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En Suiza todo va y viene

 Por Martín Granovsky

La preocupación de Carlos Menem por la pérdida de amigos en el exterior podría verse compensada por la frialdad cada vez mayor de Suiza ante las investigaciones sobre cuentas de ex presidentes o ex funcionarios de menor rango en alguno de los cantones.
Ayer a la mañana la Cancillería comunicó al juez Norberto Oyarbide que el pedido de audiencia elevado por la embajada argentina en Berna, a cargo de Guillermo González, no podrá ser satisfecho hasta el 7 de noviembre.
Los suizos también postergaron la visita del secretario de Justicia de Brasil para interesarse sobre las cuentas de Paulo Maluf, ex intendente de San Pablo.
Una de las posibilidades es que los suizos estén usando el otoño para desperezarse de las vacaciones. Otra es que el Estado haya recibido indicios de la preocupación de la banca por la creciente permeabilidad del secreto bancario, a lo que se agregaría la decisión italiana de pasar de negro a blanco el dinero que los inversores repatrien de Suiza. Toda presión o insinuación europea para que Suiza deje de ser un paraíso fiscal y se convierta en un perro guardián de los sistemas impositivos ajenos es rechazada en Berna.
Sin embargo, Menem tal vez no deba ponerse tan alegre ante otra decisión: la de girar al gabinete de jueces del cantón de Ginebra el segundo exhorto de Oyarbide.

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