EL PAíS › “MI PAPá ME DIJO QUE ERAN GRANDES FIGURAS”

Con todo el peso de la historia

 Por Adrián De Benedictis

Las atajadas de Fillol, los goles de Kempes, los remates de Passarella, las subidas de Tarantini, los desbordes de Bertoni y muchos otros lujos del seleccionado argentino que se consagró campeón del mundo en 1978, se producían en River al mismo tiempo que afuera del estadio la dictadura secuestraba y torturaba. Por la memoria de lo que sucedió 30 años atrás y para separar el fútbol del horror, el Monumental volvió a ser testigo ayer de un encuentro simbólico entre algunos de los protagonistas que fueron dirigidos por César Menotti, integrantes de agrupaciones de derechos humanos, y chicos de los seleccionados juveniles que recién ahora comienzan a entender todo el dolor y el terror que se vivía en el país.

Los campeones estuvieron representados por Leopoldo Jacinto Luque, René Houseman y Ricardo Villa. Pero el único que participó del encuentro fue Luque, que fue reemplazado a los cinco minutos en medio de una gran ovación. Y mientras observaba el desarrollo desde el banco de suplentes, el ex delantero recordó: “Son lindas sensaciones las que me toca vivir hoy (ayer). Yo no me sentí usado porque quería jugar el Mundial, era un sueño para mí. La verdad, yo no tengo que pedirle perdón a nadie”.

Cuando se jugaban dos minutos de partido, desde las plateas se escuchó: “Hay que saltar, hay que saltar, el que no salta es militar”. Y en ese sentido, Luque fue más allá: “A las Madres las entiendo porque viví el sufrimiento de mi mamá cuando se murió mi hermano, exactamente la noche del partido con Francia. Es lamentable porque mi madre le puede llevar flores a mi hermano, en cambio las Madres no saben a dónde ir. Yo creo que el tiempo va a separar lo deportivo de lo otro”.

Mientras Luque hacía su relato, los futbolistas juveniles miraban con extrañeza todo lo que ocurría en el estadio Monumental. Uno de ellos, Federico Nieto, jugador de Huracán, de 17 años, no salía de su asombro: “Vi algunos partidos del Mundial por televisión. Estar al lado de los campeones es hermoso, y creo que hay que aprovechar todo esto”. Y agregó: “Yo sueño con jugar un Mundial, hay que darle para adelante, que no es imposible. Mi papá me dijo que eran grandes figuras los que jugaron aquel campeonato”. El partido finalizó

1-1 entre el combinado A y el B, y ambos goles fueron convertidos en el segundo tiempo, que duró 20 minutos, cinco menos que el primero. Entre los jugadores estaban el director de cine y del canal Encuentro, Tristán Bauer; y Alfredo Chávez (ver aparte). En el momento que el árbitro marcó el final, la invasión al campo de juego fue similar a la de aquel 25 de junio, luego de la victoria 3-1 ante Holanda. Con la diferencia de que en la platea San Martín no estaba el genocida Jorge Videla sino familias con hijos menores de diez años, quienes con el tiempo entenderán el motivo de esa visita.

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