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Mensajes de texto

Trror aéro

Según comentaba luego el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, fue “el susto más grande que me pegué en mi vida”. Confeso enemigo de los viajes y los aviones, Fernández voló el viernes junto al ministro del Interior, Florencio Randazzo, a Salta para acompañar al gobernador Juan Manuel Urtubey en el lanzamiento de dos planes sociales. El susto se lo pegó de vuelta, cuando el Tango 03 en el que viajaban entró en un cumulus que escondía una tormenta. Con el agua zamarreando al avión, el piloto decidió salir de allí en caída libre, descendiendo 600 pies en cuestión de segundos. Los pasajeros, que no sabían qué pasaba, de repente vieron volar portafolios y papeles por los aires, mientras trataban de agarrarse de los asientos para no caerse. Cuando superaron el trance, el piloto apareció para dar las explicaciones del caso y llevar tranquilidad. Randazzo seguía pálido. “Florencio, pensá que te perdiste que a partir de mañana el Salón de los Escudos se llame Salón Randazzo”, le dijo el jefe de Gabinete, con una cuota de humor negro.

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Cocodrlo Urtby

En Salta, Urtubey entretuvo a sus visitas contándoles algunas historias de la residencia de la gobernación que Juan Carlos Romero se hizo construir en las afueras de la capital provincial, lo suficientemente lejos y escondida como para que no lo perturben manifestaciones de descontento. Cuando llegó para ocupar la vivienda Urtubey encontró que, en un arroyo que cruza el terreno, Romero criaba una media docena de cocodrilos. Para colmo, los animales, olvidados durante la transición, estaban lo suficientemente hambrientos como para alimentarse de otros huéspedes de la residencia, como patos y flamencos. Urtubey, espantado por lo que podría pasarle a sus hijos pequeños, ordenó sacar los cocodrilos y que los llevaran al zoológico. El problema es que uno de los bichos –víctima del stress que le produjo la situación, según los veterinarios–, se enterró en el lecho del arroyo. Resultado: en estos momentos están extrayendo toda el agua del lugar para encontrar al cocodrilo estresado, así Urtubey puede volver a dormir tranquilo.

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Cnichs grdespldas

En el asado que realizó en su casa de Mar del Plata, cerca del faro, Luis Barrionuevo no logró una gran convocatoria para ir contra Moyano por la conducción de la CGT. Notoriamente, faltaron “los gordos”. La anfitriona, Graciela Camaño, aprovechó la audiencia cautiva para presentar en sociedad a las nuevas mascotas de la familia: dos caniches, uno blanco llamado Pulguita y uno negro, Gasco. El negro es el preferido y el más fiel, por eso lo bautizaron con el nombre de uno de los colaboradores más cercanos de Barrionuevo. ¿Cómo demuestra su fidelidad el Gasco? Como el mejor guardaespaldas, a cualquiera que se acerca a Barrionuevo se lanza a morderle los talones.

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D tal plo

Miércoles 23 de enero. Una de la mañana. Los vecinos de Santa Fe y Billinghurst se despertaron con una guitarra eléctrica. Luego de diez llamados, la policía intervino. “¿No saben quién soy? Si se meten conmigo no saben lo que les va a pasar”, los encaró el joven que, en breve, terminó reducido y esposado luego de agarrarse a trompadas con un oficial. Cuando se lo estaban llevando, intervino el padre y les ordenó que lo soltaran: se trataba nada menos que del ex presidente de la Cámara del Crimen Luis Ameghino Escobar, que también agredió en marzo de 2006 al juez Alfredo Barbarosch. Lo golpeó luego de hacerle un gesto como si le disparara con un arma. Su hijo terminó preso por “resistirse a la autoridad”.

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Incmunicds

El caso sirve de ejemplo para saber cómo a veces funciona –o, en verdad, cómo no lo hace– la comunicación en el Gobierno, algo que incluso algunos funcionarios suelen criticar. Como todos los que integraron la administración kirchnerista, Matías Kulfas presentó la renuncia al cargo de subsecretario de Pymes y Desarrollo Regional el 10 de diciembre pasado. Como todos también, siguió en su puesto hasta nuevo aviso. Días después, a través de Página/12, tuvo la primera noticia de que el ex embajador y senador Eric Calcagno podría ocupar su cargo. Pero a él nadie le dijo nada y siguió trabajando. Lo de Calcagno luego fue apareciendo en otros medios, Kulfas consultó, nadie supo decirle nada y siguió en su puesto. Eso fue hasta el miércoles pasado, cuando Calcagno llegó a su oficina para avisarle que a partir de ese momento tomaba la posta. Kulfas, un joven economista kirchnerista, juntó sus cosas y se fue, sin que nadie le dijera nada.

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Q.E.P.D.

Un aviso fúnebre participó, el jueves pasado, del fallecimiento de una tal “La Calle, Dolores”. Firmado por lavaca.org y publicado en La Nación, recordaba a la difunta como una “referencia de la vida en sociedad” y anunciaba una petición por su alma frente a Avenida de Mayo 525. La dirección es la sede del gobierno porteño y el aviso era una invitación a la protesta ante la ofensiva macrista contra los vendedores ambulantes, artesanos, cartoneros y otros trabajadores de la calle. “Si te echan del trabajo vas a la calle, si te echan de la calle, ¿a dónde vas?” y “El Código Contravencional es la máquina de barrer pobres”, fueron algunos de los carteles que se vieron en la manifestación.

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El ilumindr

El secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, quiere predicar con el ejemplo. Por eso, está preocupado por cambiar todas las lamparitas de la Casa Rosada por nuevas de bajo consumo, tal como recomendó la presidenta CFK. En el plan de recambio no se salvaron ni siquiera las históricas arañas de los salones de actos, pese a la queja de algunos que creen que la forma de las lámparas de bajo consumo altera la estética del lugar. A última hora de cada día, suele verse a Parrilli recorriendo oficinas para ver si los empleados cumplieron con la directiva. A veces, acepta la queja de algún funcionario y cambia la forma o la potencia de las nuevas lamparitas. En lo que no transa es en volver a la lamparita tradicional.

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N hy mnedas!

A media tarde, el viento del sudeste soplaba suave en la playa del Balneario del Viejo Hotel Ostende y hacía más propicio el clima para matear. La defensora del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, Alicia Pierini, subió al restorán a buscar agua caliente con su termo pero casi se queda con las ganas. “No hay monedas, ya no sabemos qué hacer, este país no se puede creer”, se indignó el encargado del bufet al no poder cobrarle a la funcionaria por falta de cambio. Pierini se dio cuenta de que no había sido reconocida, se encogió de hombros y sin emitir sonido volvió a la arena con su termo lleno y una pequeña deuda, hasta conseguir la moneda de un peso que costaba el agua caliente.

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