EL PAíS › CARRIO Y LOS DIRIGENTES DEL ARI, EN VIAJE A SAN PABLO

Para festejar con un modelo a seguir

 Por Julio Nudler

Aunque reconocen las abismales diferencias entre la paciente construcción del centroizquierda brasileño y los fracasos de la experiencia argentina, en el ARI consideran al PT de Luiz Inácio Lula Da Silva un modelo a imitar. Una delegación de legisladores viajará mañana a San Pablo: el objetivo, además de participar de los festejos, es tantear el terreno para la posible gestión de un encuentro –y una foto– entre Elisa Carrió y el líder del PT.
La delegación está integrada, entre otros, por los diputados Carlos Raimundi, Alberto Piccinini, Ariel Basteiro y Oscar González. “Es obvio que el PT es un gran espejo para nosotros. La difusión de un encuentro entre Lula y Lilita sería una forma de demostrar que se puede ser de centroizquierda, ganar las elecciones y evitar que todo se caiga. Lo que hay que ver es si él está dispuesto”, explicaban muy cerca de Carrió.
En el ARI sostienen que la gestión aún no ha comenzado, y reconocen que negociar un encuentro entre los dos líderes hoy no es tan sencillo como en otras épocas. Igual, los seguidores de Carrió tienen confianza en la posibilidad de que la cumbre se concrete, básicamente por los vínculos históricos entre muchos de los integrantes del ARI y la primera plana del PT.
Algunos diputados cercanos a la chaqueña tienen una larga relación con Aloízio Mercadente, consejero económico de Lula, que además suele tratar con Eduardo Menajojsky, un hombre de la CTA que se ocupa de coordinar los equipos de política exterior del ARI. Además, la cúpula del PSP, encabezada por Rubén Giustiniani, tiene diálogo habitual con otros dirigentes del PT, ya que los dos partidos integran la Internacional Socialista. Finalmente, el intendente de Rosario, Hermes Binner, mantiene un buen diálogo con algunos alcaldes del PT, sobre todo con la de San Pablo, Marta Suplicy.
Más allá de los contactos, es innegable que el proyecto de Lula es un ejemplo para los integrantes del ARI, que de todos modos reconocen que las diferencias entre la construcción paciente del PT y la sinuosa trayectoria del centroizquierda argentino son abismales.
El partido de Lula se creó al calor en las huelgas obreras de San Pablo de 1980, proyectó su estructura sindical al armado de una agrupación política con una fuerte base de clase, apostó a la gestión –hoy gobierna las ciudades de San Pablo, Curitiba y Porto Alegre y los estados de Rio Grande Do Sul, Acre y Mato Grosso– y tuvo que probar suerte tres veces antes de acercarse al triunfo presidencial.
La experiencia argentina fue más a los saltos. Como opción de poder nacional, el centroizquierda recién encontró un lugar en 1994 a partir del ascenso del Frepaso. Pero, en lugar de apostar a largo plazo, Carlos “Chacho” Alvarez optó por quemar etapas, se alió con uno de los partidos tradicionales y armó la Alianza, una coalición con cierta voluntad progresista que, sin embargo, llevó a la Presidencia un candidato –y un plan– conservador. Más tarde, en simultáneo al colapso de la gestión delarruista y bajo el liderazgo de Elisa Carrió, se fue formando el ARI: aunque su máxima figura continúa bien posicionada, aún está lejos de consolidarse como una fuerza nacional y una verdadera opción de poder.
¿Qué importancia tiene una victoria de Lula para los planes del ARI? Para los seguidores de Carrió, el impacto sería doble. Por un lado, demostraría que una fuerza de centroizquierda puede llegar al poder sin producir un colapso económico (al menos inmediato). Por otro, introduciría en la región una mirada distinta sobre la crisis y una agenda en común, especialmente en cuestiones vinculadas con el Mercosur, la renegociación de la deuda externa y las relaciones con Estados Unidos.
A pesar de la expectativa, en el ARI admiten que hay un abismo entre las dos fuerzas. “El PT es un modelo importante. Lula hizo una alianza con un hombre del centroderecha, pero él es el candidato a presidente: todo lo contrario a lo que hizo Chacho”, explica Raimundi, diputado del ARI eintegrante de la Comisión de Relaciones Exteriores. “Las diferencias son enormes. Ellos gobiernan estados y ciudades importantes y nosotros sólo gestionamos Rosario y la Capital. Todavía nos falta muchísimo”, concluye Giustiniani.

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