EL PAíS › MARCHA DE LA ESMA AL ESTADIO MUNDIALISTA DE RIVER PLATE

Las dos puntas del ’78

Los organismos de derechos humanos con la bandera que lleva la foto de los desaparecidos marcharon por Libertador. Martín Sabbatella, Claudio Morresi, Hugo Yasky y Adolfo Pérez Esquivel, entre otros, acompañaron a Madres, Abuelas y Familiares.

 Por Julián Bruschtein

“Como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar.” Con ese canto de fondo, insistente y repetitivo, los manifestantes rodeaban a las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y la larga bandera con las fotos de los desaparecidos mientras ingresaban a la sede de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los centros clandestinos de detención más grandes durante la dictadura. Una columna de una cuadra y media se reunió ayer para acompañar a los organismos de derechos humanos, que unieron la corta distancia que existe entre la ESMA (hoy Museo de la Memoria) y la cancha de River Plate, para resaltar la diferencia entre la euforia del Mundial y la alegría de los represores Jorge Rafael Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti, mientras desangraban al país con secuestros, torturas y asesinatos.

Rodeadas por manifestantes con pechera verde ligadas a la organización del acto, las Madres encabezaban la movilización con sus pañuelos blancos. Más atrás podía verse una gran cantidad de gente que marchaba, algunos sueltos y otros agrupados bajo banderas de sus organizaciones. Mabel Gutiérrez, de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, aseguró que el acto apuntaba “a lograr una jornada simbólica para recordar que a través del Mundial ’78 se taparon los crímenes de la dictadura. Esta otra final fue programada para reivindicar la lucha de desaparecidos, asesinados, exiliados y la lucha de las Abuelas por recuperar a los nietos”. Estaban el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel; el secretario de Deportes, Claudio Morresi; el líder de la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA), Hugo Yasky; el dirigente docente de UTE, Francisco “Tito” Nenna; el intendente de Morón, Martín Sabbatella, y organizaciones como Proyecto Sur, el partido político que encabeza el cineasta Fernando “Pino” Solanas y La Falcone, agrupación de la Universidad Nacional de Quilmes, entre otras. Todos ingresaron al predio de la ESMA portando la bandera con las fotografías de los desaparecidos, para luego salir y comenzar la marcha por Libertador.

“Este tipo de eventos es una forma colectiva de construir anticuerpos. Rescatar un hecho contradictorio, porque el ’78 fue el año pico de compañeros secuestrados y es el año en que se registró la mayor cantidad de cesantías en los establecimientos públicos. Esto sirve para levantar otro mojón para fortalecer la memoria”, destacó Yasky en las inmediaciones del estadio. Entre medio de los portadores de la bandera había algunos cascos con inscripciones que decían: “Estibador portuario, desaparecido social”. Un grupo de alumnos del secundario que funciona en el Cenard caminaba a un lado del rector, Rufino Pérez. “Tenemos un proyecto de video con entrevistas sobre el tema –explicó Cinthia, una de las estudiantes–. Hay que informar a la gente acerca de cómo se tapó con impunidad lo que pasó en esos años.”

En el transcurso de la caminata sobre la avenida, una portadora de la bandera agitaba las manos hacia uno de los edificios, invitando a bajar a los vecinos que se asomaban por los balcones, recibiendo frías respuestas. Rigurosamente cortadas por el personal motorizado de la Policía Federal, las calles y avenidas de los alrededores del estadio de River contenían a los conductores que pugnaban por pasar sin dejar de tocar bocina, molestos por la presencia de los manifestantes. Entre los que marchaban se encontraban Bruno, de 16 años, y su amigo Nicolás, de 19. “Con el centro de estudiantes del ILCE organizamos charlas y debates. Después, por mail se fueron sumando, de a poco, más estudiantes”, explica Bruno mientras Nicolás afirma que “caminando también se construye la memoria, por eso estamos acá”. Así, Verónica y Pablo, un matrimonio que llevaba de la mano a su hijo pequeño y caminaban a un costado de la movilización, explicaban a este diario que se habían acercado “por convicción. Leyendo el diario vimos que se hacía esta marcha y no dudamos en acercarnos para participar”. Como ellos, gran cantidad de familias acompañaba los pasos de la movilización, parejas con hijos y chicos en brazos o en cochecito.

Al llegar al cruce con Udaondo, un nutrido grupo de militantes de la Federación de Tierra y Viviendas (FTV) aplaudían y agitaban sus banderas en reconocimiento a las Madres. Cuando la columna dobló para enfilar hasta la cancha se sumaron con sus pancartas y una cuadra más adelante esperaba la agrupación juvenil peronista La Cámpora. Mientras, un rezagado contó a PáginaI12 que había sido increpado “por una señora entrada en años que la enfrentó y le dijo ‘otra vez estos zurdos’. Y en una de las casas por donde pasamos pusieron una marcha militar”, a pesar de que no hubo incidentes. Apenas superando los setenta años, Alcira y Elda, experimentadas militantes de derechos humanos, subrayaban “la tristeza que es ver que los vecinos tienen las ventanas cerradas. Pero la presencia de la juventud es lo más importante. En ellos está la continuidad de la memoria”.

Con las fotos de los desaparecidos cortando la columna, el estampido de los tiros que provenían del campo del Tiro Federal fueron el telón de fondo de la espera al ingreso a la cancha en la que se jugó la final entre Argentina y Holanda hace treinta años. Los manifestantes cantaban sin parar: “Vamos, compañeros, hay que poner un poco más de huevos, los que cayeron son nuestra memoria, desde la resistencia a la victoria”. Al frente se encontraba la actriz Lucrecia Capello, protagonista de uno de los unitarios del ciclo Televisión por la Identidad, quien fue con su hija Martina, su yerno David y sus nietos Bruno y Candela. David, español, destacó que era “muy emocionante ver cómo se exige saber lo que pasó, a pesar de que han pasado tantos años. Emociona mucho ver cómo se sigue peleando y luchando por la memoria”. Capello, con una sonrisa de oreja a oreja, vaticinaba que con su nieta “Candela, que tiene veinticinco días, ya tenemos garantizada una militante en derechos humanos por ochenta años más por lo menos”.

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La bandera de los organismos de derechos humanos recorrió Libertador desde la ESMA hasta el estadio.
Imagen: Martín Acosta
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