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El mito de los adoquines

Tanto entusiasmo por levantar adoquinados por parte del gobierno porteño ya creó una leyenda urbana: que esas piedras viejas son exportadas a Europa como un negociado rentable. La idea es repetida con entusiasmo en cada reunión de vecinos. El gobierno porteño retira los empedrados para llevarlos a terrenos públicos como el de la foto, donde son apilados a la espera de algún uso. Como un adoquín cuesta entre dos y tres pesos por pieza en los corralones especializados, más transporte, resulta un pobre negocio exportarlo. Lo más probable es que estas piedras acaben algún día en un relleno sanitario. Más preocupante y más real es la flamante costumbre del gobierno porteño de levantar adoquinados, crear abajo una capa impermeable y luego reponerlos. Una de las virtudes del pavimento con piedras es que deja pasar el agua de lluvia, detalle que al gobierno le resulta negativo: sus ingenieros dicen que eso crea baches en las calles.

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