designaciones de Jenefes –hermano de Guillermo, actual senador del Frente para la Victoria– se produjeron durante la intervención militar a cargo del general Fernando Urdapilleta y están documentadas por los decretos del Poder Ejecutivo provincial nº 166-BS del 21 de mayo de 1976 y por el 402-BS del 26 de junio del mismo año. Los dos llevan la firma del militar.

El paso del expediente por la legislatura también fue polémico. “El pliego del nombramiento de Jenefes lo envió (el nuevo gobernador Walter) Barrionuevo el último día que sesionaban los legisladores antes del receso. El proceso normal es que pase por la comisión de asuntos institucionales, quienes se reúnen con el postulante mientras revisan su currículum. A diferencia de casos anteriores, con Jenefes esto no ocurrió.” Incluso, el diputado radical Pablo Baca se retiró del recinto en disconformidad, argumentando que “dadas las impugnaciones efectuadas por los organismos de derechos humanos, el pliego debía ser analizado”.

El abogado Pablo Pelazzo, integrante del equipo que lleva adelante las causas de derechos humanos en la provincia, aseguró que “al menos existen tres presentaciones para que se revoque la decisión por inhabilidad ética”, y agregó que en Jujuy “todavía quedan muchos personajes de la dictadura”, especialmente en el sistema judicial. “Acá te los cruzás por la calle todos los días, uno tiene un restaurante, otro tiene una radio.” El otro caso que denunciaron las organizaciones sucedió en la Municipalidad de San Salvador de Jujuy. Cuando terminó de dirimirse a favor del radical Raúl Jorge la disputa en torno de quién debía ser el intendente, fue designado Luis Alberto Morales como director de Seguridad Ciudadana. Morales se desempeñó como chofer y custodio personal del coronel Bulacio, jefe operativo en Jujuy durante la dictadura y quien participó en el Operativo Independencia desplegado por los militares en 1975. El mismo Morales fue llamado a declarar en los juicios de la verdad que se sustancian en la provincia, en particular por el caso de la desaparición en 1976 de Julio Rolando Alvarez García. En su testimonio, describió cómo había visitado Famaillá “16 veces o 18” y cómo en una de esas oportunidades vio a Alvarez, ya secuestrado, con vida.

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